Cuando Red Bull no te da alas

Cuando Red Bull no te da alas

Cuando Red Bull no te da alas

Diez claves para proyectarse al más allá.

En 1987 salió el mercado una bebida energizante llamada Red Bull. Las ventas fueron todo un éxito: millones y millones de latas se consumían en todos los lugares del mundo. Hasta el año 2014, la bebida tenía su exitoso y “marketinero” lema: “Red Bull te da alas”. Bajo este eslogan, la bebida se posicionó como un ícono de la superación y los deportes de aventura. Las “alas” mencionadas no eran más que una simple metáfora del supuesto bienestar y “elevación” mental y física que alcanzaba quien consumía este producto. 

¿No creerás tú que una bebida te daría alas de verdad y podrías volar, no es cierto? Bueno, un grupo de personas sí lo creyó y elevó a la empresa una demanda insólita: Benjamín Careathers, quien se declaró un consumidor regular de la bebida, demandó a la compañía por publicidad falsa o engañosa en agosto de 2014. 

Su argumento se basaba en el hecho de que después de diez años consumiendo Red Bull, no tenía ningún atisbo de alas, ni su rendimiento atlético o intelectual había mejorado. Además, mostró investigaciones que probaban que supuestamente una lata de Red Bull tenía menos cafeína que una taza de café. A esta causa se sumó otro grupo de clientes y se creó una demanda colectiva. Por una cuestión de imagen, la empresa no quiso llegar hasta el final y resolvió el caso fuera de la corte, prometiendo devolverle 10 dólares a cualquier cliente estadounidense que compró la bebida desde el año 2002, o 15 dólares en productos de Red Bull. Además, acordó enmendar la futura publicidad (ahora es eslogan dice “aaalas”).

Tal vez, Careathers podría haber consultado a Samuel O. Poore, un cirujano plástico y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Wisconsin, quien publicó en 2008 en la revista Journal of Hand Surgery un artículo titulado “La base morfológica de la transición brazo-ala”. Allí, planteaba un método para emplear técnicas de cirugía reconstructiva para fabricar alas humanas a partir de brazos humanos. Sin embargo, sus investigaciones mostraron que estas alas serían solo estéticas, ya que no serían capaces de generar la capacidad para elevar a una persona del suelo.

Más allá de estas situaciones extrañas, lo cierto es que ninguna bebida ni ningún implante te dará alas para volar ni llegar hasta el cielo. Sin embargo, el ser humano siempre tuvo el deseo y el impulso de subir sobre las nubes y ha “envidiado” a los pájaros. 

Las historias de superhéroes, los híbridos ave-humano han sido elementos habituales en los mitos, las leyendas, las artes y la cultura popular.

En el siglo IX, el inventor Abbás ibn Firnás construyó un par de alas con madera y seda, se las colocó, se cubrió el resto del cuerpo de plumas… y saltó desde una roca elevada. Aunque sobrevivió, se lastimó terriblemente la espalda. 

El gran Leonardo da Vinci (1452-1519) esbozó cientos de planos de máquinas voladoras con alas movidas por humanos, a las que llamó “ornitópteros”. Pero Superman no existe en la realidad, y Birdman (película que ganó el Oscar en 2015) es solo una ficción. 

Hora de despegar

Es noble tener ganas de superarse. Pero también es pertinente tener los pies sobre la tierra y evaluar las realidades que nos rodean. No se trata solamente de soñar por soñar.

Así como cuando un avión sale de un aeropuerto hacia un destino trazado, y para llegar a destino se analizan y revisan cientos de factores (humanos, mecánicos, climáticos, etc.), no es posible ir detrás de nuestros objetivos sin tener un panorama claro de las situaciones. Elevar los pies del suelo tiene un costo.

Por eso, te presentamos 10 tips para crecer y alcanzar tus metas: 

1-Evalúa tu contexto: Tener noción de la situación que te rodea (ya sea cultural, social, económica, etc.) es clave para saber desde qué base iniciaremos el viaje. Estos aspectos no deben, en sí, desanimarte, pero debes tenerlos en cuenta a la hora de empezar. Por ejemplo, si quieres ser un gran esquiador y vives en una zona tropical donde no hay nieve, tienes que evaluar la situación.

2-Evalúa tus talentos: Este análisis también es clave. No todos tenemos los mismos dones. Y aunque es cierto que los dones se desarrollan, debes tener en cuenta para qué cosas tienes mayor facilidad y qué te gusta realizar.

3-Planifica tus objetivos: No llegarás lejos si no planificas. Esto no implica tener todos los detalles ajustados y toda la vida armada de forma estructuralmente perfecta; no. Pero tienes que tener una noción básica de cómo lograr lo que te propones.

4-Pide consejos: No estás solo, y no tienes por qué iniciar tu vuelo en soledad. Consulta, dialoga, solicita ayuda. Padres, familiares, amigos, pastores, capellanes, líderes de la iglesia pueden tenderte una mano.

5-Considera los riesgos: No esperes un camino fácil ni llano. Volar tiene sus costos. Habrá sacrificios que hacer, actividades que dejar, tiempos que administrar de otra forma, etc.

6-Replantéate la situación si las cosas no salen como lo planificaste: Pocos son los que llegan a la cima en el primer intento. Generalmente el camino al éxito es sinuoso y tiene sus vueltas. Muchos aviones no logran aterrizar en el aeropuerto de destino, pero eso no impide que cumplan su misión. Tener la flexibilidad necesaria para cambiar el rumbo y adaptarse (en el buen sentido) es vital. 

7-Sigue intentando: Desde luego, debes analizar la situación, pero no debes permitir que un fracaso esporádico te desvíe de tu sueño. Si te caes o tropiezas, puedes levantarte y continuar.

8-Haz un alto en el camino: A veces no es posible avanzar frenéticamente hacia las nubes. A veces, es bueno darse un tiempo para parar y reconsiderar la situación. 

9-Capacítate: Sin dudas, nadie nace sabiendo todo. Reconocer que necesitas aprender o pulir algún área de tu vida es una señal de grandeza. ¡Anímate y supérate!

10-Ora y encomienda a Dios tus propósitos: Aparece en el punto 10, pero en realidad es el número 1 y está por sobre todo. Estudiar la Biblia y orar te conecta con Dios, la infinita fuente de sabiduría. Es el primer y gran paso para iniciar una carrera, una relación, un viaje, un trabajo o cualquier cosa que emprendas.

Jesús te da alas

Más allá de todo lo que puedas proyectar en este mundo, debes recordar que tu objetivo principal es llegar al Cielo para vivir eternamente con Jesús. La felicidad no consiste en acumular elementos materiales, sino es prepararse y preparar a otros para la vida eterna.

Jesús murió por ti. Resucitó. Ahora está en el Cielo intercediendo por ti. Quiere darte una vida nueva. Y quiere que estés listo para cuando él regrese. ¡Entonces sí podremos volar! 

Él es el único que te da alas; para ayudarte a superar tus vicios, a vencer tus malos hábitos y a limpiarte de pecado, para transportarte con él a las mansiones celestiales cuando Cristo venga por segunda vez. La Biblia dice esto en 1 Tesalonicenses 4:13 al 18 (DHH): “No queremos que se queden sin saber lo que pasa con los muertos, para que ustedes no se entristezcan como los otros, los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en él. Por esto les decimos a ustedes, como enseñanza del Señor, que nosotros, los que quedemos vivos hasta la venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. Porque se oirá una voz de mando, la voz de un arcángel y el sonido de la trompeta de Dios, y el Señor mismo bajará del cielo. Y los que murieron creyendo en Cristo, resucitarán primero; después, los que hayamos quedado vivos seremos llevados, juntamente con ellos, en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire; y así estaremos con el Señor para siempre. Anímense, pues, unos a otros con estas palabras”.

Qué mensaje maravilloso. Nada, ni la muerte, impedirá que disfrutemos la vida eterna con Dios. Sueña en grande ahora y prepárate para el Cielo, porque proyectarse más allá del materialismo reinante también es vivir bien. 

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

El infierno son los otros

El infierno son los otros

El infierno son los otros

Diez consejos para hacer de este mundo un pedacito de cielo.

“No quiero salir más, ni quiero tener contacto con nadie presencialmente”. La alegría que caracterizaba a Juan (es un seudónimo, no el nombre real del protagonista de esta historia) había desaparecido por completo. El aislamiento que tuvo que guardar debido a la pandemia de la COVID-19 lo llenó de temor. Ese ser sociable, al que le gustaba conversar personalmente con sus amigos y hacer miles de actividades, se volvió solitario y hostil, aun cuando (con las adecuadas medidas sanitarias, como el uso del barbijo y el distanciamiento social) se reiniciaron las actividades en la iglesia y en la escuela bajo la llamada “nueva normalidad”.

Para Juan, todo había cambiado. Ya no era el de antes. Por miedo al contagio (aunque estaba vacunado), veía en cada persona alguien que podía contagiarlo. Así, se fue aislando cada vez más, al punto de no querer salir de su habitación.

¿Conoces a alguien como Juan? ¿O tal vez tú eres como él? Hay una realidad innegable: Esta pandemia nos ha vuelto más solitarios y distantes entre nosotros. Por diversas causas, tenemos la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos y de pensar solo en nosotros, olvidándonos de todas las ventajas que implica la vida en comunidad.

Una frase muy famosa

El filósofo francés Jean-Paul Sartre (1905-1980) es el autor de la famosa frase “El infierno son los otros”. Quizá calificar de “infierno” a la gente que nos rodea sea algo exagerado, pero sí es verdad que a veces lo último que queremos es encontrarnos con determinadas personas, y que haríamos lo que fuese por no tener que intercambiar una conversación o compartir una actividad con ellas. Es cierto, también, que a veces necesitamos momentos de soledad para pensar y repensar decisiones. No obstante, si tenemos o sentimos rechazo por la compañía humana, estamos en problemas.

En tiempos de pandemia y encierro por coronavirus, de obligatoriedad de uso de barbijos, de personas que maltratan a los médicos con los que comparten el edificio, ¿se actualiza aquel postulado sartreano de que “El infierno son los otros”? ¿O el infierno es el virus? ¿O somos nosotros mismos, que creemos que los demás valen menos que nosotros y no los consideramos correctamente?

Normalizando lo que no está bien

Las restricciones de reuniones en espacios públicos y el trato libre cara a cara se han alterado durante la pandemia de la COVID-19. Mantener la distancia física para prevenir el contagio modificó la manera de relacionarnos con los demás en todos los ámbitos (familiar, laboral, educativo, afectivo, etc.), y nos llevó a pensar, en algunos casos, que no necesitamos de nadie para ser felices. Grave error.

Por la COVID-19, del espacio público y las interacciones cara a cara se pasó a la comunicación mediante pantallas. Y pensamos que esto es lo adecuado y que siempre será así.

Para no normalizar lo que no está bien, te proponemos los siguientes tips. 

  1. Mantén el equilibro. Que las pantallas o los medios tecnológicos para comunicarte con los demás no sean tu único medio de relacionarte con los otros. Usa las nuevas tecnologías de manera equilibrada.
  2. ¡Reactívate! En la medida de lo posible (con los pertinentes cuidados y hasta donde las reglamentaciones del lugar donde vives te lo permitan), organiza encuentros con algunos amigos cercanos para pasear, caminar, salir a comer, o –simplemente– conversar. Poco a poco, reinicia tus actividades sociales.
  3. No tengas temor. Esto te paraliza y te obnubila. No te deja actuar. Sí, ten precaución y cuidado. Pero no pierdas la oportunidad de volver a relacionarte cara a cara y de compartir conversaciones y momentos con tus amigos.
  4. No te quedes atrás. Seguramente, las prácticas de tu equipo de fútbol (o de algún otro deporte) ya retomaron; algo similar ha sucedido con la práctica de algún instrumento o el ensayo de coro. Involúcrate en estas actividades si ya lo hacías antes.
  5. No te olvides de la empatía. ¿Qué significa esto? Es ponerse en el lugar del otro y fortalecer el interés por los demás, a fin de construir relaciones duraderas y asegurar un clima afectivo positivo en la iglesia, la escuela o la familia. Esta actitud implica una disciplina que implica comprender a los demás.
  6.  Confía y practica la confianza. Un aspecto esencial para fortalecer y mantener las relaciones con los demás es ser confiable. Para conseguirlo, debemos mantener la integridad en cuanto a nuestras opiniones y acciones, evitando cambiar constantemente de ideas respecto de lo que decimos o hacemos.
  7. Aprende a escuchar. Para mantener buenas relaciones con los demás, es necesario practicar una escucha activa, que consiste en atender el discurso de las otras personas sin interrumpir y dar señales de atender con interés lo que se dice.
  8. Si tienes que criticar, critica en privado. Jamás uses las redes sociales para criticar a un amigo. Dicho de otro modo, si tienes algo malo para decir, hazlo de manera personal y privada.
  9. Ten y mantén el buen humor. Si bien es cierto que hay problemas y tristezas, a nadie le gusta relacionarse (personal o virtualmente) con una persona que está todo el tiempo quejándose. Sé alegre y difunde alegría. Aun en medio de las crisis, aprende a compartir con los demás lo bueno de cada situación y la lección que puedes sacar de ella.
  10. Mantén el contacto. Algo importante para llevarse bien con el resto de personas consiste en tomarnos el tiempo necesario para ver cómo están los demás. Aunque parezca una cuestión bastante obvia, en ocasiones los días se pasan y no tenemos noticias de alguno de nuestros amigos… Puedes hacerles una llamada, escribirles algunos mensajes o ir a visitarlos, a fin de comprobar que se encuentran bien. Ten un trato cercano.

Un cielo aquí, en la Tierra

Es cierto que estamos en un mundo complicado, lleno de pandemias, guerras, enfermedades y muertes. Más allá de esto, Dios nos creó como seres sociales. Nuestra familia, nuestros amigos y quienes nos rodean están lejos de constituirse en un infierno para nosotros. Al contrario. Si sabemos cultivar las relaciones, la compañía de los demás bien puede volverse un pedacito de cielo en esta Tierra.

Por eso, recordemos y valoremos estos dos consejos bíblicos:

“Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante!” (Ecl. 4:9, 10, DHH).

“Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca” (Heb. 10:24, 25, DHH).

Recuerda que relacionándote de forma adecuada con los demás puedes tener una vida social agradable, y eso es vivir bien.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.

La cadena del elefante

La cadena del elefante

La cadena del elefante

Un componente vital para cuidar y mejorar tu salud emocional es la alegría. ¿Qué hacer para obtenerla y conservarla?

Los cuidadores de los zoológicos suelen atar a los elefantes adultos con una cadena de metal a una delgada estaca de madera clavada en el suelo. El elefante, que puede pesar en su edad adulta unos cinco mil kilos, podría romper la cadena y escaparse sin esfuerzo. Pero, no lo hace; ni siquiera lo intenta. ¿Por qué? Porque cuando el elefante era pequeño, los domadores utilizaban los mismos métodos. En ese momento, una cadena y una simple estaca en el suelo podían retener al elefante e impedir que este pudiera escapar por más que se esforzara.

Al crecer, el elefante asumió que era imposible romper la cadena que lo ataba, pues anteriormente no pudo hacerlo. Cuando ahora el elefante ve esa cadena, recuerda lo que aprendió en sus primeros años. No es cierto que hoy no pueda escapar; pero no importa que sea cierto o no, importa que él cree que no puede escapar.

A lo largo de nuestra vida, diversas experiencias nos han ido formando. Para bien o para mal, hemos aprendido mucho acerca de múltiples cosas. Si nuestro entorno nos ha enseñado que estamos atados a ciertas cadenas, por mucho potencial que tengamos, nunca nos decidiremos a intentar romperlas. En nuestra vida, esas cadenas del elefante representan nuestras creencias o actitudes autolimitantes, que nos frenan.

Estas experiencias del pasado pueden ser rechazos, fracasos o situaciones traumáticas. Tal vez sean mucho más poderosas que simples cadenas. Pero Dios nos creó para ser libres y para superarnos constantemente. No tenemos por qué atarnos. Cuidar nuestra salud emocional es vital para lograr esto.

7 beneficios de la risa

Desde luego, nadie espera o cree que en la vida solo obtendremos situaciones divertidas y que todo será risas. No. Sin embargo, a veces no valoramos la importancia que la risa tiene para nuestra salud mental.

Estadísticamente, en promedio, un niño menor de tres años se ríe más de cien veces al día. ¿Y un adulto? En promedio, solo ríe quince veces. Debemos tratar de superar esa media, ya que la risa trae grandes beneficios a nuestro organismo:

  1. Ejercicio: Con cada carcajada, se ponen en marcha cerca de cuatrocientos músculos, incluidos algunos del estómago que solo se pueden ejercitar con la risa.
  2. Limpieza: La carcajada hace vibrar la cabeza y se despejan la nariz y el oído. Además, se elimina toxinas, porque con el movimiento el diafragma produce un masaje interno, que facilita la digestión y ayuda a reducir  las sustancias tóxicas.
  3. Oxigenación: Gracias a la risa, entra el doble de aire en los pulmones, posibilitando que los órganos y la piel se oxigenen más.
  4. Analgésico: Durante el acto de reír se liberan endorfinas, los sedantes naturales del cerebro, similares a la morfina. De ahí que se utilice para terapias de convalecencia que requieren una movilización rápida del sistema inmunitario.
  5. Rejuvenecimiento: Reírse rejuvenece, ya que estira y estimula los músculos de la cara. Tiene, además, un efecto tonificante y antiarrugas.
  6. Dulces sueños: La risa genera una sana fatiga, que elimina el insomnio.
  7. ¡Adiós, estrés!: Con la risa, se liberan ciertas hormonas (endorfinas y adrenalina) que elevan el tono vital y nos hacen sentir más bienestar.

¿Qué dijeron sobre la alegría estos grandes pensadores?

  • “Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras tristezas, nuestros problemas perderían importancia” (Anatole France, escritor francés).
  • “Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría” (Jonathan Swift, político y escritor irlandés).
  • “¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! ¡La alegría es contagiosa! (Fiodor Dostoievski, novelista ruso).
  • “No existe nada en el mundo tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor” (Charles Dickens, escritor británico).
  • “La alegría ha sido llamada el buen tiempo del corazón” (Samuel Smiles, escritor y reformista escocés).

Aumentando la alegría

Así como entrenas tus músculos en un gimnasio o practicas un deporte para jugarlo mejor, la alegría, como el resto de las emociones, puede fomentarse usando simples técnicas. Prueba con estas:

  1. Analiza lo que te agrada: Tienes que conocer qué actividades sanas te resultan más placenteras, ya sea leer en la comodidad de tu hogar o salir a caminar al aire libre. Debes identificar qué cosas te hacen más feliz y dónde encuentras alivio para tu estrés. Algunos lo hacen tocando un instrumento, otros armando rompecabezas y otros jugando al fútbol. Cuando lo tengas en claro, practica esta actividad dos o tres veces por semana.
  2. Aprende a pensar de manera positiva: Sí, desde luego que esto no es tarea sencilla. Pero, si pensamos esto, ya no estamos cumpliendo la consigna. Si está lloviendo, no te quejes por el sol que no alumbra, celebra que las plantas están recibiendo agua. Cambia tu manera de ver las cosas y las situaciones. Te sorprenderás de cuántas miradas positivas eres capaz de tener, aun en medio de contextos complejos. 
  3. Transforma tus caídas: Desde luego, hay distintos grados de situaciones. La clave es aprender de ellas. Recuerda el refrán popular: “Nunca pierdo. O gano o aprendo”. Trata de extraer alguna lección de vida de tus derrotas. 
  4. Piensa en soluciones, no en problemas: Madurar también implica tomar cuenta de una situación y dedicar tiempo a solucionarla, más que a quejarse. Piensa y sé creativo. Hay muchos más caminos al éxito de lo que te imaginas.
  5. Ayuda a los demás y comparte la alegría: No fuimos creados por Dios para vivir de manera egoísta. Servir a otros es una fuente de felicidad. Busca un lugar para trabajar de manera comunitaria e intégrate a las actividades misioneras de tu iglesia o tu escuela. Cuanto más servicio y alegría brindes, más recibirás. 
  6. Pide ayuda y escoge bien tus compañías: Nadie se las sabe todas. No es errado solicitar a alguien que nos ayude a ser más alegres y optimistas. Esto también se relaciona con el tipo de amigos que tienes o las personas con las que te relacionas. Si están quejándose todo el tiempo y lamentando sus penas, es señal de que debes pensar en buscar la compañía de aquellos que también, como tú, procuran la alegría.
  7. Busca a Dios: Puedes hacer de cualquier cosa o persona la fuente de tu alegría. Pero la verdadera base o cimiento está en tu Creador. Si tienes y mantienes una relación con él, tendrás felicidad. Así lo expresa el Salmo 16:11 (DHH): “Me mostrarás el camino de la vida. Hay gran alegría en tu presencia; hay dicha eterna junto a ti”. Y así lo dice Elena de White: “Aquellos para quienes Dios es lo primero, lo último y lo mejor son las personas más felices del mundo” (Mensajes para los jóvenes, p. 34).

No mires tus cadenas. Mírate al espejo y sonríete. Recuerda que con alegría puedes cuidar tu salud emocional, y eso es vivir bien.

La alegría según Salomón

  • “La esperanza de los justos es alegría; mas la esperanza de los impíos perecerá” (Prov. 10:28).
  • Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal; pero alegría en el de los que piensan el bien” (Prov. 12:20).
  • El deseo cumplido es causa de alegría” (Prov. 13:19, DHH).
  • El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Prov. 15:13).
  • El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Prov. 17:22).

Este artículo es una adaptación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2022.

Hábitos saludables: ¡basta de teoría!

Hábitos saludables: ¡basta de teoría!

Hábitos saludables: ¡basta de teoría!

Seguimos junto al Plan Maestro de Desarrollo Espiritual de Salud. En este trimestre nos dedicamos a pensar en cómo mejorar de manera práctica en el aspecto físico.

Según datos oficiales, hasta septiembre de 2021, en el mundo habían muerto por COVID 19 algo más de 4.700.000 personas. ¡Sin duda, una cifra preocupante! Pero ¿sabías que cada año cerca de 21 millones de personas mueren por paros cardíacos, accidentes cerebrovasculares y cáncer?

“¡Pero yo soy joven!”, dirás. “No quiero saber nada de estas cosas”. Tú no tienes la culpa por atravesar una pandemia, pero sí eres responsable por tu cuerpo y por tu salud física.

La realidad indica que muchas de las muertes por los motivos mencionados podrían haberse prevenido con un estilo de vida saludable.

Claro que para lograr esto no solo hay que tomar conciencia, hay que pasar de la teoría a la práctica. Creo que todos sabemos cuáles son los remedios naturales, e incluso hemos hablado de ellos en esta sección.

Si no los recuerdas, te los resumo: luz solar, agua, ejercicio, alimentación sana, temperancia, descanso y confianza en Dios.

Ahora bien, todo muy lindo con la teoría. El punto clave es cómo podemos llevar a la práctica todo el conocimiento que tenemos.

SIETE pasos prácticos para tener bienestar integral

En el libro Poder para cambiar, el doctor César Augusto Gálvez nos presenta un plan detallado para no quedarse estancado en el papel, y hacer que nuestra vida sea mejor.

¿Estás listo? ¿Te parece iniciar el año con estas ideas? ¡Arrancamos!

Paso 1: Establece tu objetivo de conducta

Ante todo, reflexiona sobre cuál es la conducta negativa que quieres erradicar y cuál es la conducta positiva que quieres implementar. Por ejemplo, la conducta negativa sería: “No hacer ejercicio” y la positiva: “Salir a correr al menos tres veces por semana”.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta algo: la nueva conducta debe ser alcanzable. Siguiendo con el ejemplo anterior, si nunca has salido a trotar, no esperes que en pocas semanas estés listo para correr el maratón de 42 km. Esta nueva conducta debe ser, ante todo, inteligente. En inglés, la palabra “inteligente” es smart. Y esta palabra nos da una sigla interesante. Tu objetivo de conducta debe ser SMART, es decir Specific (específica), Measurable (medible), Achievable (alcanzable), Realistic (realista) y Time bound (enmarcada en el tiempo).

Paso 2: Establece antecedentes de lo que quieres cambiar

Ahora es el tiempo de responder las siguientes preguntas: ¿Por qué soy lo que soy? ¿Por qué hago esto? ¿Por qué me involucré en esta práctica negativa o arriesgada? Las respuestas se denominan “antecedentes”. El objetivo es buscar todos los hechos, factores o condicionantes pasados y presentes que facilitaron la iniciación y la instalación de una conducta negativa que deseas cambiar hoy.

La razón por la cual es importante identificar los antecedentes es tomar conciencia de la dimensión real de la conducta en sí misma. Esta identificación de las raíces de una conducta es el primer paso para controlarla. No podemos cambiar lo que no entendemos, pero lo que entendemos mejor lo podemos cambiar más fácilmente. Esto es similar al proceso de desenterrar un árbol: los expertos exponen todas las raíces a fin de conocer la dimensión y el área de cobertura del trabajo, y a fin de seleccionar la estrategia correcta para eliminar cada pieza del árbol.

Siguiendo con el ejemplo de por qué no haces ejercicio físico, un antecedente podría ser: “Porque la última vez que lo hice me lesioné”.

Paso 3: Evaluar las consecuencias de una conducta negativa

Tal vez no sea grato, pero es hora de identificar y hacer una lista de las posibles consecuencias de una conducta no saludable (no solo físicas, sino también emocionales, sociales, etc.). Tal vez ya estés padeciendo esas consecuencias de una manera o de otra.

Continuando con el ejemplo: Al no hacer actividad física, puedes sentirte cansado al realizar el más mínimo esfuerzo, puedes aumentar de peso y contraer alguna enfermedad grave.

Paso 4: Evaluar los beneficios de una conducta positiva

Nos encontramos en un lugar mucho más agradable: el de visualizar los beneficios. Esta lista debe ser amplia y generosa, a fin de cultivar una actitud positiva hacia la nueva conducta por implementar.

La identificación de las consecuencias y el descubrimiento de los beneficios activan importantes mecanismos y procesos de cambio.

Paso 5: Planifica tu cambio

Nos encontramos, tal vez, ante el paso más importante de este proceso. Este es el momento en que desarrollas la habilidad de planificar tu conducta; y al planificar tu nueva conducta, estás empezando a controlarla. Al hacer todo esto, estás capacitando a tu cerebro para que se mueva en la nueva dirección.

Así, deberás responder ciertas preguntas. Con la pregunta QUÉ, puedes describir lo que harás específicamente para practicar o aplicar tu conducta-meta. En la pregunta CUÁNDO, ubicas tu conducta en una línea de tiempo en la que estableces un momento específico para comenzarla y para finalizarla. En la pregunta DÓNDE, ubicas la conducta deseable en el contexto de un lugar específico. En la pregunta CON QUIÉN, mencionas a la persona o las personas con las que realizarás la conducta deseable.

Por ejemplo, si saldrás a correr, tu programación podría ser:

  • ¿Qué? Correr durante 30 minutos.
  • ¿Cuándo? Martes y jueves.
  • ¿Dónde? En el parque.
  • ¿Con quién? Con dos amigos.

Paso 6: Refuerza tu cambio

¡Al fin llegamos a la etapa de la recompensa! Es una forma de “premio” (que te das a ti mismo o que los demás te dan) por el logro alcanzado. El refuerzo es un paso importante. Puede tratarse de algo tangible (un objeto) o inmaterial (palabras de aliento). Por ejemplo, si has empezado a correr, puedes comprarte unas nuevas zapatillas, anotarte en una carrera de 5 km donde te dan una medalla por participar, o comprar una remera de una talla inferior, dado que has bajado de peso.

Otra recompensa puede ser la mejora de tu figura, lo que repercutirá también en la elevación de tu autoestima.

Paso 7: Comprométete con tu cambio

¡Llegaste al último paso! Ahora ha llegado el momento de concluir la planificación y pasar a la fase de acción y práctica real de tu nueva conducta. Para hacerlo, deberás comprometerte y seleccionar un lema que te motive. Continuando con el ejemplo de correr, tu lema podría ser: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13) o “Prosigo a la meta” (Fil. 3:14).

Desde luego, en todos los pasos puedes orar a Dios para pedirle que te ayude a cumplir con cada etapa. No estás solo, tu Creador quiere ayudarte a sostener tus decisiones.

Dice el Dr. Gálvez: “La dinámica de la salud y la enfermedad en relación con las leyes de salud de Dios explican en gran medida la presencia de felicidad y de miseria en nuestro mundo” (p. 126).

No dejes pasar la oportunidad de empezar este nuevo año tomando buenas decisiones. Recuerda que cuidar tu salud es vivir bien.

Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.

“Quiero escalar el Aconcagua”

“Quiero escalar el Aconcagua”

“Quiero escalar el Aconcagua”

¿Te estás preparando para grandes objetivos o tienes una vida sin proyectos en la comodidad del sillón?

Juan siempre estaba subiendo a algo: paredes, techos, pequeños montículos de tierra. Pedro siempre estaba sentado mirando su celular. Juan ahorraba dinero y lo invertía en equipos para escalada: sogas, arnés, botas… Pedro, en cambio, dinero que obtenía, dinero que usaba para algún elemento tecnológico extra que no siempre necesitaba. A nadie le sorprendió cuando Juan comenzó a viajar los fines de semana para realizar ascensos a pequeñas cumbres. Tampoco causó asombro que Pedro abandonara sus estudios y no buscara trabajo.

“¡Voy a escalar el Aconcagua!”, solía repetir Juan aún sin contar con todo el entrenamiento y los recursos suficientes para tal empresa. “Aún soy joven y estoy pensando qué hacer… Voy viendo qué sale… qué onda”, se le escuchaba decir frecuentemente a Pedro, que nunca entrenó para nada ni tenía ningún tipo de recursos.

Años más tarde, en el Instagram de Juan aparecieron fotos y breves videos de su exitoso ascenso al Aconcagua. En el de Pedro, solo estaban las mismas selfies de siempre.

Tenemos dos maneras de vivir nuestra vida, dos formas, dos caminos: el de la comodidad y el del propósito. El primer camino nos garantiza placer momentáneo y un futuro incierto; el segundo, una senda de trabajo y constancia, pero con la felicidad de alcanzar los objetivos propuestos y los sueños que te definen.

¿Proyectarse o estancarse?

Sumergidos en las redes o en Netflix los días pueden pasan sin que hagamos algo trascendente. Podemos elegir que la vida sea una simple acumulación de días o podemos elegir vivir con un propósito.

Suele suceder que, a veces, no sabemos qué vamos a estudiar, ni en qué nos gustaría trabajar.

Uno de los motivos por los que esto sucede es porque no estamos dispuestos a pagar el precio que implica vivir con un propósito. Así, vamos deambulando sin mucho sentido, en un presente placentero rodeados de series, redes sociales, música y demás actividades. Es como que nos atrincheramos en nuestra zona de confort y no queremos salir.

Cierta vez, un psicólogo entrevistaba a un joven preguntándole por su proyecto de vida:

–¿Y por qué me tengo que preocupar tanto por esto? –repreguntó el joven.

–Porque es allí donde vivirás mañana –respondió el terapeuta.

Es así: el futuro que uno desea tener se construye con acciones y decisiones tomadas hoy.

La elección de un proyecto de vida es clave. Desde luego, esto puede crear una gran inquietud, convirtiendo esta etapa en un período muy difícil. Por otro lado, algunos jóvenes ni siquiera se plantean que tienen que elegir un proyecto de vida. Creen que esto viene determinado por su lugar de origen, su clase social o “el destino” y que no vale la pena intentar cambiarlo. Este pensamiento suele esconder el miedo a tomar decisiones y solo conduce a una baja autoestima y a caer –incluso– en depresión o en conductas autodestructivas como el consumo de drogas o alcohol.

Recuerda esto: las personas que no tienen un proyecto de vida definido pueden sentirse desesperadas, lamentarse por los errores del pasado y las oportunidades perdidas. Sin embargo, al tener vigentes los objetivos, es posible ser perseverante, aprender de los errores y seguir adelante, más allá de todo.

Ahora es el momento en el que debes orar a Dios, buscar consejos en padres, pastores, profesores o amigos mayores de confianza para que te ayuden a elegir un proyecto de vida, a planificar metas a corto y largo plazo y a luchar por ellas. En este tiempo defines si vas a proyectarte o a estancarte.

Y ahora, ¿qué hago?

Para poder elegir un proyecto de vida, puedes tomar nota de los siguientes consejos:

1- Conoce tus dones y gustos: Si, ante todo, no sabes quién eres ni lo que te gusta hacer, no lograrás definir con éxito muchas cosas. Juan, el de la historia inicial, tenía inclinación por los deportes, la aventura y las destrezas físicas. Pedro, sin duda, tenía otros intereses. Lo que él hacía no era correcto, no porque no le gustaba escalar, sino porque no tenía propósito en la vida. Con sus inclinaciones, perfectamente podría haberse dedicado a ser escritor, fotógrafo, editor de videos y muchas otras profesiones. Y podría haber tenido éxito en cualquier empresa que emprendiese.

2- Conoce tus herramientas: Juan no soñó con ascender el Aconcagua y fue al otro día hacia esa montaña. No. Evaluó los costos de su objetivo, se preparó, entrenó y dio pequeños pasos para alcanzar aquella gran cumbre. No puedes proyectar sin saber con qué herramientas cuentas. Por ejemplo, si tu sueño es estudiar en una universidad de otro país donde hablan inglés, pero tú no hablas inglés deberías, ¡al menos!, tener una mínima noción de ese idioma antes. Jesús habló de esto, en Lucas 14:28 al 33, contando la parábola del hombre que se puso a construir una torre, pero luego se dio cuenta de que no tenía más dinero para comprar los materiales. ¡No empieces a armar algo sin saber antes con qué elementos cuentas!

3- Dialoga con profesores, familiares y amigos: Hay una riqueza inmensa en consultar a personas de confianza para que digan, indiquen y muestren en qué áreas creen que te desempeñas mejor y realizando qué actividad te ven ellos más feliz. Por otro lado, el diálogo con ellos puede ayudarte a redefinir tus propósitos y reencausar tus objetivos.

4- Ten en cuenta que puedes fracasar: Juan no escaló el Aconcagua en el primer intento. Esto es algo que sucede frecuentemente a muchos escaladores. En realidad, sucede en todos lados. Tal vez ese primer video que publicaste en YouTube no tuvo el éxito esperado y ese primer manuscrito de tu libro fue rechazado por la editorial. En este viaje debes aprender que un fracaso no es el fin de tu propósito. Tal vez sea el inicio. A veces, el fracaso es una manera que la vida tiene para decirnos que así no se hacen la cosas. Inténtalo de nuevo, buscando otras maneras, probando otras formas, caminando otros senderos.

5- Aprende de los errores: Este punto está relacionado con el anterior. Un fracaso es un fracaso si no aprendiste nada de él. Aceptar un error no es ser un mediocre. Al contrario, es de personas sabias analizar lo que salió mal para cambiar.

6- Asume retos: Nadie escala el Aconcagua sentado en su silla. No puedes bajar tus marcas de velocidad si no entrenas, ni ser un mejor diseñador gráfico si no dibujas y prácticas. Se aplica a todo: a aprender un idioma, un instrumento, un arte poco conocido…

7- Recuerda que nunca es tarde para cambiar el rumbo: Muchas personas han triunfado en profesiones, carreras o actividades que no eran a las que inicialmente estaban avocados. Querían hacer una cosa, pero en el curso del camino se dieron cuenta de que –en realidad– su propósito radicaba en otro lado. Si algo así te sucede, mantén la calma. No tienes por qué dar en el blanco en el primer intento. Si lo que estás haciendo o lo que estás estudiando no te da felicidad y crees que ese no es el lugar, anímate al cambio.

8- Busca la sabiduría divina: El mejor de todos los GPS, la mejor de todas las guías, el mejor manual de orientaciones es la Biblia. Estúdiala todos los días con oración. En sus páginas, el mismo Creador del universo es quien te habla. Él no quiere que estés en tinieblas. Al contrario, quiere darte luz, porque la Biblia es como una lámpara que ilumina tu senda (Sal. 119:115). No tengas miedo de confiar en Dios, de servirlo y de ponerte en sus manos porque él te diseñó con el mayor de todos los propósitos. Y te dice: “Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir” (Sal. 32:8, DHH).

No sé si eres el Juan o el Pedro de la historia inicial. Si eres el primero, te desafiamos a que sigas así. Si eres el segundo, te invitamos a que vuelvas a leer este artículo y a repensar tu vida. ¡Vamos! ¡No solo tienes muchos Aconcaguas que escalar! ¡También hay montes Everest que te esperan! Ve hacia la cima. Porque encontrarle un propósito a nuestra vida y servir a Dios es vivir bien.

Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

“Uno para todos, todos para uno”

“Uno para todos, todos para uno”

“Uno para todos, todos para uno”

Tres tips para disfrutar de las ventajas del trabajo en equipo y la vida en comunidad.

Seis personas quedaron atrapadas en un sótano oscuro e intensamente frío. Cada una de ellas tenía consigo un pedazo de madera, con la que podían hacer un fuego para, al menos, calentarse un poco.

“No pondré mi leño para que se salve ese hombre rico”, pensó un empleado al ver que quien estaba enfrente era un empresario conocido de la ciudad.

“No pondré mi madera para darle calor a esa mujer, que es de color”, razonó un joven prejuicioso, lleno de piercings y de tatuajes.

Al reconocer que uno de los hombres que estaba ahí era de otra religión que la suya, una mujer que era cristiana se aferró a su leño para no soltarlo nunca más. El rico tampoco quiso compartir lo suyo con los extraños compañeros que le habían tocado en suerte; menos aún cuando razonó que la juventud estaba perdida, al ver solo la apariencia de aquel joven. Al ver que nadie daba el primer paso, ni el hombre de otra religión ni la mujer de color, tampoco quisieron hacerlo. “¿Para qué? Si los demás no lo hacen, yo tampoco”, fue el mortal razonamiento que se instaló en la mente de ambos.

Dice el final de esta parábola que cuando los bomberos llegaron al lugar a rescatarlos, encontraron a seis personas muertas, cada una aferrada a su leño. No es que hubiesen muerto de frío; ya estaban muertos por dentro.

Fuimos creados para vivir en comunidad. No estás solo en tu barrio, en tu escuela, en tu iglesia, en tu familia… Fuimos creados para compartir, para establecer relaciones, para crear vínculos y relacionarnos unos con otros.

1-Vive en comunidad

No somos islas. Es decir, no estamos “aislados”. Lo que tú haces afecta a quienes te rodean. “El infierno son los otros”, expresó el célebre filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre. Alter, en latín significa “otro”. De allí vienen palabras como “alteración”, “alterar”. Sin duda, la presencia del “otro” siempre te “altera” (para bien o para mal).

Lejos de los postulados filosóficos, según la Biblia, la vida en comunidad es esencial para nuestra existencia y subsistencia. Nadie puede vivir en soledad. Nacemos en la vida de una comunidad familiar y desarrollamos nuestras potencialidades como seres humanos allí. Como seres sociales, tomamos conciencia del mundo de quienes nos rodean. Por eso, San Pablo usa la figura de un cuerpo con muchos miembros para referirse a la iglesia cristiana (1 Cor. 12). Estos miembros tienen diferentes funciones y características distintivas.

Los primeros cristianos entendieron que su nueva vida era ser llamados a vivir en comunidad a fin de transmitir el evangelio. En Hechos 2:43 al 47, se relata que comían juntos, confraternizaban, y tenían planes y proyectos en común. Vivían felices y alabando a Dios. Nosotros también podemos experimentar todo esto.

2-Trabaja en equipo

Alguien dijo cierta vez que el trabajo en equipo es fundamental porque siempre puedes encontrar a alguien para echarle la culpa cuando algo sale mal. Más allá de que este sutil pensamiento puede arrancarnos una sonrisa, la colaboración, el aporte, las ideas compartidas y la creatividad de un grupo no solo permiten desligarnos, tal vez, de alguna responsabilidad y descansar en que se trata de “un trabajo de todos”; también hacen que el resultado final sea mayor que si trabajas solo.

Además, trabajar en equipo es dejar de pensar en uno mismo y sus intereses propios, para comenzar a pensar en nosotros y en un interés común; es decir, en algo que nos une y que nos genera beneficios a todos. Así, cada miembro de ese equipo aporta desde sus habilidades, aptitudes y conocimiento para un bien común.

En comunidad, nos relacionamos unos con otros, alejando así el egoísmo, tan propio y característico del ser humano. Jesús fue claro en Juan 13:34 y 35 (DHH): “Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos”. Está claro, ¿verdad? El amor hacia los demás es un don divino. Podemos ser partícipes de él.

No trabajes presa de la soledad y la autosuficiencia. Recuerda que “muchos de nosotros somos más capaces que algunos de nosotros, pero ninguno de nosotros es tan capaz como todos nosotros juntos” (Tom Wilson).

3-Sé una influencia positiva

Tú sabes muy bien lo que el término influencer significa. Se trata, ni más ni menos, de una persona que cuenta con credibilidad sobre cierto tema, y su presencia en las redes sociales hace que se lo tome como un referente. Todos seguimos a algún influencer, escuchamos sus consejos y, tal vez, hasta soñamos con ser como él o ella.

No obstante, el hecho de influir sobre los demás de manera positiva es tan antiguo como la especie humana. Y quiero darte una noticia (¡no sé si será buena o mala!): tú eres un gran influencer. Sí, desde luego. Tal vez no cuentes con miles de seguidores en tus redes sociales, pero influyes (para bien o para mal) sobre todos aquellos que te rodean. Influyes con tus intereses, con tus gestos, con la música que escuchas… Influyes con lo que dices y con lo que no dices. Influyes con la manera en que te comprometes (o no) en algo, en que te posicionas ante una situación, desafío o problemática. Influyes con tu sonrisa y con tus lágrimas. Por lo tanto, la vida en comunidad te convierte en responsable, ya que tienes una gran influencia sobre los demás.
Desde luego, tú también eres influenciado y deberás tener el temple, el discernimiento y la sabiduría divina para saber elegir con quiénes relacionarte. Recuerda que ellos influirán sobre ti.

Vivir como un mosquetero

La famosa novela Los tres mosqueteros narra las aventuras del joven D’Artagnan, que viaja a París para convertirse en un mosquetero (un soldado de Infantería armado con mosquete). Allí se encuentra con Athos, Porthos y Aramis, mosqueteros y amigos inseparables que viven bajo el lema “Uno para todos y todos para uno”. D’Artagnan se une a ellos, y juntos sirven al rey Luis XIII y se enfrentan al malvado cardenal Richelieu.

¡Qué maravilloso lema para aplicar en nuestra comunidad! Trabajemos juntos y en equipo sirviendo a Dios, porque Satanás, nuestro enemigo, nos sigue tentando, buscando nuestra ruina.

Si piensas que hoy estás muerto por dentro, aplica en tu vida estos tres tips y vive desde hoy, con la ayuda de Dios, como un mosquetero: con lealtad, con sentido de pertenencia, con propósito, con amistad y con valor en la lucha contra el mal. Porque amar a Dios y a quienes te rodean es vivir bien.

¿Qué opinas de los siguientes textos?

Puedes relacionarlos con la historia de los leños que mencionamos al inicio. Conversa en tu clase o culto Joven sobre este tema.Todos los versículos pertenecen a la versión Dios Habla Hoy:

  • “Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca” (Heb. 10:24, 25).
  • “Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros sirven para lo mismo, así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo” (Rom. 12:4, 5).
  • “¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Sal. 133:1).
  • “En fin, vivan todos ustedes en armonía, unidos en un mismo sentir y amándose como hermanos. Sean bondadosos y humildes” (1 Ped. 3:8).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2021.