Influencers

Jul 1, 2022 | Inteligencia emocional | 0 Comentarios

Claves para vivir mejor y ayudar a otros a lograrlo.

Entre los libros más vendidos del mundo se encuentran Don Quijote de la mancha, El Señor de los anillos y El Principito. Pero también se encuentra la Biblia, que ha sido traducida parcialmente a 2.454 idiomas e íntegramente a 438, y tiene millones de ejemplares vendidos. 

¿Cómo no pensar en la influencia que ha tenido este libro maravilloso que ha sido escrito por personas inspiradas por Dios?

Hoy, las personas que ejercen gran influencia en el mundo son conocidas como influencers. Actualmente, algunos de los influencers con más cantidad de seguidores son Kylie Jenner, Cristiano Ronaldo, Leo Messi, Auronplay, Elrubius y Selena Gómez, entre otros.

Un influencer trabaja con su imagen, pero lo más llamativo es el impacto que tiene en la vida de otras personas. Sus seguidores se guían por sus publicaciones y consejos, y hasta toman decisiones basados en ellos.

¿Cuál es nuestro estilo de vida? ¿A qué influencer admiramos y seguimos? ¿Qué tipo de influencia ejercemos nosotros sobre quienes nos rodean?

No necesitamos tener miles de seguidores para impactar la vida de las personas. Siendo cristianos, las personas que nos rodean y con las que nos relacionamos nos perciben y observan todo el tiempo. Así, somos un testimonio vivo en la vida de las personas. ¿Podrán ver a Jesús en nosotros?

Ahora bien, la pregunta es cómo podemos lograr que eso suceda. Simple: si nosotros seguimos a nuestro influencer por excelencia, que es Jesús, tenemos en su Palabra cuáles son los principios que debemos seguir, y un manual de instrucciones práctico con consejos, historias de vida y promesas que nos pueden ayudar a vivir siendo testimonios vivos e influyendo positivamente sobre la vida de las personas. Pero eso depende de nuestra decisión, porque bien podríamos ser influencers negativos, también.

Por ello, resulta clave que aprendamos a conocernos a nosotros mismos, autoevaluarnos y definir nuestras prioridades. Esto implica trabajar y esforzarnos por cultivar un carácter que nos permita construir un estilo de vida sano, conforme a la voluntad de Dios.

No somos perfectos, tenemos virtudes y defectos, pero lo que marca la diferencia es que si buscamos mejorar nuestros desafíos, con la ayuda de Dios, lograremos crecer, madurar y superarnos a nosotros mismos en la vida. Las cosas funcionan así, ya que primero debemos trabajar con nosotros mismos, porque no podemos dar lo que no tenemos.

En el transcurso de una investigación que realicé con el grupo de Neurociencias del Paraguay, trabajamos durante dos años con dos tipos de poblaciones a las que aplicamos una serie de diversos test psicométricos, a fin de obtener resultados que estén adaptados a la realidad cultural del Paraguay. 

Al culminar, pudimos visualizar una notoria diferencia en el rendimiento entre la población de las ciudades y la población rural. Y, como parte de la conclusión, se analizó que la mayoría de los niños de las poblaciones rurales, por el bajo nivel educativo, una desventajosa realidad socioeconómica y falta de oportunidades, no logra acceder a estudiar una carrera universitaria.

Eso nos llevó a analizar que la influencia del contexto de vida (incluyendo la realidad socioeconómica, cultural, nivel y calidad educativos y la dinámica familiar) condiciona el nivel de respuesta, actitudes y, por ende, de acciones y proyección en las diferentes etapas de la vida. Pero compartiré con ustedes el testimonio de uno de los participantes, que se sale de estas estadísticas. Se trata un amigo al que conocí y el cual me motivó con su historia de vida. 

Luis nació en el seno de una familia humilde, que vivía en las afueras de la ciudad, en el interior del país. Desde los 6 años, comenzó a trabajar en las calles de la capital limpiando vidrios de los autos, a fin de recaudar dinero para su familia. Desde pequeño, soñó con regalar una casa digna a su mamá, y se propuso buscar un mejor trabajo con la intención de poder estudiar y llegar a tener una carrera universitaria.

A los 16 años, luego de trabajar lavando autos en el estacionamiento de un canal televisivo, se ganó la confianza del guardia de seguridad, quien lo recordó por su responsabilidad, puntualidad y honestidad. Lo ayudó a preparar su CV para postularse a un cargo, y lo consiguió. Luis trabajó en el canal por tres años, donde fue promovido para trabajar en la asistencia de la producción de un programa del canal. Allí conoció a un hombre que, al escuchar su historia, lo ayudó a crear sus redes sociales y seguir páginas de entidades nacionales e internacionales que ofrecían becas de estudio. Por dos años Luis investigó, se preparó, hasta que un día decidió postularse a una beca. Lo citaron en una embajada de un país de otro continente, a fin de estudiar Derecho en una prestigiosa universidad.

Un mes después, me escribió contando que había ganado la beca, que viajaría para empezar sus estudios y que me agradecía por haber orado por él. Hoy sigue estudiando; ya está en el cuarto año de su carrera, y aún recuerda cuando todo era un sueño y hasta parecía imposible. Pero nunca dejó de insistir, persistir y esforzarse por avanzar hasta lograr su objetivo.

Con este testimonio aprendemos que, aunque es verdad que nuestro contexto de vida influye, tenemos la oportunidad de cambiar nuestro presente y nuestra proyección de vida. 

Hoy tenemos la posibilidad de elegir a Jesús, quien en su Palabra nos ha dejado preciosas promesas que nos ayudan a recordar, como dice en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Esta declaración nos permitirá, a su vez, influir positivamente en la vida de las personas que nos rodean.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.

Escrito por Melissa Rojas Romero, Lic. en Psicopedagogía y especialista en Trastornos del Neurodesarrollo. Escribe desde Asunción, Paraguay.  @lic.melurojas

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