Cuando Red Bull no te da alas

Cuando Red Bull no te da alas

Cuando Red Bull no te da alas

Diez claves para proyectarse al más allá.

En 1987 salió el mercado una bebida energizante llamada Red Bull. Las ventas fueron todo un éxito: millones y millones de latas se consumían en todos los lugares del mundo. Hasta el año 2014, la bebida tenía su exitoso y “marketinero” lema: “Red Bull te da alas”. Bajo este eslogan, la bebida se posicionó como un ícono de la superación y los deportes de aventura. Las “alas” mencionadas no eran más que una simple metáfora del supuesto bienestar y “elevación” mental y física que alcanzaba quien consumía este producto. 

¿No creerás tú que una bebida te daría alas de verdad y podrías volar, no es cierto? Bueno, un grupo de personas sí lo creyó y elevó a la empresa una demanda insólita: Benjamín Careathers, quien se declaró un consumidor regular de la bebida, demandó a la compañía por publicidad falsa o engañosa en agosto de 2014. 

Su argumento se basaba en el hecho de que después de diez años consumiendo Red Bull, no tenía ningún atisbo de alas, ni su rendimiento atlético o intelectual había mejorado. Además, mostró investigaciones que probaban que supuestamente una lata de Red Bull tenía menos cafeína que una taza de café. A esta causa se sumó otro grupo de clientes y se creó una demanda colectiva. Por una cuestión de imagen, la empresa no quiso llegar hasta el final y resolvió el caso fuera de la corte, prometiendo devolverle 10 dólares a cualquier cliente estadounidense que compró la bebida desde el año 2002, o 15 dólares en productos de Red Bull. Además, acordó enmendar la futura publicidad (ahora es eslogan dice “aaalas”).

Tal vez, Careathers podría haber consultado a Samuel O. Poore, un cirujano plástico y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Wisconsin, quien publicó en 2008 en la revista Journal of Hand Surgery un artículo titulado “La base morfológica de la transición brazo-ala”. Allí, planteaba un método para emplear técnicas de cirugía reconstructiva para fabricar alas humanas a partir de brazos humanos. Sin embargo, sus investigaciones mostraron que estas alas serían solo estéticas, ya que no serían capaces de generar la capacidad para elevar a una persona del suelo.

Más allá de estas situaciones extrañas, lo cierto es que ninguna bebida ni ningún implante te dará alas para volar ni llegar hasta el cielo. Sin embargo, el ser humano siempre tuvo el deseo y el impulso de subir sobre las nubes y ha “envidiado” a los pájaros. 

Las historias de superhéroes, los híbridos ave-humano han sido elementos habituales en los mitos, las leyendas, las artes y la cultura popular.

En el siglo IX, el inventor Abbás ibn Firnás construyó un par de alas con madera y seda, se las colocó, se cubrió el resto del cuerpo de plumas… y saltó desde una roca elevada. Aunque sobrevivió, se lastimó terriblemente la espalda. 

El gran Leonardo da Vinci (1452-1519) esbozó cientos de planos de máquinas voladoras con alas movidas por humanos, a las que llamó “ornitópteros”. Pero Superman no existe en la realidad, y Birdman (película que ganó el Oscar en 2015) es solo una ficción. 

Hora de despegar

Es noble tener ganas de superarse. Pero también es pertinente tener los pies sobre la tierra y evaluar las realidades que nos rodean. No se trata solamente de soñar por soñar.

Así como cuando un avión sale de un aeropuerto hacia un destino trazado, y para llegar a destino se analizan y revisan cientos de factores (humanos, mecánicos, climáticos, etc.), no es posible ir detrás de nuestros objetivos sin tener un panorama claro de las situaciones. Elevar los pies del suelo tiene un costo.

Por eso, te presentamos 10 tips para crecer y alcanzar tus metas: 

1-Evalúa tu contexto: Tener noción de la situación que te rodea (ya sea cultural, social, económica, etc.) es clave para saber desde qué base iniciaremos el viaje. Estos aspectos no deben, en sí, desanimarte, pero debes tenerlos en cuenta a la hora de empezar. Por ejemplo, si quieres ser un gran esquiador y vives en una zona tropical donde no hay nieve, tienes que evaluar la situación.

2-Evalúa tus talentos: Este análisis también es clave. No todos tenemos los mismos dones. Y aunque es cierto que los dones se desarrollan, debes tener en cuenta para qué cosas tienes mayor facilidad y qué te gusta realizar.

3-Planifica tus objetivos: No llegarás lejos si no planificas. Esto no implica tener todos los detalles ajustados y toda la vida armada de forma estructuralmente perfecta; no. Pero tienes que tener una noción básica de cómo lograr lo que te propones.

4-Pide consejos: No estás solo, y no tienes por qué iniciar tu vuelo en soledad. Consulta, dialoga, solicita ayuda. Padres, familiares, amigos, pastores, capellanes, líderes de la iglesia pueden tenderte una mano.

5-Considera los riesgos: No esperes un camino fácil ni llano. Volar tiene sus costos. Habrá sacrificios que hacer, actividades que dejar, tiempos que administrar de otra forma, etc.

6-Replantéate la situación si las cosas no salen como lo planificaste: Pocos son los que llegan a la cima en el primer intento. Generalmente el camino al éxito es sinuoso y tiene sus vueltas. Muchos aviones no logran aterrizar en el aeropuerto de destino, pero eso no impide que cumplan su misión. Tener la flexibilidad necesaria para cambiar el rumbo y adaptarse (en el buen sentido) es vital. 

7-Sigue intentando: Desde luego, debes analizar la situación, pero no debes permitir que un fracaso esporádico te desvíe de tu sueño. Si te caes o tropiezas, puedes levantarte y continuar.

8-Haz un alto en el camino: A veces no es posible avanzar frenéticamente hacia las nubes. A veces, es bueno darse un tiempo para parar y reconsiderar la situación. 

9-Capacítate: Sin dudas, nadie nace sabiendo todo. Reconocer que necesitas aprender o pulir algún área de tu vida es una señal de grandeza. ¡Anímate y supérate!

10-Ora y encomienda a Dios tus propósitos: Aparece en el punto 10, pero en realidad es el número 1 y está por sobre todo. Estudiar la Biblia y orar te conecta con Dios, la infinita fuente de sabiduría. Es el primer y gran paso para iniciar una carrera, una relación, un viaje, un trabajo o cualquier cosa que emprendas.

Jesús te da alas

Más allá de todo lo que puedas proyectar en este mundo, debes recordar que tu objetivo principal es llegar al Cielo para vivir eternamente con Jesús. La felicidad no consiste en acumular elementos materiales, sino es prepararse y preparar a otros para la vida eterna.

Jesús murió por ti. Resucitó. Ahora está en el Cielo intercediendo por ti. Quiere darte una vida nueva. Y quiere que estés listo para cuando él regrese. ¡Entonces sí podremos volar! 

Él es el único que te da alas; para ayudarte a superar tus vicios, a vencer tus malos hábitos y a limpiarte de pecado, para transportarte con él a las mansiones celestiales cuando Cristo venga por segunda vez. La Biblia dice esto en 1 Tesalonicenses 4:13 al 18 (DHH): “No queremos que se queden sin saber lo que pasa con los muertos, para que ustedes no se entristezcan como los otros, los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en él. Por esto les decimos a ustedes, como enseñanza del Señor, que nosotros, los que quedemos vivos hasta la venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. Porque se oirá una voz de mando, la voz de un arcángel y el sonido de la trompeta de Dios, y el Señor mismo bajará del cielo. Y los que murieron creyendo en Cristo, resucitarán primero; después, los que hayamos quedado vivos seremos llevados, juntamente con ellos, en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire; y así estaremos con el Señor para siempre. Anímense, pues, unos a otros con estas palabras”.

Qué mensaje maravilloso. Nada, ni la muerte, impedirá que disfrutemos la vida eterna con Dios. Sueña en grande ahora y prepárate para el Cielo, porque proyectarse más allá del materialismo reinante también es vivir bien. 

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

¡Felicitaciones! No eres perfecto

¡Felicitaciones! No eres perfecto

¡Felicitaciones! No eres perfecto

¡No eres un producto ni una publicidad!

Parece contradictorio que alguien te felicite porque no eres perfecto. Pero no es irónico ni sarcástico, ¡es realmente es un elogio!

¿Por qué buscamos tanto ser perfectos? Básicamente, por la presión social, por los estereotipos, por nuestras inseguridades. Buscamos continuamente agradar a otros o a nosotros mismos, al punto que pensamos que debemos sí o sí hacer todo sin errores… o llegar a ser de tal o cual forma… o tener tales medidas o alcanzar tantos objetivos. 

Incluso, a veces la “perfección” se puede ver reflejada en aquellos a quienes uno admira. Quizá por su simpatía, por su manera de hablar, por cómo encaran las dificultades, por su atractivo físico, por la posición que ocupan, y la lista sería inagotable. Sin embargo, esas mismas personas pueden admirar a otros, y así la cadena continúa.

Intentar llegar a la perfección no es saludable. No me malentiendas: debemos buscar crecer diariamente, superarnos, alcanzar nuevas metas y ser mejores personas; pero también debemos comprender que somos seres humanos, con debilidades y flaquezas. Somos todos diferentes, y tenemos distintos desafíos, aspectos positivos y aspectos a mejorar. Si constantemente evaluamos nuestra vida con la perfección como regla, jamás seremos felices, porque nunca estaremos a la altura.

Es desgastante vivir así. Muchos se aíslan porque consideran que no encajarán jamás en un grupo de amigos; otros se autolesionan por no sentirse suficientemente atractivos. A pesar de que como sociedad hemos avanzado al hablar de los estereotipos, de las modas, de aquello que antes se creía que era el ideal, en el cerebro aún cuesta que esto encuentre lugar. 

Podemos hablar muchísimo sobre los peligros de los estereotipos y sobre la autoestima, y quizás incluso podemos aconsejar a otros; pero si esta lucha no la libramos a diario, seguramente estaremos vencidos.

Cuanto antes aceptes tus errores y tus límites, tus expectativas pueden tomar un rumbo más real. Cuando aceptas que no eres perfecto tienes la oportunidad de seguir creciendo, de avanzar, de darte la oportunidad de aprender cosas nuevas, de amarte, de ser tú mismo. Cuando aceptes esto dejarás de castigarte, de tratar de agradar a todos, de lograr las expectativas de otros o las tuyas propias. Las imaginaciones del corazón nublan la vista, y más cuando la mirada está fijada en uno. 

¿Cómo lograr esto? ¡No es nada sencillo! Es una lucha día a día, momento a momento. 

Primero, busca la ayuda de Dios, quien puede ayudarte. Luego, cuando te plantees expectativas, toma en cuenta tus talentos y tus límites; no intentes alcanzar estereotipos, no son reales. Tampoco busques ser otra persona: sé auténtico, sé tú mismo. 

Tercero, busca pensar en los errores como aspectos a mejorar. Siempre hay lugar para crecer, para aprender. No te castigues. Busca mirarte con cariño. Quizás haya características físicas o de personalidad que no te agraden, y a todos nos pasa; intenta buscar aquellas que sí te agraden y centra en ellas tu atención. De a poco, podrás mejorar o aceptar las otras. Y muchas veces, eso es lo que necesitamos.

En cuarto y último lugar, recuerda: no eres un producto ni una publicidad. Eres un ser humano. Eres una persona en proceso de avance y crecimiento continuo, tomado de la mano de Dios.  

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Jimena Valenzuela. Magíster en Resolución de Conflictos y capellana en el Instituto Adventista de Avellaneda, Bs. As., Argentina. @jime.valenzuela_

La ciudad del fin del mundo

La ciudad del fin del mundo

La ciudad del fin del mundo

Lecciones de un viaje.

En uno de mis últimos viajes antes de la pandemia tuve el agrado de conocer la ciudad de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego, Argentina. Esta ciudad se ubica al sur del país y se la considera la ciudad más austral de la Argentina. Por eso le dicen “la ciudad del fin del mundo”. 

Se trata de un lugar rodeado de montañas, con una calle principal donde se encuentran los grandes negocios. La vista es hermosa, y además tiene un lago enfrente. Hay varias atracciones turísticas para visitar, y muchos cruceros se detienen allí antes de seguir viaje a la Antártida. 

Por otra parte, tiene grandes bellezas naturales, como el Cerro Castor, el Parque Nacional Tierra del Fuego, el Canal Beagle y el Glaciar Martial. Durante las visitas guiadas, aprendí que la provincia se llama Tierra del Fuego por las fogatas que los nativos hacían para combatir el frío y que los marineros divisaban desde la costa. Pensé en cómo una fogata podía aportar mucha luz y calor en la inmensa oscuridad. Como cristianos, la Biblia nos invita a ser la luz que el mundo necesita para conocer las maravillas de Dios. “Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: ‘te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra’ ” (Hech. 13:47).

Además, tuve el gusto de visitar el presidio, que se encuentra en las afueras de la ciudad. Este lugar estuvo en funcionamiento por varias décadas, y albergó a los más peligrosos criminales del país. Para mi sorpresa, descubrí que en una época los reos no pasaban todo el día encerrados en las celdas, sino que hacían distintas actividades de recreación como tocar en una banda, hornear pan y proveer electricidad al pueblo. Esto benefició a toda la ciudad. Reflexioné sobre la posibilidad de cambiar una mala situación, como estar preso, en algo maravilloso, como crear una ciudad moderna. Por más terrible que sea nuestra situación, Dios tiene el poder de cambiarla y que sea una bendición: “Jehová tu Dios cambió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba” (Deut. 23:5). 

Algunos presos también salían al bosque todos los días a recoger leña para hacer funcionar las máquinas y construir caminos. En principio iban a pie, y luego se compró un ferrocarril para facilitar el transporte. Este tren es el denominado “El tren del fin del mundo”, y me sorprendió ver lo bien que se conserva; ahora es una atracción turística. El paseo es maravilloso, y se puede ver el bosque donde iban los presos, y una cascada de agua que desciende de la montaña. El tren termina dentro de un parque nacional y es posible descender y caminar un rato. Se puede recorrer senderos y ver la flora y la fauna del lugar. Me sorprendió ver un pájaro carpintero, con su cresta colorada. Era la primera vez que lo veía en vivo y en directo. Era muy pequeño, y tenía hermosos colores. Sabemos que, aunque estos animales no trabajan ni recogen en graneros, Dios cuida de ellos y les provee de continuo el alimento que necesitan.

Al seguir con la historia del presidio, notamos que luego de unos años se tomó la decisión de cerrarlo y trasladar a los reclusos a otras instalaciones. En la actualidad, es un centro turístico que personas de todo el mundo visitan muy a menudo. Cuando lo visité, pude sentir el calor y la amabilidad de las personas que trabajan allí. Pocos rastros quedan de aquel oscuro y frío penal.

Otra de las principales atracciones de esta ciudad es el “Faro del fin del mundo”. Se lo puede visitar en barco y sacar una hermosa postal fotográfica del lugar. Seguro están pensando que este faro irradiaba una luz que guiaba a los barcos al puerto, pero lamentablemente no fue así. La guía de turismo nos contó que el faro funcionaba con lámparas de aceite, pero como eran pocas, no daban una gran luz. Además, está ubicado en un lugar donde las nubes podían taparlo. De nuevo encontré una reflexión para compartirles. Recordé la parábola de las diez vírgenes y cómo algunas tuvieron la luz necesaria para alumbrar el camino. Definitivamente, todas tenían sus lámparas, pero algunas tenían aceite y otras no. Elena de White nos brinda luz sobre este aspecto: “Las lámparas representan la Palabra de Dios. El salmista dice: ‘Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino’ (Sal. 119:105). […] En la parábola, todas las vírgenes salieron a recibir al esposo. Todas tenían lámparas y vasijas para aceite. Por un tiempo parecía no haber diferencia entre ellas. Tal ocurre con la iglesia que vive precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Todos tienen el conocimiento de las Escrituras. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y esperan confiadamente su aparición. Pero, así como ocurrió en la parábola ocurre hoy en día. Interviene un tiempo de espera, la fe es probada; y cuando se oye el clamor: ‘He aquí, el esposo viene; salid a recibirle’, muchos no están listos” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 282, 283). Busquemos a Dios todos los días, y tengamos nuestras lámparas llenas de aceite para presenciar el regreso de nuestro Señor.

Cuando volví a mi casa, traje muchos recuerdos y fotos preciosas. Además de aprender la historia de la ciudad de Ushuaia, pude aprender cómo Dios se ocupa de cada detalle de su creación en todo el mundo. Me siento segura al saber que él siempre me acompaña dondequiera que vaya. 

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Evelyn Dura, miembro de la Iglesia Adventista de Morón, Bs. As., Argentina.

Hoy: La isla de San Andrés

Hoy: La isla de San Andrés

Hoy: La isla de San Andrés

Conocida como la isla del mar de los siete colores, la Isla San Andrés está situada frente a Nicaragua, pero pertenece a Colombia. Aunque el idioma oficial es el español, los habitantes del lugar hablan el creol, una mezcla dialéctica entre el español, el inglés y dialectos africanos.

La mejor época para visitarla es durante la temporada seca, por eso decidí viajar en enero, desde el aeropuerto de Bogotá, la capital de Colombia. Para ingresar a la zona insular se debe pagar un impuesto de 30 dólares aproximadamente. El vuelo de Bogotá a la isla tiene una duración de dos horas y cuarto.

Con respecto al hospedaje, existe una gran oferta hotelera. En mi caso, me alojé en el hostel “El Viajero San Andrés”, que me dio una gran oportunidad de conocer personas de distintas partes del mundo y recorrer con ellos los atractivos turísticos.

Como la longitud de la isla es de apenas doce kilómetros, se la puede recorrer en unas tres horas, de dos maneras diferentes: contratando una bus o una camioneta con guía de habla hispana, o alquilar un carro de golf (para cuatro pasajeros) conducido por el propio turista, lo que permite disponer del tiempo a gusto. Con los compañeros de viaje que conocí en el hostel optamos por esta última opción. A pesar de ser una isla relativamente pequeña, tiene varios puntos turísticos:

• Visita a playas como la San Luis, Soun bay y Cocoplum, entre otras. Desde esta última playa se puede visitar un islote rocoso simplemente caminando.

• Nadar en la piscina natural y visitar el parque ecoturístico que se encuentra frente a esta.

• Divertirse en el hoyo soplador. Cuando hay marea alta se forma una fuente donde se puede tomar una ducha natural.

• Visita al parque regional Johnny Cay enfrente de la playa del Centro de San Andrés.

Por último, una excursión que no debe faltar es la visita al acuario “natural”. Se accede con embarcaciones, y algunas agencias ofrecen tours para ver a las mantarrayas que viven cerca de la isla.

En una de las calles principales se encuentra la Iglesia Adventista, a la cual se puede asistir el sábado por la mañana. La feligresía es muy activa, hay clubes de Conquistadores y el Colegio Modelo Adventista San Andrés. El estar entre hermanos de una región tan distante, pero con la misma fe, me recordó el consejo del apóstol Pedro: “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes” (1 Ped. 3:8).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Analía Giannini, docente de Ciencias Naturales, nutricionista, escritora y viajera incansable.

¿Qué estás haciendo? ¡No pierdas más el tiempo!

¿Qué estás haciendo? ¡No pierdas más el tiempo!

¿Qué estás haciendo? ¡No pierdas más el tiempo!

Una “hippie” trotamundos que fue llamada por Dios para servir.

Hace ya varios años leí un cuento de Julio Cortázar que se llamaba “Instrucciones de cómo subir una escalera”. Hay cosas que para algunos son naturales, lógicas y obvias; pero otros necesitamos instrucciones. 

En mi vida espiritual, he notado cómo Dios me mostró cuándo y cómo subir el siguiente peldaño. Admito que a veces no era consciente de que estaba subiendo una escalera. Pero hoy, mirando hacia atrás, puedo ver el crecimiento. Desde la altura se aprecian más cosas, se ve el panorama completo. Sin embargo, es en el detalle, en el peldaño a peldaño, donde más noto el amor de un Dios cuyos planes son perfectos y precisos.

Me gradué en 2013 como licenciada en Turismo. En diciembre de ese año emprendí un viaje como mochilera, en el que recorrí seis países de Sudamérica. Esta podría llamarse la etapa “hippie” de mi vida. Solía decir que quería viajar para “encontrarme conmigo misma”. Lo que jamás imaginé fue que viajar me llevaría a encontrarme con Dios. 

Recuerdo que estaba “haciendo dedo” (solicitando que alguien que pasara por el camino me transportara de manera gratuita) en el Amazonas brasileño. Y allí Dios me llamó: “Nati, ¿qué estás haciendo? No pierdas más tiempo. Sígueme”. De ahí en adelante puedo decir que volví a nacer. Pero imagínense lo que es para un bebé aprender a subir una escalera: tuve tropezones y el crecimiento fue lento. Pero Jesús estuvo ahí, dándome la mano en cada escalón.

Entre 2015 y 2019 viví en la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina. Fue allí donde me involucré en actividades misioneras de la Iglesia Adventista de Palermo. También fui voluntaria para una Organización no gubernamental. Siempre me gustó ayudar… aunque admito que, a veces, lo tomaba como una terapia. 

Mi deseo de viajar seguía vigente. Sentía que ya estaba en condiciones de subir una escalera cual inca en Machu Picchu. Empecé a averiguar, y encontré el SVA (Servicio Voluntario Adventista); un programa de nuestra iglesia que brinda la posibilidad de servir de diversas maneras en instituciones adventistas alrededor del mundo. Me inscribí, y en 2020 Dios me bendijo llevándome a Ecuador, más precisamente, al ITSAE-CADE. Allí colaboré en la formación de una Academia de Idiomas, y dicté algunas materias para las carreras de Enfermería y Contabilidad. 

Siempre digo que el voluntariado es un camino de ida. Una cosa lleva a la otra y, de repente, en 2021, fui una de las primeras voluntarias online, dando clases de inglés para un centro de influencia de Kazajistán. De agosto a diciembre de ese año fui convocada a coordinar uno de los grupos OYIM, en Famaillá, Tucumán, Argentina. 

Hoy en día, mayo de 2022, me encuentro en Uzbekistán, en el corazón de Asia Central; como una de las primeras voluntarias adventistas en venir a este país. 

“Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida, aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente”, escribió Cortázar.

Podría parafrasear el párrafo y decir esto: “Las escaleras se suben con la vista en el Cielo y los pies sobre la Tierra. Hacia atrás solo debemos mirar para recordar cómo Dios nos ha guiado y cuidado. Al costado, para ayudar a los demás. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, con la cabeza erguida como hijos del Rey del universo, aunque no tanto que los ojos dejen de ver a quien está a mi lado y necesita una mano. La respiración debe ser lenta y regular, recordando en cada inspiración la gracia de Jesús, que estamos subiendo esta escalera solo por su misericordia, y que en la cima nos espera su abrazo infinito”.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Natalia Díaz, Lic. en Turismo y misionera voluntaria en Uzbekistán.