¿Es esta la voz de Dios?
Tres secretos para aprender a escuchar los mensajes del Cielo entre la multitud de sonidos discordantes.
¿Sabías que tu voz es única? Tal como las huellas digitales, cada voz es única e irrepetible. Cada voz tiene una intensidad y un timbre propio, lo que te permite reconocerla entre la multitud. Imagina que vas a un restaurante a encontrarte con un amigo. En cuanto abres la puerta, una oleada de sonidos golpean tus tímpanos: la música de fondo, la gente que charla, el tintineo de los cubiertos que rozan la superficie de los platos… Sin embargo, cuando oyes a alguien decir a lo lejos: “¡Estoy aquí!” inmediatamente sabes que es tu amigo. Puedes reconocer su voz, aun sin ver su rostro, porque lo conoces bien.
Como cristianos, creemos que Dios nos habla. Sin embargo, ¿cómo suena la voz de Dios? Aprender a diferenciar la voz de Dios de la multitud de sonidos y ruidos que nos rodean requiere práctica y paciencia, ¡pero es posible!
Por esto, quiero compartir contigo tres secretos para aprender a reconocer la voz de Dios.
Silencia al crítico interior
Lamentablemente, muchos tenemos un monólogo negativo que se repite constantemente dentro de nuestras cabezas, como un disco rayado. Esa voz nos dice cosas horribles, como, por ejemplo: “Eres un fracasado” o “Es demasiado tarde para cambiar”. Y dado que una parte de la labor del Espíritu Santo es convencernos de pecado, a veces pensamos que esta voz cruel que nos ataca continuamente es la voz de Dios. ¡Pero esto no es verdad! Si la voz que oyes hace que te sientas desesperado o desolado, entonces puedes estar seguro de que no es la voz de Dios (Juan 10:10). Dios no usa la culpa y el miedo como armas de coerción. Él nos atrae con su amor eterno e inagotable (Jeremías 31:3).
Cuando el Espíritu Santo nos convence de pecado, lo hace por medio del ofrecimiento de la garantía del amor del Padre. Por esto, aunque reconocer nuestro pecado nos causa dolor, no desesperamos. En cambio, el amor de Dios nos da esperanza y el deseo de ser purificados. Recuerda que Judas traicionó a Jesús la misma noche que Pedro lo negó. Ambos discípulos pecaron. Sin embargo, Pedro escuchó la voz del Espíritu Santo y se arrepintió. Judas escuchó la voz del enemigo y se dio por vencido.
Entrena tus oídos
“Yo puedo oír todas y cada una de las notas que ella toca”, me dijo Carrie O’Toole, una autora estadounidense, durante una entrevista. La hija de Carrie toca el corno francés en una orquesta. Cuando Carrie asiste a los conciertos, puede distinguir claramente a su hija entre la multitud de sonidos. ¿Cómo es posible? Por dos razones. Primero, porque durante muchos años Carrie se dedicó a enseñar música. Segundo, porque Carrie conoce perfectamente la manera de tocar de su hija.
La voz de Dios también tiene un sonido único (Juan 10:27). Sin embargo, ¡debemos entrenar el oído para reconocerlo! Cuando el joven Samuel escuchó la voz de Dios por primera vez, no se dio cuenta de quién le hablaba (1 Samuel 1:3). Sin embargo, con el tiempo, Samuel desarrolló su capacidad para escuchar y reconocer la voz de Dios. Tú puedes hacer lo mismo. ¡Afina tus oídos para escuchar su voz!
Da el siguiente paso
Como dijo la famosa misionera estadounidense, Elisabeth Elliot, algunas veces simplemente debes dar el siguiente paso. En vez de quedarte estancado, paralizado en la indecisión, haz la tarea que tienes a mano, obedece en lo que ya sabes que Dios pide de ti. He notado que hay una especie de crescendo en la voz de Dios. A medida que lo obedecemos en las pequeñas cosas, lo oímos con mayor claridad y es más fácil obedecerle en las cosas grandes (Lucas 16:10). En su libro, Oyendo la voz de Dios, Henry Blackaby dice que nuestra “disposición a obedecer cada palabra de Dios es crucial para que podamos oírle hablar”.
También es importante reconocer que Dios nos da solo la información que podemos manejar; lo que necesitamos saber ahora. Como explica Priscilla Shirer: “Deseamos que Dios pinte el cuadro completo de inmediato, pero él, sabiamente, omite cierta información y verdades hasta que las necesitemos”. Así que, recuerda mantenerte fiel en las pequeñas tareas y con los oídos afinados. En el momento oportuno, él revelará su plan. Mientras tanto, da el siguiente paso.
La voz del Pastor
Jesús les dijo a sus discípulos que les convenía que él se fuera, porque así recibirían el Espíritu Santo (Juan 16:7-15). Estoy convencida de que, si estamos dispuestos a escuchar, el Espíritu utilizará cada oportunidad que se presente para hablarnos.
Prepara tus oídos. No te pierdas de escuchar la dulce voz del Pastor.
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2021.
Escrito por Por Vanesa Pizzuto, Lic. en Comunicación y escritora. Es argentina, pero vive y trabaja en Londres.
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