Hábitos saludables: ¡basta de teoría!
Seguimos junto al Plan Maestro de Desarrollo Espiritual de Salud. En este trimestre nos dedicamos a pensar en cómo mejorar de manera práctica en el aspecto físico.
Según datos oficiales, hasta septiembre de 2021, en el mundo habían muerto por COVID 19 algo más de 4.700.000 personas. ¡Sin duda, una cifra preocupante! Pero ¿sabías que cada año cerca de 21 millones de personas mueren por paros cardíacos, accidentes cerebrovasculares y cáncer?
“¡Pero yo soy joven!”, dirás. “No quiero saber nada de estas cosas”. Tú no tienes la culpa por atravesar una pandemia, pero sí eres responsable por tu cuerpo y por tu salud física.
La realidad indica que muchas de las muertes por los motivos mencionados podrían haberse prevenido con un estilo de vida saludable.
Claro que para lograr esto no solo hay que tomar conciencia, hay que pasar de la teoría a la práctica. Creo que todos sabemos cuáles son los remedios naturales, e incluso hemos hablado de ellos en esta sección.
Si no los recuerdas, te los resumo: luz solar, agua, ejercicio, alimentación sana, temperancia, descanso y confianza en Dios.
Ahora bien, todo muy lindo con la teoría. El punto clave es cómo podemos llevar a la práctica todo el conocimiento que tenemos.
SIETE pasos prácticos para tener bienestar integral
En el libro Poder para cambiar, el doctor César Augusto Gálvez nos presenta un plan detallado para no quedarse estancado en el papel, y hacer que nuestra vida sea mejor.
¿Estás listo? ¿Te parece iniciar el año con estas ideas? ¡Arrancamos!
Paso 1: Establece tu objetivo de conducta
Ante todo, reflexiona sobre cuál es la conducta negativa que quieres erradicar y cuál es la conducta positiva que quieres implementar. Por ejemplo, la conducta negativa sería: “No hacer ejercicio” y la positiva: “Salir a correr al menos tres veces por semana”.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta algo: la nueva conducta debe ser alcanzable. Siguiendo con el ejemplo anterior, si nunca has salido a trotar, no esperes que en pocas semanas estés listo para correr el maratón de 42 km. Esta nueva conducta debe ser, ante todo, inteligente. En inglés, la palabra “inteligente” es smart. Y esta palabra nos da una sigla interesante. Tu objetivo de conducta debe ser SMART, es decir Specific (específica), Measurable (medible), Achievable (alcanzable), Realistic (realista) y Time bound (enmarcada en el tiempo).
Paso 2: Establece antecedentes de lo que quieres cambiar
Ahora es el tiempo de responder las siguientes preguntas: ¿Por qué soy lo que soy? ¿Por qué hago esto? ¿Por qué me involucré en esta práctica negativa o arriesgada? Las respuestas se denominan “antecedentes”. El objetivo es buscar todos los hechos, factores o condicionantes pasados y presentes que facilitaron la iniciación y la instalación de una conducta negativa que deseas cambiar hoy.
La razón por la cual es importante identificar los antecedentes es tomar conciencia de la dimensión real de la conducta en sí misma. Esta identificación de las raíces de una conducta es el primer paso para controlarla. No podemos cambiar lo que no entendemos, pero lo que entendemos mejor lo podemos cambiar más fácilmente. Esto es similar al proceso de desenterrar un árbol: los expertos exponen todas las raíces a fin de conocer la dimensión y el área de cobertura del trabajo, y a fin de seleccionar la estrategia correcta para eliminar cada pieza del árbol.
Siguiendo con el ejemplo de por qué no haces ejercicio físico, un antecedente podría ser: “Porque la última vez que lo hice me lesioné”.
Paso 3: Evaluar las consecuencias de una conducta negativa
Tal vez no sea grato, pero es hora de identificar y hacer una lista de las posibles consecuencias de una conducta no saludable (no solo físicas, sino también emocionales, sociales, etc.). Tal vez ya estés padeciendo esas consecuencias de una manera o de otra.
Continuando con el ejemplo: Al no hacer actividad física, puedes sentirte cansado al realizar el más mínimo esfuerzo, puedes aumentar de peso y contraer alguna enfermedad grave.
Paso 4: Evaluar los beneficios de una conducta positiva
Nos encontramos en un lugar mucho más agradable: el de visualizar los beneficios. Esta lista debe ser amplia y generosa, a fin de cultivar una actitud positiva hacia la nueva conducta por implementar.
La identificación de las consecuencias y el descubrimiento de los beneficios activan importantes mecanismos y procesos de cambio.
Paso 5: Planifica tu cambio
Nos encontramos, tal vez, ante el paso más importante de este proceso. Este es el momento en que desarrollas la habilidad de planificar tu conducta; y al planificar tu nueva conducta, estás empezando a controlarla. Al hacer todo esto, estás capacitando a tu cerebro para que se mueva en la nueva dirección.
Así, deberás responder ciertas preguntas. Con la pregunta QUÉ, puedes describir lo que harás específicamente para practicar o aplicar tu conducta-meta. En la pregunta CUÁNDO, ubicas tu conducta en una línea de tiempo en la que estableces un momento específico para comenzarla y para finalizarla. En la pregunta DÓNDE, ubicas la conducta deseable en el contexto de un lugar específico. En la pregunta CON QUIÉN, mencionas a la persona o las personas con las que realizarás la conducta deseable.
Por ejemplo, si saldrás a correr, tu programación podría ser:
- ¿Qué? Correr durante 30 minutos.
- ¿Cuándo? Martes y jueves.
- ¿Dónde? En el parque.
- ¿Con quién? Con dos amigos.
Paso 6: Refuerza tu cambio
¡Al fin llegamos a la etapa de la recompensa! Es una forma de “premio” (que te das a ti mismo o que los demás te dan) por el logro alcanzado. El refuerzo es un paso importante. Puede tratarse de algo tangible (un objeto) o inmaterial (palabras de aliento). Por ejemplo, si has empezado a correr, puedes comprarte unas nuevas zapatillas, anotarte en una carrera de 5 km donde te dan una medalla por participar, o comprar una remera de una talla inferior, dado que has bajado de peso.
Otra recompensa puede ser la mejora de tu figura, lo que repercutirá también en la elevación de tu autoestima.
Paso 7: Comprométete con tu cambio
¡Llegaste al último paso! Ahora ha llegado el momento de concluir la planificación y pasar a la fase de acción y práctica real de tu nueva conducta. Para hacerlo, deberás comprometerte y seleccionar un lema que te motive. Continuando con el ejemplo de correr, tu lema podría ser: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13) o “Prosigo a la meta” (Fil. 3:14).
Desde luego, en todos los pasos puedes orar a Dios para pedirle que te ayude a cumplir con cada etapa. No estás solo, tu Creador quiere ayudarte a sostener tus decisiones.
Dice el Dr. Gálvez: “La dinámica de la salud y la enfermedad en relación con las leyes de salud de Dios explican en gran medida la presencia de felicidad y de miseria en nuestro mundo” (p. 126).
No dejes pasar la oportunidad de empezar este nuevo año tomando buenas decisiones. Recuerda que cuidar tu salud es vivir bien.
Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.
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