Chat GPT: Lenguaje juvenil

¡Hablemos sobre el increíble mundo de la inteligencia artificial y el ChatGPT!

Por Sócrates Quispe-Condori, Director Asociado del Departamento de Educación,

Asociación General, Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Texto adaptado por el ChatGPT el 20 de julio de 2023 para un “lenguaje más juvenil”. 

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En el pasado, la tecnología era sencilla y la comunicación limitada, pero hoy estamos en un emocionante viaje hacia la Sociedad 5.0, donde la tecnología se integra en todos los aspectos de nuestra vida para resolver problemas sociales y mejorar nuestro bienestar.

En este emocionante escenario, tenemos al asombroso ChatGPT, una creación de OpenAI. Es una herramienta de inteligencia artificial generativa que puede generar datos e información nueva y original, como imágenes, música y texto, ¡increíble, ¿verdad?

¿Qué es lo que hace tan especial al ChatGPT? Utiliza una arquitectura llamada GPT, que le permite aprender patrones y contextos de grandes cantidades de datos. ¿Y sabes qué? ¡Es súper popular! Consiguió más de un millón de usuarios en solo cinco días, más rápido que Instagram o Spotify en sus inicios.

Este ingenioso ChatGPT tiene muchas aplicaciones interesantes. Puede responder preguntas, ayudarte con tus tareas de redacción y traducción, y hasta asistirte en la programación, ¡es una maravilla!

Claro, como todo en la vida, también tiene algunas preocupaciones. Se teme que la gente pueda depender demasiado de él y olvidar desarrollar habilidades de búsqueda y pensamiento crítico. Además, algunos temen que pueda fomentar la deshonestidad y el plagio en el ámbito educativo.

Así que, como con cualquier tecnología, es importante usar el ChatGPT de manera inteligente y responsable. Nosotros, los adolescentes, tenemos el poder de aprovechar esta herramienta para aprender y crear, pero siempre manteniendo nuestra integridad y ética.

Recuerda, ¡somos libres de elegir cómo usar la tecnología para el bien de todos y para honrar a Dios en todo lo que hacemos! Al fin y al cabo, ¡la inteligencia artificial es solo una herramienta, nosotros tenemos el control!

Espero que esta información te haya sido útil. ¡Hasta pronto!

Chat GPT: Lenguaje entretenido

¿Listos para sumergirnos en un mundo lleno de inteligencia artificial y conocer al increíble ChatGPT?

Por Sócrates Quispe-Condori, director asociado del Departamento de Educación,

Asociación General, Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Texto adaptado por el ChatGPT el 20 de julio de 2023 para un “lenguaje más entretenido”.

Imagina que estás en una montaña rusa tecnológica que nos lleva a través de diferentes etapas de desarrollo de la sociedad. ¡Buckle up!

En la Sociedad 1.0, todo era sencillo y lento, con herramientas básicas y comunicación oral y gestual. ¡Ni rastro de Instagram o Spotify por aquí!

Luego, ¡BOOM! Llegamos a la Sociedad 2.0, donde las tecnologías digitales revolucionaron nuestras vidas. Internet y redes sociales nos conectaron a lo grande, y teníamos información al alcance de la mano.

¡Pero esperen, hay más! En la Sociedad 3.0, las cosas se pusieron más serias con las Tecnologías de la Información y Comunicación. Internet de las cosas, smartphones, y mucho más, todo con un toque de magia tecnológica.

Y por supuesto, ¡no podíamos quedarnos atrás! La Sociedad 4.0 es la onda: digitalización y tecnologías chéveres como la inteligencia artificial, la realidad virtual, y la robótica. ¡La interconexión global nos tiene alucinados!

Ahora, ¡toca subirse al tren de la Sociedad 5.0! Aquí, la tecnología está por todos lados, pero no para hacernos la vida más difícil, ¡sino para resolver problemas y mejorar nuestra calidad de vida! Y es aquí donde conocemos al protagonista de nuestro viaje: ¡el impresionante ChatGPT!

Este pequeñín es una verdadera joya de la inteligencia artificial generativa. Puede crear datos e información nueva y original, ¡sin necesitar nuestra ayuda! Es como un genio que interpreta preguntas, analiza datos y responde como un pro.

Desde responder preguntas hasta ayudarnos a redactar y traducir, el ChatGPT es un todoterreno en el mundo de la IA.

¿Y cómo lo hace? Pues, en su base, el ChatGPT usa una arquitectura llamada GPT. Generativo (porque crea contenido nuevo), Preentrenado (porque ha aprendido un montón de cosas de muchísimos datos) y Transformador (que usa un súper cerebro de redes neuronales para procesar lenguaje).

La historia de este héroe comenzó en 2018 con su predecesor, el GPT. Luego, llegaron las versiones GPT-1, GPT-2, y GPT-3 que revolucionaron la inteligencia artificial generativa, ¡una tras otra!

¡Y aquí viene lo más emocionante! En noviembre de 2022, ¡el ChatGPT se lanzó oficialmente y arrasó con todo! ¡Un millón de usuarios en solo cinco días, sí señor!

Imagínate, ¡más rápido que Instagram y Spotify en sus inicios! Y en un abrir y cerrar de ojos, ¡llegó a los 100 millones de usuarios activos en solo dos meses!

¿Qué nos queda por descubrir en este viaje tecnológico? ¡Muchísimo! El ChatGPT se usa en muchos campos, como atención al cliente, creación de contenidos, y hasta en el desarrollo de productos y servicios. Es como un ayudante de lujo en nuestro día a día.

Pero ojo, ¡no todo es color de rosa! También tenemos algunas preocupaciones. Podríamos caer en la tentación de depender demasiado de él y dejar de desarrollar nuestras habilidades de búsqueda e investigación.

Además, está el tema ético. El riesgo de deshonestidad y plagio está presente, ¡así que hay que mantenernos en el camino correcto!

No olvidemos que el ChatGPT es como un experto en la materia, pero no conoce nuestra cosmovisión, nuestra filosofía y nuestros pensamientos más íntimos.

Así que, aunque es una máquina poderosa, no puede reemplazar lo que nos hace humanos: nuestra forma única de ver el mundo.

En resumen, el ChatGPT es una herramienta alucinante para obtener información rápida y mejorar nuestros contenidos. Pero, como con cualquier poderoso artefacto, ¡debemos usarlo con inteligencia y sabiduría!

Recuerda siempre someterlo todo a prueba, aferrándote a lo bueno y evitando todo lo malo, ¡como nos dice Pablo! Así que diviértete con la IA, pero siempre recordando que todo lo que hagamos es para la gloria de Dios.

¡Hasta la próxima aventura tecnológica, amigos! ¡Chao!

Cómo enfrentar la depresión

Cómo enfrentar la depresión

Cómo enfrentar la depresión

Millones de personas sufren de esta enfermedad, y se calcula que para 2030 será la principal causa de muerte en el mundo. Te dejamos seis pasos prácticos para ayudar a alguien que está atravesando esta problemática.

Arrancamos mal

Al principio, cuando Dios creó nuestro mundo, todo era realmente perfecto y maravilloso. La Biblia dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen 1:31). Elena de White amplía este versículo describiendo la impresionante escena:na

“Cuando salió de las manos del Creador, la tierra era sumamente hermosa. La superficie presentaba un aspecto multiforme, con montañas, colinas y llanuras, entrelazadas con magníficos ríos y bellos lagos […]. Agraciados arbustos y delicadas flores saludaban la vista por dondequiera. Las alturas estaban coronadas con árboles aún más imponentes que los que existen ahora. El aire, limpio de impuros miasmas, era claro y saludable. El paisaje sobrepujaba en hermosura los adornados jardines del más suntuoso palacio de la actualidad. […] Una vez que la tierra con su abundante vida vegetal y animal fuera llamada a la existencia, se introdujo en el escenario al hombre, corona del Creador, para quien la hermosa tierra había sido aparejada” (Patriarcas y profetas, p. 24).

Nuestro Creador formó y colocó cada elemento con el objetivo de brindar la máxima felicidad a Adán y a Eva. Su preocupación fue la satisfacción plena de nuestros primeros padres, por lo que mientras ellos se mantuvieran fieles, gozarían de alegría y salud infinitas. Desdichadamente, el perfecto plan de Dios no duró mucho tiempo. Eva fue engañada por Satanás e indujo a su esposo a desobedecer a Dios. Al pecar, ambos desencadenaron una serie de eventos que solo trajeron ruina y sufrimiento para ellos mismos, para sus descendientes y para el planeta Tierra. 

Es realmente importante resaltar que, antes de la Caída, el ser humano tenía sus facultades físicas, mentales, sociales y espirituales en completo y perfecto equilibrio. Sostiene Elena de White: “Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida” (ibíd., p. 26).

El pecado desequilibró el balance y quebró la armonía de todas las facultades humanas. La fortaleza física fue reemplazada por el cansancio, el dolor y, en última instancia, la muerte. La capacidad psíquica fue pervertida y reemplazada por el odio, la ansiedad, la depresión y la depravación. La interacción social pacífica y amable fue alterada, y empezó la discordia, el rechazo y las guerras. La capacidad espiritual fue resquebrajada, y en su lugar quedó un vacío tan profundo que no puede ser llenado por nada de lo que existe en este mundo. El ser humano había dejado a Dios de lado y estaba cosechando los resultados de su desobediencia. 

¿Qué queremos? ¡Ser felices!

Si hay algo que es cierto en la vida, es que todos buscamos ser felices. Desde edades tempranas tendemos a luchar por satisfacer nuestras necesidades, y no descansamos de ello a lo largo de la vida. Es interesante mencionar que los seres humanos siempre ansían algo que no tienen, y creen que al conseguirlo serán felices. Pero ¿qué es la felicidad, sino un efímero concepto abstracto y subjetivo que nadie logra definir correctamente? 

Por este motivo, el hombre más sabio del mundo, luego de analizar su propia vida, escribió: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad […]. Todas las cosas son fatigosas y nadie es capaz de explicarlas. El ojo no se harta de ver ni el oído se sacia de oír” (Ecl. 1:1, 8). Las personas creen que el tener dinero las hará felices, pero la gran mayoría de los que son adinerados no son felices. Otros creen que un mejor trabajo o una posición de liderazgo los hará felices; sin embargo, cuando logran alcanzar sus metas aparecen otros desafíos, y poco dura la sensación de felicidad.

“Por sí solo, el ser humano no puede encontrar fortaleza para vencer la ansiedad, el estrés y la depresión”. 

Podría mencionar varios ejemplos más, pero creo que ya se entiende el punto principal: la felicidad de este mundo es muy voluble y pasajera; un día se la alcanza, pero al día siguiente se disipa como la niebla que se esfuma al salir el sol.

Todo esto desencadena una vida de frustración. Vivir sin felicidad es vivir frustrado. Así, encontramos tres problemas mentales que dominan al ser humano globalmente y lo encadenan al sufrimiento: ansiedad, estrés y depresión. Estos tres males tienen sus raíces en la búsqueda equivocada de la felicidad. En psicología existen muchas maneras de definir estos tres problemas; pero aquí te presento una manera más simple de comprenderlos. 

En primer lugar, la ansiedad es una respuesta constante de preocupación por eventos que no han ocurrido o que se piensa que, al ocurrir, destruirán nuestra integridad y, por ende, causarán infelicidad. Por ejemplo: ansiedad por dar un examen, por conocer el futuro o por pensar en consecuencias aterradoras de acciones específicas. Por este motivo, y con justa razón, algunos consideran a la ansiedad “un exceso del futuro”. 

En segundo lugar, el estrés tiene que ver con la respuesta a las situaciones que se atraviesan en el presente. Actualmente, es común escuchar a las personas decir que están estresadas por todo tipo de cosas: el trabajo, los hijos, las deudas, etc. Si bien es cierto que no podemos escapar del estrés, podemos hacer mucho para limitar sus consecuencias negativas en la vida. Debido a esto, el estrés se considera “un exceso del presente”.

En tercer lugar, está la depresión, la cual está muy relacionada con la infelicidad. Las personas con depresión sienten una pérdida profunda, la cual les causa tristeza y angustia diariamente. Por este motivo se la considera “un exceso del pasado”. 

Por sí solo, el ser humano no puede encontrar fortaleza para vencer estos males. En terapia, para ayudar a las personas a sobreponerse a sus problemas, se intenta hacer que se aferren a los recursos que tengan a disposición. Normalmente, estos recursos son sociales (familia, amigos, vecinos, comunidad), educativos (cursos, seminarios, entrenamientos), económicos (viajes, compras, vacaciones en lugares exóticos), biológicos/orgánicos (ejercicio, alimentación sana, medicinas), y hasta pseudoespirituales no recomendados (yoga, meditación, acupuntura). 

Sin embargo, todos estos recursos muchas veces no brindan los resultados deseados y las emociones negativas vuelven con más fuerza, dejando al ser humano con mayor vulnerabilidad, infelicidad y sufrimiento. Parece que la humanidad, al haber abandonado a Dios, ha intentado llenar su vacío existencial de formas que solo le han brindado más desgracia, sufrimiento y miseria.

“Recuerda que la vida espiritual es esencial para que superes esta etapa difícil de tu vida de la manera más rápida. Aprende a orar y a leer la Biblia”. 

Una estrategia para ayudar

La depresión y el suicidio están íntimamente relacionados. Por este motivo este es un tema delicado, que requiere una intervención directa y certera para ayudar a la persona que lo padece. Veamos:

Estar alertas

Hay que estar siempre vigilantes a los cambios repentinos de estado de ánimo de nuestros seres queridos. No te contentes con solo pensar que “ya se le pasará”. Si alguien atraviesa alguna situación traumática y ocurre un cambio en su conducta, hay que acompañar y dar apoyo emocional y espiritual.

 Dialogar

Una de las primeras cosas que debemos hacer es conversar con la persona y mencionarle los cambios que hemos notado. Intenta obtener información del porqué de sus conductas sin ser rudo o brusco. Deja que la persona te exprese sus emociones y temores, y sé comprensivo. No emitas juicios o percepciones propias, ni recrimines los motivos que presenta; si haces esto, puedes herir a la persona en depresión y hacer que se cierre emocionalmente a recibir cualquier tipo de ayuda. Escucha atentamente y se empático con los motivos brindados.

Explicar cómo son las cosas

Recuerda que las personas que están atravesando por depresión, en su gran mayoría, no se encuentran conscientes de ello. Por esto, debes explicarle que la depresión es una enfermedad mental que tiene cura y que, con la ayuda de Dios, de la familia y de los profesionales en salud mental, es posible salir de ella. 

Leer la Biblia junto a esa persona

Busca las historias de personajes bíblicos que lograron sobreponerse a la tristeza y/o la depresión; por ejemplo: David, Elías, Jonás, Noemí, Job y Jeremías. Lee varios salmos, como el 6, el 23, el 27, el 43, el 46 y el 56. Lee el capítulo 52 del libro Mente, carácter y personalidad, tomo 2 (de Elena de White), que habla sobre la depresión. Allí hay muchos consejos prácticos para ayudar a las personas.

Orar

La oración es una estrategia poderosa para sobrellevar la depresión. Ora con la persona y ora por la persona. Arma un grupo de oración intercesora con amigos y familiares cercanos. No hay límites para el poder de Dios.

No bajar los brazos

Nunca dejes de intervenir, aunque no puedas hacerlo por ti mismo. Recuerda que muchos países tienen una línea telefónica exclusiva para atender casos de depresión y de suicidio. Infórmate sobre los recursos y las instituciones que pueden ayudarte a ayudar.

Lo mejor que podemos hacer es intervenir en los momentos iniciales del problema; por eso debemos estar siempre prestando atención a nuestros seres queridos. En el caso de que los familiares o los amigos se enteren de la enfermedad por algún acto penoso de intento suicida, recuerda que mientras la persona tenga vida, existe esperanza de recuperación. Nunca es tarde para, literalmente hablando, salvar una vida.

“Recuerda que la vida espiritual es esencial para que superes esta etapa difícil de tu vida de la manera más rápida. Aprende a orar y a leer la Biblia”. 

Terminamos bien

Tal vez escribí todo este artículo para alguien que está en depresión y está leyendo esto como una de sus últimas opciones. Quiero decirte algo importante. Comencé este artículo diciendo que Dios creó un mundo perfecto para que el ser humano sea completamente feliz. ¡Esto es totalmente cierto! Aunque el pecado y sus consecuencias hayan malogrado el plan original de Dios, Jesús aún puede llenar el vacío en tu corazón y convertir tu tristeza en felicidad. 

Es momento de entender que el sufrimiento y la tristeza son realidades comunes para el ser humano; no podemos escapar de ellas. Sin embargo, Jesús nos ha prometido un mundo nuevo, donde “secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más” (Apoc. 21:4, NTV). Mientras estemos en este mundo, estaremos expuestos al dolor y las pruebas, que nos herirán y harán sufrir; pero recuerda que cuando aceptas a Jesús te conviertes en un miembro de su familia. Y ten la seguridad de que un día llegarás a ser ciudadano del Cielo. 

El apóstol Pablo dijo: “También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación” (Rom 5:3, 4). Las pruebas y los problemas no desaparecen milagrosamente para los hijos de Dios; la diferencia está en la forma en que enfrentan las dificultades. 

Un cristiano puede pasar por una decepción amorosa, problemas económicos, enfermedades, tragedias y demás situaciones horribles, y definitivamente sufrirá por ello. Sin embargo, cuando Jesús mora en el corazón humano y este hace de la Biblia su escudo diario, el cristiano enfrenta la batalla con la cabeza en alto, y con un pensamiento firme en la mente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Esta promesa de fortaleza ha motivado a los cristianos por milenios, y es tan actual que aún te habla a ti. Recuerda que “Dios desea que […] seamos fuertes en el Señor y en su fuerza… Dios vive y reina, y él nos proporcionará toda la ayuda que necesitemos. En todo tiempo tenemos el privilegio de recibir poder y ánimo de esta bendita promesa: ‘Bástate mi gracia’ ” (Elena de White, El evangelismo, p. 101).

Jesús quiere ayudarte, pero debes tomar una decisión. Toma fuerzas, levántate y busca ayuda. Llama a un familiar o amigo que se preocupa por ti. Cuéntale lo que sientes y ábrele tu corazón. No tiene nada de malo ser honesto con tus sentimientos y emociones. Y, aunque te sientas frágil y vulnerable, recuerda que si no pides auxilio será muy difícil que las personas a tu alrededor adivinen lo que está pasando por tu mente y te ayuden.

Millones de personas han enfrentado la depresión en el mundo y millones se han recuperado. ¡Esta enfermedad tiene cura! Puedes encontrar la salida. Siempre hay una salida. Aunque no lo puedas ver ahora y consideres que todo está perdido, ¡siempre hay una salida! La fortaleza vendrá de lo Alto, pero debes hacer tu parte para recuperarte también. Si te indican medicación, tómala: te ayudarán a sentirte mejor. Es necesario que salgas a caminar bajo la luz del sol y que comas alimentos saludables. Cambiar de ambiente también es bueno; si un lugar en especial te causa malos recuerdos, si está dentro de tus posibilidades, es mejor que lo evites o lo cambies. Con el tiempo lograrás enfrentar nuevamente lugares, situaciones o personas que te han causado mucho sufrimiento y dolor.

Recuerda que la vida espiritual es esencial para que superes esta etapa difícil de tu vida de la manera más rápida. Aprende a orar y a leer la Biblia. Si no tienes una Biblia, pídele una a un amigo o un creyente. En las Sagradas Escrituras descubrirás maravillosas promesas que te animarán y te harán conocer a tu amoroso amigo Jesús. Por otro lado, a través de la oración podrás liberar tus pensamientos tristes y enviar todas las cargas emocionales a Jesús: “Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar” (Mat. 11:2). Solo Jesús puede darte descanso, esperanza y sanidad.

Es mi deseo y oración que te recuperes, y puedas ser un testimonio vivo del poder transformador de Jesús. Y que luego, cuando estés recuperado, seas de aliento a otras personas que andan por aquel camino difícil, que ya recorriste y que por la gracia de Dios fuiste capaz de vencer. 

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Francesco Marquina, psicólogo y pastor. Nació en Perú y trabaja como coordinador del Servicio Voluntario Adventista en el estado de Bahía, Brasil.  @francesco.marquina

Un GPS en medio del caos

Un GPS en medio del caos

Un GPS en medio del caos

Por qué solemos pensar que los libros de Daniel y Apocalipsis tratan solo sobre plagas, bestias, miedo y horror, cuando en realidad nos muestran el inmenso amor de Dios hacia nosotros y su maravilloso plan con final feliz.

Había esperado por mucho tiempo el inicio de ese año; seguramente todos teníamos nuestras promesas de año nuevo listas para esos primeros días del cambio. Para mí no era una lista, era un nuevo comienzo. El año 2016 sería un año que cambiaría mi vida. Había terminado mi última práctica de la carrera unas semanas antes, y ahora recibía un llamado para trabajar en cuatro iglesias al sur del Paraguay. El nombre de la ciudad: Pilar. Mi familia siempre había vivido en Asunción, la capital del país, y ahora me mudaba a una ciudad tradicional de Paraguay, pero muy desconocida para mí, y ahí radicaba el primer escollo: llegar a la ciudad.

En la era de Google y el GPS, todo es sencillo; solo que, cuando coloqué el destino, la aplicación me entregó dos resultados: un camino de tres horas y otro camino de nueve horas. Toda la información previa me daba que el camino correcto era aquel largo de las nueve horas, pero un camino de solo tres sonaba muy bien. ¿Qué te parece que hice? ¡Tome ese camino corto! Luego de mucho tiempo de andar, tuve que volver sobre mis pasos (¡o sobre mis ruedas!), ya que era una ruta que no estaba terminada y faltaban puentes sobre algunos ríos. ¡Era imposible continuar! El regreso se hizo extenso, y ¿sabes cómo termina esta historia? Las nueve horas que hubiera llevado el viaje ¡se convirtieron en doce! Mientras iba por la ruta larga, me llamaba la atención también los carteles que iban señalando el camino: la información incompleta de cada cartel iba encontrando respuesta solo unos kilómetros más adelante. Había que tener paciencia… y fe. Finalmente llegue a destino: el GPS y los carteles me habían llevado a mi nueva casa.

Google maps y todos los dispositivos de ubicación cumplen un objetivo de manera parcial: te indican los caminos, pero muchas veces no te dicen cuál es el mejor. En otras oportunidades, les falta información. Más allá de esto, ellos no te obligan a tomar una u otra ruta. Cada uno de nosotros elige qué hacer, acorde con la información que tiene y a cómo evalúa o interpreta esa información.

En contraste con esto, en la Biblia existe un GPS de función completa. Eso quiere decir que no solamente nos indica el camino, sino también el mejor camino. Y lo hace utilizando “carteles” precisos en esa ruta, que es la historia de la humanidad. Este “GPS” y estos “carteles” no son nada más y nada menos que las profecías.

Una guía segura para el presente… y el futuro

Dentro del género profético, en la Biblia existen dos tipos de profecías: aquellas que son de cumplimiento condicional y aquellas que son de cumplimiento total. Las primeras son aquellas que forman parte de la dinámica del pacto entre Dios y su pueblo, y funcionan de la siguiente manera: Dios propone una idea de bendición para su pueblo basado en la decisión que este tome hacia la propuesta. Un ejemplo de esto lo tenemos en el libro de Jonás, donde el profeta predicó que, si no había arrepentimiento en la ciudad de Nínive, habría destrucción, como consecuencia de todas las transgresiones que ocurrían en ese lugar. Resultado: pueblo arrepentido, ¡nadie destruido!

Luego están las profecías de cumplimiento total. Se trata de aquellas que son el resultado del plan de salvación para la humanidad. Sirven de guía de lo que va a suceder y el resultado no está condicionado a ninguna decisión humana. Este segundo tipo tiene tres objetivos:

  1. Mostrar cómo será la victoria final de Dios sobre el pecado. 

  2. Traer tranquilidad a aquellos que creen en Jesús como único medio de salvación.

  3. Proveer identidad al pueblo de Dios.

Cabe destacar que el nombre real de este tipo de comunicación revelada es “profecía apocalíptica” y, como verás, la idea jamás fue dar miedo, sino traer tranquilidad sobre la soberanía de un amoroso Dios. Lo que él más desea es pasar la eternidad con nosotros y con toda persona que acepte a Jesús como su Salvador.

Ajustando el rumbo

A partir de ahora, vamos a centrarnos en este último género profético. ¿Recuerdan mi viaje siguiendo los carteles? Si la respuesta es positiva, entonces vamos por buen camino.

Siempre escuchamos que debemos estudiar las profecías, y realmente es una necesidad, sobre todo en el momento en que vivimos dentro de la historia de la humanidad. Y ¿por qué razón? Para recordar la soberanía de Dios y para echar raíces profundas con respecto a nuestra fe. El problema en esto es por dónde comenzar a estudiar y cómo hacer para que esto sea algo práctico, profundo y vivencial. 

Empecemos. Como dato interesante, te comento que la primera profecía que se encuentra en la Biblia está en Génesis 3:14 y 15 (DHH): “Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente: –Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón”. Aquí vemos que, desde que el ser humano cayó en pecado, Dios no solamente puso en marcha el plan de salvación, sino además se encargaron de comunicarlo de manera perfecta para nuestra comprensión.

Entonces, el estudio de la profecía es un asunto que envuelve toda la Biblia y podemos ir trazando esta línea desde el Jardín del Edén hasta las puertas de la Nueva Jerusalén. Pero, cuando hablamos de profecías para el tiempo del fin (viste cómo se va ampliando el detalle de los sucesos que se comunican en la Biblia), ingresamos en dos libros que son excelentes para advertir esto: Daniel y Apocalipsis. 

Ambos libros son los ideales para entender la línea histórica desde el pueblo de Israel, pasando por el surgimiento de la iglesia primitiva y mostrando el nacimiento del movimiento que proclamaría el último mensaje de salvación hasta el rincón más distante de la Tierra.

Ahora bien, Daniel y Apocalipsis ¿son iguales? La respuesta sería como si usáramos Google maps o Waze. Ambas son aplicaciones que nos llevan hacia el mismo lugar; pero iguales, no son. 

«Las profecías jamás fueron dadas para infundir miedo, sino para traer paz en relación con la soberanía de un amoroso Dios”. 

El libro de Daniel sería como Google maps

Una de las diferencias radica en que uno de los libros, Daniel, tuvo su información velada hasta la culminación de la última profecía de tiempo (2.300 tardes y mañanas, es decir, años, de Daniel 8:14). Este pedido de Dios a Daniel se encuentra en Daniel 12:4. Dentro del ideal de Dios para la palabra profética, no solo estaba la comunicación con el ser humano, sino también la protección contra las distorsiones que podría introducir Satanás en su plan de desvirtuar y destruir la imagen de Dios ante nosotros.

Este sello que fue puesto sobre el libro de Daniel consistía en que ciertos aspectos de lo escrito por el profeta no eran claros en su interpretación hasta que llegó el 22 de octubre de 1844 y la profecía fue entendida en forma cabal al unir las narraciones de ambos libros y crear una visión más amplia y más puntual sobre lo que habría de suceder hasta la segunda venida de Jesús. 

El libro de Apocalipsis sería como Waze

En contraste con Daniel, Apocalipsis es un libro que quedó abierto, y literalmente su nombre significa “Correr el velo”. Es como lo que sucede cuando abrimos la cortina de una ventana y podemos ver con claridad lo que está pasando afuera.

Entonces, Daniel y Apocalipsis son el pack suficiente y necesario para entender el plan que Dios tiene para nosotros con vistas al final del mal y a la eternidad con Jesús.

«Daniel y Apocalipsis son los ideales para entender la línea histórica desde el pueblo de Israel, pasando por el surgimiento de la iglesia primitiva y mostrando el nacimiento del movimiento que proclamaría el último mensaje de salvación”.  

El gran pack de Dios para tu vida

La pregunta del millón –como decían en algún programa latinoamericano de entretenimientos– es: ¿Por dónde comienzo a estudiar las profecías? Ya sabemos que son un conjunto; entonces, comencemos desde el principio.

En cada capítulo del libro de Daniel vemos la presencia de Dios que guía la vida del profeta y, como resultado, guía su mensaje para nosotros hoy. 

En el capítulo 1 vemos la clave del libro. Lee los versículos 8 y 9: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió por tanto que no se le obligase a contaminarse. Y Dios hizo que Daniel hallase gracia y favor ante el jefe de los eunucos”. ¿Por qué estos versículos son la clave del libro? ¡Porque muestran la unión entre el esfuerzo humano y el favor divino! No existe fuerza en este mundo que pueda vencer a la persona que decida por Jesús cada día. 

Entonces, en el capítulo 2 se encuentra la narración para comenzar el estudio de las profecías finales. En este capítulo, Nabucodonosor (rey de Babilonia y emperador de un vasto territorio) tiene una noche bastante movida: tuvo un sueño que lo inquietó de tal manera que, al despertar, sabía que el sueño era importante, pero se había desvanecido de su memoria. ¿Te pasó alguna vez que soñaste algo que pensabas que era importante y lo olvidaste por completo? La historia dice que este rey llamó a los adivinos, los sabios y los chamanes en busca de respuestas. Sin embargo, al no encontrarlas, los mandó matar. Y aquí Daniel ingresa en la historia, porque él estaba entre los sentenciados a morir por no saber decir al rey lo que había soñado y su interpretación.

¡Qué lío! Pero, tranquilos. Nuevamente la clave del éxito se evidencia aquí: esfuerzo humano unido al poder divino. Todo se resolvió porque Daniel reunió a su grupo pequeño de amigos y oraron pidiendo la conducción de Dios. ¿El resultado? Dios mostró a Daniel el sueño y su interpretación. Con la entrega de esta información, Daniel y todos los demás se salvan.

Ahora bien, ¿cuál era el contenido de este sueño? Una línea de tiempo, donde aparecen y desaparecen reinos e imperios de mayor a menor esplendor, hasta el momento de la Segunda Venida. Algo así como un viaje desde Paraguay hasta Buenos Aires por la ruta 11, que pasa por las ciudades de Formosa, Resistencia, Santa Fe, Rosario, y llegas a destino a la capital argentina. Hay etapas y circunstancias históricas que Dios reveló para advertirnos cómo es el camino.

El sueño de Nabucodonosor consistía en una estatua compuesta por cinco materiales: oro, plata, bronce, hierro y barro, que representaban cuatro reinos (el hierro y el barro quedan mezclados), donde al final todo queda destruido por una piedra que no es cortada por mano humana.

Tipo de profecía

Condicional

ApocalÍptica

Revelada por Dios

Comunicada por sus profetas

Tiene que ver con el Pacto 

Necesita de la acción humana

No

Muestra el carácter de Dios

Trae paz y bendición

Esta línea de tiempo es el cimiento de todos los acontecimientos finales. Así, los siguientes capítulos (del 3 al 6) son narraciones de la vida de Daniel en el Imperio Babilónico, que cae y es transformado en el Imperio Medopersa. Ya en tiempos de Daniel, él pudo observar que la profecía se estaba cumpliendo. 

En estos capítulos también encontramos que Dios acompaña a Daniel y a sus amigos en su paso por el exilio del pueblo de Judá, producto de la infidelidad de este a los principios que le habían sido dados.

Comenté en el párrafo anterior que esta línea de tiempo del capítulo 2 es la base para lo que viene después. Así, los capítulos 7 al 9 son como una ampliación de los detalles de la profecía del capítulo 2. Es como cuando el GPS no solamente te dice por cuáles ciudades pasas en el recorrido, sino también te indica dónde cargar combustible, dónde se encuentran los controles policiales y dónde hacer un alto para estirar las piernas y comer. 

Dios siempre tuvo en mente comunicar con claridad y verdad todo lo que sucedería, y aunque el capítulo 7 comienza con cuatro bestias que podrían catalogarse como feroces y terribles, el énfasis de Dios no está en las bestias sino en la restauración total de su pueblo y los nuevos cielos y la nueva Tierra. 

En Apocalipsis sucede lo mismo: hay plagas, bestias, una mujer adúltera y un Armagedón. Sin embargo, el foco no está en estos elementos simbólicos y de cumplimiento profético, sino en el amor total, eterno y profundo de Dios hacia su pueblo y de Cristo, que lo dan todo a fin de que vivamos en la Nueva Jerusalén. ¿Quieres saber qué es lo más interesante de las profecías? Que el final ya tuvo el mayor spoiler de todos: Jesús gana, y los que creamos en su sacrificio viviremos con él para siempre.

«La profecía no tiene el rol de alarmar con el mal que podría venir, sino de darnos un sentido de urgencia sobre lo que debemos hacer a fin de estar preparados para la segunda venida de Jesús”.

Recalculando: cómo elegir bien las lentes

El paralelismo entre las profecías de Daniel y de Apocalipsis es gigantesco, y muy necesario; no obstante, se abren dos grandes formas de estudiar las profecías, dependiendo de las lentes que elijamos para esto.

Una lente puede ser observar la profecía con alarmismo y negatividad. De este modo, todo será una búsqueda constante de traer sucesos del mundo (una sequía larga en Sudamérica, una renuncia presidencial en Europa, una pandemia mundial, etc.) y ponerlos como parte de la profecía, cuando no existe contexto ni texto bíblico que los avalen. Esto, en primera instancia trae pánico, miedo e inseguridad. Es decir, es lo diametralmente opuesto al plan de Dios para nosotros al darnos las profecías, cuya idea es traer paz y tranquilidad. 

Otra consecuencia de una mirada profética de este tipo es vivir de lo inmediato, siempre buscando el último acontecimiento para aplicarlo y seguir alarmando a todos. Así, de manera sutil, se va drenando la fe, hasta ya perder de vista lo que Dios tiene preparado para nosotros.

La otra lente para utilizar en el estudio de las profecías es el de la unidad entre Dios y el hombre. Sí. Dios busca incansablemente salvar al ser humano, y este debe responder siendo un canal de buenas noticias para quienes lo rodean. La profecía no tiene el rol de alarmar con el mal que podría venir, sino de darnos un sentido de urgencia sobre lo que debemos hacer a fin de estar preparados para la segunda venida de Jesús y para que el evangelio sea predicado a toda tribu, lengua y nación.

Llegando a destino

El estudio de las profecías puede parecer enigmático y lleno de fechas y hechos históricos, pero están a nuestro alcance para ayudarnos a comprender el desenlace final del plan de Dios para la humanidad, para salvar a cada uno que acepte la gracia divina y para desenmascarar a Satanás, que cuestionó y cuestiona el carácter de Dios.

Cada día somos protagonistas del Gran Conflicto. Entender hacia dónde vamos a través del estudio de la profecía nos traerá seguridad, paz y visión de futuro.

Escribo esto terminando una pandemia (o al menos, eso es lo que pareciera) y comenzando un conflicto bélico en Europa (entre Ucrania y Rusia). No sé qué pasará en el mundo. Solo tengo una certeza: conozco claramente el resultado… ¡Dios gana!

Por eso, hoy te invito a que consultes a tu profesor de Biblia, tu capellán, tu director de Jóvenes, tu consejero del Club de Conquistadores o algún amigo de confianza de la iglesia que sepa de la Biblia, y que empieces a leer y estudiar los libros de Daniel y de Apocalipsis. Tienes la promesa divina de que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Deidad, te acompañará en el estudio de estos libros. Con total certeza, te aseguro que vas a salir fortalecido. 

¡Disfruta de este viaje! Traza la línea temporal desde Daniel capítulo 2 y agrega detalles que vayas descubriendo en la Biblia. El resultado será claro: aumentará tu fe en relación con lo que Cristo tiene para tu vida. Si bien en Daniel y en Apocalipsis hay bestias y plagas, la centralidad de su mensaje no está en ellos, sino en el amor de Dios hacia ti y en su plan para salvarte. El final ya está dicho: El pecado será erradicado definitivamente del Universo. 

Me gusta repetir esta frase una y otra vez: Dios gana.

Sí, gana, y te marcó el camino. Todos los mapas y los GPS están a tu alcance; pero tú eliges qué hacer.

Si estás listo, empecemos el viaje juntos. Empezamos aquí, terminaremos en la Eternidad. 

«Cada día somos protagonistas del Gran Conflicto. Entender hacia dónde vamos a través del estudio de las profecías nos traerá seguridad, paz y visión de futuro”.  

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.

Escrito por Mariano Sanz. Pastor de Yguazú, Paraguay. @marianosanz_

 

De rockstar a pastor

De rockstar a pastor

De rockstar a pastor

Una infancia dura, una serie de malas elecciones, una fama inesperada y un fuerte testimonio de lo que puede llegar a ser una persona sin rumbo y sin Dios. Esta es la historia de Tavito Cevallos: de estrella de rock a pastor cristiano.

No imaginarías que detrás de este entusiasta líder de jóvenes, que habla con sana pasión sobre Jesús y aprovecha todo momento para tomar su guitarra y cantar alabanzas a Dios, hay una historia tan complicada. “Pon que me llamo Tavito, no Gustavo”, se anticipa con una sonrisa antes de la entrevista. Tavito desborda alegría. 

Pero, no siempre fue así. Los años han pasado y, gracias a Dios, la vida de un joven alcohólico completamente perdido fue transformada. ¿Cómo sucedió esto? ¿Puede alguien encaminar nuevamente su existencia para servir a Dios? La respuesta es un rotundo “Sí”.

Por eso, encendimos la grabadora del celular y dejamos que Tavito nos relate en primera persona un resumen de todo lo que experimentó.

Cuando todo empieza mal…

Todavía recuerdo esa mañana mientras dormía, a los siete años, y escuchaba cómo mi papá –un trabajador aduanero lleno de vicios– maltrataba a mi madre. Salí a ver porque los ruidos eran muy fuertes, y contemplé la escena más impactante de mi vida: mi papá apuntaba a mi mamá con un arma de fuego en la cabeza. El miedo fue terrible. Recuerdo que yo me interpuse entre mi mamá y el arma. Y le gritaba desesperadamente a mí papá que se fuera. Por mucho tiempo, por las noches, me acordaba de esa escena y no podía dormir. Quedó grabada a fuego en mi memoria.

Éramos cuatro hermanos, y yo no entendía por qué vivíamos así: Mi papá cometía reiterados actos de violencia contra mi madre. No solamente se embriagaba y le era infiel: le pegaba. Mi madre era una mujer muy sencilla y tranquila. Mi padre era oriundo de la de ciudad de Ambato. Él provenía de un hogar disfuncional, donde le pegaban y abusaban de él. Y repitió la misma conducta con sus hijos.

Crecí con una figura paterna presente y a la vez ausente. ¿Cómo es eso? Él no estaba nunca, pero volvía. Y era lo peor. Él regresaba cada quince días, y lo único que todos queríamos hacer era huir de la casa. 

Mi mamá trataba de criarnos de la mejor manera, pero crecí con muchas carencias económicas y afectivas.

…y sigue peor

Todo este contexto desembocó en algo que era casi obvio: yo pasaba gran parte del día en la calle. Mi casa no era mi hogar; la calle era mi hogar. La calle era mi lugar en el mundo, mi refugio. Allí conseguí muchos amigos que me llevaron por mal camino. Así, a los nueve años comencé a beber alcohol, y a los diez probé mi primer cigarrillo. Mis amigos y mis vicios me hacían sentir importante y especial.

A los catorce años ocurrió algo terrible: mi padre me dio la peor golpiza de mi vida. Ese fue el detonante: me fui de casa. Ahora habitaba “oficialmente” en las calles de Ambato. Allí, para sobrevivir, descubrí que tenía un don: tocar la guitarra. Por valor de cinco sucres (moneda de ese entonces), compré mi primera guitarra. La arreglé y la pinté con mis manos, y le dibujé la cara de Jim Morrison, mi cantante favorito. Jim era como mi padre. Era la figura paterna que no tuve. Para mí, era un referente vivo, aunque físicamente él había fallecido. Aprendí canciones de él; las tocaba. Y les dije a todos que me llamaran “Jim”. Nunca más usé el nombre de “Gustavo”. Por eso también me dejé crecer el pelo. Y trataba de parecerme a él.

Escalera a la fama

Empecé a tocar la guitarra en las esquinas. Mi vida estaba llena de música… y llena de vicios. La única felicidad que tenía era que me prometían que iba a ser famoso. Esa promesa llenaba mi vacío. Para mí, ser famoso lo era todo y me esforcé por ese sueño. Dicen que cantaba muy bien. Y yo también creía eso.

A los 16 años, estando en una reunión con los dueños de una pizzería de Ambato, me invitaron a cantar las noches de jueves a sábados. Me pagaban cinco dólares. Yo era feliz. Y empecé a ser conocido y a probar un poquito de esa fama prometida. Mientras tanto, recibía malas noticias de mi familia. Mis padres se habían separado, y mis hermanos estaban sumergidos en vicios.

A los dos meses, otro empresario de otro bar, donde frecuentaban clientes de muchos más recursos, me contrató para cantar allí. Empecé a ganar doscientos dólares por fin de semana, en vez de cinco. Yo era un adolescente con libertad financiera. ¡Estaba en la gloria! Tenía todo lo que no tuve cuando era niño. Alquilé un departamento amoblado. Me compré zapatos caros y ropa de marca. 

En esos días, mi padre me buscó para pedirme perdón. Y empezó a sentirse orgulloso de mí. Empezó a acompañarme a todos lados. Mi padre me dijo que no era bueno que entre semana no hiciera nada; así que, me consiguió un trabajo. Mi tía abrió una lubricadora, donde colocaban el aceite de los autos. Así que, entre semana era un mecánico, y los fines de semana era cantante. 

Un día, un político de la ciudad me vio allí trabajando y me dijo que yo no era para eso, que tenía que ser cantante, y me propuso formar parte de una banda de música llamada “Face”. Este político era como nuestro mánager. Y como él era cristiano, siempre oraba antes de subir al escenario. Yo me preguntaba: “Si cantamos cualquier cosa y nuestras letras no son religiosas, ¿por qué oramos? No tiene nada que ver…” No había que saber de la Biblia para darse cuenta de que hacíamos cosas que no eran de Dios. Más allá de esto, comenzamos a crecer como la espuma. En un año de existencia, ya habíamos grabado un disco.

Un día, entró en la banda un baterista nuevo. Era evangélico. Lo primero que sugirió es que cambiáramos el nombre. Propuso “Piso 7”. Su argumento fue que teníamos que mantener los pies en el piso, pero mirar al cielo y ser una “creación perfecta”. Nos explicó que Dios creó el mundo en siete días, y que el séptimo descansó. Y que el siete, en la Biblia, es el símbolo de la perfección. Así, ese día por primera vez escuché sobre la Creación y sobre el sábado. En medio de los acordes de música rock y de las luces de un escenario, me hablaron de un Dios creador, que se interesa por mí. 

Mientras tanto, empezamos a ser teloneros (cantantes que se presentan antes de un recital de otro grupo más famoso) por todo el Ecuador. Eso era muy trascendente para nosotros. Y saltamos a la fama siendo teloneros de grupos muy reconocidos en Latinoamérica, como Los enanitos verdes y Rata blanca. Cantamos con casi todos los grupos de rock de esos años. 

Descenso al infierno

Íbamos a salir del país y ya teníamos grabado el segundo disco. La vida me sonreía. Las chicas me pedían autógrafos y podía estar con la que quisiera. Había fiestas, drogas, whisky… había tabaco y alcohol. Yo componía canciones, y me pareció que había llegado a la cumbre. Pero, cuando las luces se apagaban y me quedaba solo, entraba en depresión. Era como caer en un abismo. Para escapar de eso, mezclaba pastillas de dormir con alcohol. Aun rodeado de gente, me sentía solo; en la cúspide de la fama, me sentía en el infierno. Entonces, solo un intenso deseo se apoderó de mí: morir.

Un día desperté en la calle. No tengo idea de cómo llegué allí, pero fue por estar al límite de la intoxicación alcohólica. Yo ya era una figura pública. Todos me conocían. Ser adicto al alcohol y vagar por las calles me trajo problemas, y muchos comentarios negativos hacia mí. Era el final. En todos lados sabían que yo era un ebrio. Empezaron a discriminarme. Me dejaban de lado y solo.

Mi madre me llevó por la fuerza a mi casa original. Allí, escuché una canción de Jim Morrison y me acordé de su final: muerto en un baño de un bar de París por exceso de consumo de sustancias dañinas. Si ese fue el final de mi ídolo, también iba a ser el mío. Sin más, me tomé un litro de cloro mezclado con café. Me encontraron tirado en la sala, sin signos vitales.

Llegué al hospital técnicamente muerto. El cloro había perforado mis intestinos. Entré en estado vegetativo. “Ni para esto serviste”, dijo una voz en mi cabeza. Más allá de mi estado, yo escuchaba todo. Me acuerdo de que mi mamá lloraba al borde de la cama y mi papá me pedía perdón. Mis tías se echaban la culpa entre ellas. Yo no podía moverme, ni hablar.

“Eres muy joven para morir”

En ese estado, recuerdo que una enfermera de cabello blanco se acercó una noche y me tocó la cabeza. Y tengo guardado en mi memoria lo que ella me dijo: “Eres muy joven para morir. Dios tiene planes para ti”. Yo me quedé pensando: “¿Qué planes podría tener Dios para mí?”

Pasó el tiempo, y salí el hospital. En casa encontré el libro El camino a Cristo, que alguna vez alguien me había regalado pero que nunca había leído. Lo abrí y encontré algo que me hizo reír. El libro estaba autografiado por mí. Resulta que pensaba regalárselo a un amigo y se lo firmé con este texto: “Cuando tengas muchos problemas, lee este libro, que te llevará a Jesús”. ¡Este automensaje era para mí! Lo leí y me hizo bien.

Semanas más tarde, el mánager del grupo fue a visitarme. Yo no quería cantar más. Para mí, todo estaba terminado. Sentía ganas de vivir otra vida, de trabajar de otra cosa… pero aún no había terminado la enseñanza media. A los pocos días, me contó que un colegio me quería becar, con la condición de que realizara allí algunas presentaciones musicales. Era una escuela muy buena, pero había clases los sábados y los domingos. Como los sábados estábamos grabando un disco, elegí tener clases los domingos. 

En el colegio todos me conocían. Se me acercaban y me pedían autógrafos. ¡Hasta las profesoras! Todos. Es que era muy famoso. Para mí era habitual; no me llamaba la atención. Pero… (¿Vieron que en las historias siempre hay un pero?) había una chica que no me conocía. No sabía de mí, ni de mi grupo de rock. Era muy extraño, y me llamó la atención. Además, hablaba diferente. Pero, lo que más me atrajo fue que era muy respetuosa, no se vestía de manera provocativa ni tenía vicios. Y era hermosa. Lo confieso: me enamoré. Se llamaba Sara.

Sin más, le dije que me gustaba y que fuera mi novia. Ella me respondió que no, que nunca podría llegar a ser mi enamorada porque yo no era cristiano. Entonces, pensé que no habría nada malo en estudiar la Biblia. 

A los dos meses, me invitó a comer a su casa. Quedé impresionado. Era una casa diferente. Era un hogar. Era completamente distinto de lo que había vivido en mi casa. Los hermanos eran muy educados; los padres, muy cariñosos. Antes de empezar a cenar, el padre dijo: “Oremos”. Yo no entendía nada. Cerré los ojos por respeto. La comida fue la más rica que hubiese comido alguna vez. Una delicia. Ese hogar era una maravilla. Todos eran amables y simpáticos.

En la sala, el papá me pidió que cantara una canción. Me pasó una guitarra. “Toca una de Julio Jaramillo”, me dijo. A mí me daba vergüenza. Yo tenía en ese entonces piercings, aretes, el pelo pintado de rojo, el jean roto y la remera ajustada. No quería cantar algo secular allí. Le dije que no sabía ningún canto religioso. 

Así que, no canté nada, pero les prometí que iba a aprender una canción cristiana. Y allí mismo la mamá me dijo: “Y ¿cuándo nos acompañas a la iglesia?” Yo le pregunté qué día iban. “Los sábados”, respondieron. 

Un día la llamé, y combiné para ir al templo. Y la llevé, pero no quise bajarme. Al final, lo hice de mala gana. En la puerta había un ancianito que me saludó y me dio un abrazo. Fueron amables. El pastor Bullón estaba predicando en un video. Yo ni sabía quién era él. Y decía que tal vez estaba hablando para alguien que quería quitarse la vida, que tenía padres separados y un hogar roto. Y yo me decía: ¡No puede ser! ¡Está hablando de mí! ¡Es mi caso!

Empecé a llorar… Y como era orgulloso y no quería que me vieran en esa condición, de pronto me fui. Llegué a casa, y todo era un caos. Mi padre y mis hermanos estaban ebrios. El contraste era notable. Mi hogar estaba destrozado. En la iglesia tenía paz, mucha paz… y en la casa de Sara también.

Finalmente, le pedí a Sara que le dijera a su papá que me enseñara la Biblia. Hasta la lección número tres, lo hice por Sara. Yo quería que fuera mi novia. Me gustaba mucho. Luego de esa lección tres, ya lo hice por Dios. Terminé todos los estudios bíblicos. Y quise bautizarme.

Mi mamá y mi papá se enteraron, y me dijeron que no lo hiciera, y que si lo hacía los dejara y me fuera de casa. Renuncié a mi hogar y a mis padres; también al grupo de rock. Me costó. Le dije a mi mánager que no cantaría más porque me bautizaría. Mis amigos se enojaron, me dejaron de lado, me odiaron… 

Una vida nueva

El sábado 26 de noviembre de 2004, me bauticé. Al sumergirme en las aguas, renací. 

En ese momento recordé mi vida de alcohólico. Recuerdo que me mamá me daba pastillas para vomitar el alcohol. Probamos mil métodos. Hasta fuimos a “visitar” a una virgen a prenderle velas. Nunca había podido dejar este vicio. Hasta ahora.

En ese momento recordé el instante en que decidí quitarme la vida. Literalmente estaba muerto, pero renací. Recordé las palabras de esa enfermera. Sí, Dios tenía planes para mí.

Sara me aceptó y nos pusimos de novios. Al tiempo, nos casamos. El nuestro era un hogar cristiano. Sara seguía enseñándome de la Biblia y empezó a enseñarme a predicar. A los seis meses de casados, ya predicaba. La gente decía que tenía que ser pastor. Yo estaba acostumbrado a subir a un escenario y a cantar frente al público, pero al bajar estaba vacío. Ahora, subía a un púlpito a predicar, y al bajar la sensación era otra. Me sentía realizado. Sentía paz. Ni los aplausos, ni la fama ni las luces colmaron tanto mi alma. Nada me llenó tanto como predicar. 

Un día, con solo veinte dólares en el bolsillo me fui al Colegio Adventista del Ecuador (CADE) a estudiar Teología. ¿Cómo hice? El Señor me “patrocinó”. Fueron años de mucho trabajo y de mucho esfuerzo. Fueron años de milagros. En realidad, entendí que toda mi vida había sido un milagro.

Cuatro años estuve estudiando allí. En el transcurso de ese tiempo, oraba por mi papá. Y un día él aceptó a Jesús y se bautizó. Nadie lo podía creer en Ambato. “¿Cómo hiciste para cambiar?”, le preguntaban. Mi padre ahora era un cristiano adventista. No bebía más y no era violento. Luego, mi mamá se bautizó. Y ocurrió otro milagro: ¡ellos volvieron a estar juntos! Fue muy raro para mí. Ahora ellos eran cariñosos, se daban besos y se decían que se amaban. Nunca los había visto así. Mis hermanos también se bautizaron.

Todos ahora asisten a la Iglesia Adventista de Los Andes, en Ambato. Casi toda mi familia concurre allí. 

Hoy soy pastor de la Iglesia Adventista. Soy feliz con Sara y tenemos cuatro lindos hijos. Todo es una bendición.

Después de haber servido en cuatro iglesias diferentes como pastor, hoy soy director de Jóvenes Adventistas de la Misión Ecuatoriana del Sur, con sede en Guayaquil. 

No sé cuál es exactamente tu condición. Pero sí se algo: Dios tiene un plan para tu vida. Si lo tuvo para la mía, sin duda lo tiene para la tuya.

Ese vacío que sientes hoy no es más que la ausencia de Dios en tu corazón. Yo comprobé cómo Dios me ha usado y lo hace hasta hoy.

Si estás transitando el desierto más grande en tu vida, te aseguro: “Todo pasa”. Y te digo algo más: “No estás solo”. Después de la tormenta llega la calma.

Yo vi un milagro. 

Yo soy un milagro. 

Yo estuve al borde de la muerte. Entiendo lo que te pasa porque me sucedió.

Quiero invitarte a unirte a Jesús y formar parte de su “banda”. Juntos podremos lograr milagros. Así lo describe Elena de White: “Con semejante ejército de obreros, como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir! ¡Cuán pronto vendría el fin, el fin del sufrimiento, del dolor y del pecado!” (Mensajes para los jóvenes, p. 190). 

Este artículo es una adaptación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2020.

Escrito por Tavito Cevallos. Pastor adventista y actual director de Jóvenes de la Misión Sur Ecuatoriana, con sede en Guayaquil, Ecuador.

Un amor de novela

Un amor de novela

Un amor de novela

Cómo las películas y las series de televisión o Internet moldean y distorsionan los verdaderos conceptos y principios que deben tener las relaciones amorosas.

Quiero contarte tres historias. Son distintas, pero tienen un elemento en común.

Empezamos.

Temporada 1: Episodio 1

Él fue creciendo en un ambiente rodeado de lujos. Lo que quería, lo tenía. No le dejaban faltar nada. Pasaba las noches de fiesta en fiesta. Estaba comprometido; sin embargo, frecuentaba otras mujeres.

Ella provenía de una familia trabajadora y aprendió a valorar cada moneda que le llegaba. No tenía tiempo para salir, debía trabajar. Muchos la pretendían; sin embargo, ella esperaba a “su príncipe encantado”.

Se conocieron, comenzaron a salir, y –pese a las diferencias– en poco tiempo él “cambió”. Pero, pronto todo se volvió gris nuevamente: no congeniaban; muchos gritos, llantos, peleas… En medio de todo esto, una nueva vida estaba desarrollándose en el vientre de la joven. ¿Qué hacer? lo único que podían: estar juntos, porque el amor siempre triunfa, y en unos pocos meses llegaron a estar bien.

Temporada 1: Episodio 2

Se conocieron, y desde entonces no se separaron. Sentían que estaban destinados a estar juntos. Las citas eran de ensueño: disfrutaban, reían, charlaban… Al poco tiempo comenzaron las discusiones; no obstante, ellos sabían que estaban “destinados” a pasar el resto de su vida unidos. Las peleas eran frecuentes; los gritos ocupaban el lugar de las risas; las lágrimas, el de los momentos felices. Pero ellos permanecían juntos; tenían que estarlo, porque “se amaban”.

Sus familias no estaban de acuerdo con esta relación, sus amigos se encontraban preocupados. El tiempo pasó, y ella ya no estaba segura de permanecer con él. Así, le expresaba sus miedos y sus inseguridades. Cada tanto terminaba la relación y luego regresaba con él. Un día, finalmente, se separaron, y con el paso del tiempo ella formó una familia con otro hombre.

Pero, volvieron a cruzarse, y “el amor renació”. Nuevamente, estaban juntos. Ella había terminado su matrimonio para estar con él, aunque las peleas continuaran y los celos fueran diarios.

Temporada 1: Episodio 3

Ella estaba totalmente enamorada de él. Estaba allí para lo que él necesitara. Su vida giraba en torno a las necesidades de él. Casi no tenía tiempo para sí misma. Una palabra de sus labios le alegraba el día. A veces, lloraba en silencio porque lo veía salir con otras mujeres. No entendía por qué no se fijaba en ella.

Hasta que un día, él la miró. Comenzó a cortejarla y a invitarla a salir. Las citas se hicieron más frecuentes y, finalmente, llegó el beso tan anhelado. Lo que ella no sabía era el porqué de esas atenciones. Él tenía una estrategia. Necesitaba que ella confiara en él porque su empresa corría peligro. Él no la amaba, pero ella no lo sabía. Un día, todo se descubrió. Ella se alejó de él. Y conoció a otro hombre; alguien que era un caballero, que se fijaba en ella por lo que era. Pero, no tenía lugar en su corazón; no, ella quería al primero. Aún seguía pensando en él. Así, pasó el tiempo, y ella decidió quedarse con el primer hombre, ya que él decía que había cambiado y que estaba enamorado de ella. Le creyó. Él decía amarla, y por eso sus celos eran incontrolables. Pero, allí estaban frente al altar, como prueba de su amor.

“Muchas películas, series y novelas reflejan algo que llaman ‘amor’ y que, no obstante, tiene características muy distintas del verdadero amor”.

Cuando las películas distorsionan el concepto de amor

A muchos de nosotros nos gustan los finales felices; esos que nos emocionan, incluso a veces hasta las lágrimas. Finales en los que en cuestión de minutos “todo” se arregla. En los cuales la cantidad de horas de tristezas, melancolía, peleas, malentendidos, indiferencia, orgullo, prejuicio, egoísmo y demás queda en el pasado, y solo reina la felicidad. ¡Qué lindo! Pero, cuánto daño nos han hecho esas historias con esos finales felices, pero rápidos.

¿Por qué “daño”? Porque esas películas, series y novelas reflejan algo que llaman “amor” y que, no obstante, tiene características muy distintas del amor verdadero. A continuación, enumero algunas de ellas:

  • Celos incontrolables que llevan a una de las partes a alejarse de todos.
  • Peleas constantes, prejuicios y orgullo.
  • Mentiras y más mentiras.
  • Amigos y familiares observan que la relación no funciona, que algo está mal, pero los “enamorados” prefieren alejarse de ellos en lugar de escuchar sus consejos.
  • Los sueños y las metas personales se dejan de lado, con el fin de “acomodarse” a la persona amada.
  • Miedo constante a ser uno mismo.
  • Miedo a perder al ser amado.
  • Los sentimientos y las emociones dominan las decisiones.
  • La razón se obnubila.
  • Se exalta el egoísmo, la duda y la inseguridad como algo necesario en una relación.
  • El cambio ocurre “de la noche a la mañana”. Los personajes que antes eran ambiciosos, egoístas o sin cariño cambian o parecen hacerlo para apresurar el “final feliz”.
  • Los compromisos con otras personas pasan a segundo plano, no importa si estás casado o en una relación, frente al ser “que el destino tiene en el camino”.
  • La persona amable, sincera, que se preocupa realmente, que busca alcanzar el cariño de manera decente, es menospreciada, no se la considera “codiciable”, no genera entusiasmo.
  • Se valora la rudeza, la tosquedad, el maltrato, argumentando que eso es amor.
  • La intimidad ocupa gran parte de la trama, no solamente entre los personajes principales sino de ellos con otras personas.
  • Un hijo es la posible “solución” para la relación desastrosa.
  • Se justifica la violencia en el contexto de lo pasional que es la relación.
  • La manipulación de los sentimientos del otro se presenta como una artimaña válida.
  • Lo único importante es que “se amen”; si son distintas o incompatibles sus personalidades, pasa a segundo plano.
  • El final es una boda. No te muestran lo que sigue, solamente que allí todo el pasado quedó pisado; de ahora en adelante, todo “será color de rosa”.
  • Cuando se menciona a Dios, se lo hace en el contexto de que bendiga esa relación pese a las diferencias o los desafíos.
  • Se valora un recuerdo distante sin importar cuánto las personas podrían haber cambiado.

Y la lista podría continuar. Estos son algunos ejemplos; quizá tengas otros en mente. Personalmente, cuando los enumeraba y pedía ayuda a mi esposo, mencionábamos algunos títulos de novelas o películas en que observamos esos “detalles”.

Somos personas, no personajes

Si la trama quedara como ficción, no habría gran problema. Pero, querámoslo o no, aquello que miramos o leemos moldea nuestra mente, nuestros pensamientos, e incluso a veces lleva a buscar que la “historia de amor” se refleje en la vida real que tenemos. Allí comienza el problema: nuestra vida no es una película, ni una novela ni una serie… ni siquiera una canción romántica (que también suele reflejar conceptos errados con relación al amor). Vivimos, nos movemos y amamos. Somos personas, no personajes.

Esta situación no es nueva. Antes no existían las pantallas, pero las novelas podían escucharse por radio y, mucho antes, leer las páginas donde se las contaba. Hoy, tenemos muchos medios disponibles para dedicar nuestro tiempo a ellas. El peligro es el mismo. Elena de White escribió: “Tienes ideas incorrectas en cuanto a la sociabilidad entre las niñas y los jóvenes, y te resulta muy atrayente estar en compañía de los muchachos. Te hiciste daño leyendo novelas de amor y de romances, y tu mente quedó fascinada por pensamientos impuros. Tu imaginación se corrompió al punto de no tener poder para dominar tus pensamientos. Satanás te lleva cautiva a su voluntad” (Cartas para jóvenes enamorados, p. 57).

Y ¿qué decir de las películas cristianas románticas? Quizás estés pensando en unas que se han hecho famosas, pero hay varias con el mismo sentido: el amor entretejido con algo de Biblia. La misma autora dice lo siguiente al respecto: “Las historias de amor, las novelas frívolas y excitantes, y hasta esa clase de libros llamados novelas religiosas, libros en los cuales el autor añade una lección moral a la historia, son una maldición para los lectores. Los sentimientos religiosos pueden estar entretejidos a través de toda una novela, pero, en la mayoría de los casos, Satanás se halla vestido con ropas de ángel, para engañar y seducir con más éxito. Nadie está tan confirmado en los principios rectos y se halla tan seguro contra la tentación que pueda leer estas historias sin correr peligro” (Consejos para la iglesia, p. 300).

Ninguno está fuera de peligro, por más fuertes que nos creamos. La Biblia ya lo dice: “Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer” (1 Cor. 10:12, DHH). El enemigo busca nuestro mal siempre. Si puede hacernos sufrir, lo hará, y más si es en algo tan importante como el amor verdadero. La relación entre el hombre y la mujer fue creada por Dios. Él instituyó el matrimonio; la unidad en esa relación es muy diferente de otras. Él estableció el amor que ellos se brindarían. A Dios le importa que nos amemos, pero que nos amemos bien.

Proverbios 5:18 (NVI) manifiesta: “¡Goza con la esposa de tu juventud!”; es decir, la relación entre dos personas que se aman no se termina con el paso del tiempo, por las circunstancias que las rodean o por “el nuevo amor” que aparezca en la vida de uno de ellos. No, la relación continúa, es una unión que Dios ha bendecido.

Las novelas, las series y las películas románticas están hechas con el fin de que nuestras emociones afloren, para que los sentimientos dominen durante las horas que dedicamos a verlas o leerlas. Así, la razón se nubla y la trama nos atrapa tanto que muchas veces no visualizamos el peligro que está detrás. Muchas personas se identifican con los personajes, llegan a pensar que es su propia vida la que se está mostrando y pierden de vista su realidad. La ficción llega a ser el pan diario.

“No te guíes por historias románticas que ves, lees o escuchas. ¡Todo eso es ficción! Te irá mejor y serás más feliz si te basas en los principios de la Palabra de Dios para elegir bien”.

El amor verdadero 

Un detalle no menos importante es aclarar que no estamos hablando sobre si mirar o no novelas; no estoy juzgando a quienes lo hacen. Solamente quiero que pienses en aquello que estas producen en tu mente. Dios nos hizo seres holísticos; es decir, integrales y completos. Nos hizo no solamente con la capacidad de sentir sino además de pensar y razonar. Los sentimientos y las emociones no son malos en sí mismos, pero debemos buscar que la razón sea el motor principal de nuestras decisiones. Si aquello que miramos, leemos o escuchamos nos aleja de esa meta, entonces es una alerta a la cual tendríamos que prestar atención.

Las siguientes citas del libro Mensajes para los jóvenes (páginas 29 y 30), de Elena de White, ayudan a enfocarnos en esto que venimos hablando:

“El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado”.

“El amor verdadero no es una pasión impetuosa, arrolladora y ardiente. Por el contrario, es sereno y profundo. Mira más allá de lo externo, y es atraído solamente por las cualidades. Es prudente y capaz de discernir claramente, y su devoción es real y permanente”.

“El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos”.

“ ‘El amor verdadero no es una pasión impetuosa, arrolladora y ardiente. Por el contrario, es sereno y profundo’ ”.

Enfrentar la realidad

La vida real no es una novela. No es un capítulo (o una temporada) de una serie. ¡Ni siquiera una película! La vida tiene sus altos y bajos, tiene sus momentos de alegrías y sus momentos de tristezas; pero es real (no una ficción) y cada acontecimiento de ella deberíamos vivirlo, no escaparnos hacia algo que no existe.

Y ¿en lo relativo al amor y a la pareja? Elegir a nuestro compañero es una de las decisiones más importantes que alguna vez vayamos a tomar. Frente a esto, no te guíes por historias románticas que ves, lees o escuchas. ¡Todo eso es ficción! Te irá mejor y serás más feliz si te basas en los principios de la Palabra de Dios para elegir bien. Sé cauteloso, para que las emociones no te gobiernen ni ocupen el lugar que no les corresponde. No te sientas mal si tu relación no es una montaña rusa de adrenalina. La vida real tiene muchos más componentes que solamente ese.

Recuerda que la vida amorosa de una pareja está conformada de muchos momentos. No es un cuento, no es una historia de dos horas, y ni siquiera una temporada completa. Es mucho más. Ten en cuenta y reflexiona sobre los siguientes puntos:

  • Que una relación no tenga la adrenalina que se muestra en la pantalla no significa que no sea real.
  • Que los celos no dominen la relación es síntoma de que la relación es saludable, no de falta de amor.
  • Que la intimidad física no sea el “condimento” principal de la relación. Existen otros elementos que crean un ambiente sano: el diálogo, las metas, los sueños, la confianza y la estima.
  • Que la persona que tienes a tu lado te trate con respeto, con cariño y que se preocupe por ti es una señal de que estás en el lugar correcto.
  • Que la violencia no sea parte de tu relación es deseable y necesario.
  • Que el amor se refleje en las acciones es lo ideal.
  • Que Dios forme parte de tu relación, que no solamente sea alguien a quien acudir cuando hay problemas, es muestra de que están bien asentados.

Te invito a que ante la siguiente serie, película o novela que mires, leas o escuches lo hagas recordando que es una ficción, que ese amor no es real; que lo que allí  se muestra tiene un fin: vender, captar tu atención, llevarte con la imaginación a otro espacio y otro tiempo.

Y, por último, te invito a vivir tu vida amorosa no dramáticamente, sino de manera única, real y en la compañía de Dios.

Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa, publicada en Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.

Escrito por Jimena Valenzuela, Magíster en Resolución de Conflictos y capellana en el Instituto Adventista de Avellaneda, Bs. As., Argentina.