Decisiones: ¿efímeras o eternas?
Claves para saber si estamos yendo en la dirección correcta.
“No podemos volver a la normalidad, porque lo normal era exactamente el problema. Necesitamos volver mejores, menos egoístas, más solidarios y más humanos”. Así decía la frase que me enviaron. No puedo negar que resonó en mi mente durante el aislamiento, como consecuencia de la Pandemia.
Todo fue muy rápido. Un virus llegó sin avisar, sin darnos tiempo de prepararnos y (todos y cada uno) enfrentamos como pudimos la situación sobre la base de lo que hasta ese momento aprendimos, conocimos y experimentamos.
Entonces, tenemos que reconocer cuán necesario es aprender a reflexionar y a aplicar lo que dice la palabra de Dios en 1 Tesalonicenses 5:21(DHH): “Sométanlo todo a prueba y retengan lo bueno”. Pero muchas veces nos habituamos a rutinas a las que nos aferramos por seguir cómodos dentro de nuestra “zona de confort” y sin considerar exponernos a ningún cambio.
Frente a situaciones deseadas o agradables, todo es mejor procesado, aceptado y recibido. Pero ¿qué pasa cuando suceden cosas que escapan a nuestro control? ¿O que no salen como las planeamos?
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional no depende solamente de las emociones, sino también de un correcto pensamiento y desarrollo emocional. Se divide en diferentes tipos y categorías, que puede ser indispensable conocer para tener éxito en la vida profesional.
Se define como un conjunto de aptitudes que una persona adquiere por nacimiento o aprende durante su vida, donde destacan la empatía, la motivación de uno mismo, el autocontrol, el entusiasmo y el manejo de emociones.
El concepto de inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en el año 1990 por Peter Salovey y John Mayer, dos psicólogos estadounidenses, para luego ser trasladado a un libro homónimo escrito por Daniel Goleman.
La inteligencia emocional no consiste en alterar la capacidad de generación de emociones con respecto a diferentes estímulos del entorno, sino que se relaciona más con la reacción que una persona tiene frente a ellas, que muchas veces son más impactantes que las emociones en sí que desencadenan esta acción.
Es cuando debemos recordar la importancia de confiar en la conducción de Dios en nuestra vida; si se lo pedimos, por supuesto. Pero, también, comencé a comprender desde la perspectiva del desarrollo psicoemocional la implicación de esto cuando leí esta frase: “Así que, la primera regla más importante para tomar el control en una situación estresante es esta: contrólate tú primero”.
Y verdaderamente es así, solo que ¡es desafiante! Una profesora de la Facultad me dijo algo que nunca olvidaré: “Nosotros debemos ser nuestro mayor proyecto de vida siempre”. Considero que su afirmación no estaba tan desacertada, teniendo en cuenta lo que dice la Biblia al respecto en Proverbios 25:28 (RVR95): “Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse”.
Entonces, ¿de dónde partimos? De una palabra que resume lo fundamental: “Reinventarnos”. ¿Cómo? En primera instancia, esto implica salir de nuestra “zona de confort” y entrar en lo que podríamos llamar una “zona de valentía”.
La “zona de confort” implica hacer las cosas que me gusta hacer, que me generan seguridad y que me brindan descanso. Es decir, las cosas a las que estoy acostumbrado con facilidad, que no requieren riesgo.
La “zona de valentía”, por otro lado, requiere ingresar en un territorio desconocido, asumir riesgos, aceptar desafíos, situaciones nuevas, descubrir mi potencial, enfrentarme a lo que temo y desarrollar el sentido del deber o nuevas responsabilidades.
Con referencia a ello, también te tengo una buena noticia: Cuando Dios diseñó nuestro cuerpo, lo hizo de manera tan maravillosa, previendo hasta el más mínimo detalle, incluyendo lo que implica lo que llamamos “neuroplasticidad”. ¿Qué significa esto? Es la capacidad que tiene nuestro cerebro de adaptarse a las diversas situaciones en cada etapa del neurodesarrollo. Además, esta capacidad no desaparece con el paso de los años (aunque disminuya), según las últimas investigaciones realizadas en el ámbito de la neuropsicología.
¡Qué importante es conocer sobre ello! Pues implica que todos los días tenemos la oportunidad de tomar decisiones que no se constituyan en efímeras, pasajeras ni fugaces, sino que sean firmes y estables, para que nos ayuden a adquirir una adecuada inteligencia emocional. Estas dos palabras son muy usadas en esta época y se refieren a la capacidad de administrar nuestras emociones. Con la ayuda de Dios, podemos lograr desarrollarla de manera equilibrada y sabiamente.
Te invito a que juntos descubramos cómo hacerlo.
Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.
Escrito por Melissa Rojas Romero, Lic. en Psicopedagogía y especialista en Trastornos del Neurodesarrollo. Escribe desde Asunción, Paraguay.
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