¿Ya viene el fin del mundo?
La guerra entre Rusia y Ucrania nos lleva a pensar en las señales que muestran que este planeta pronto se termina.
Como cristianos, podemos caer en el error de pensar que las señales que Cristo nos dejó como anuncios de la inminencia de su segunda venida son un fin en sí mismas. Pero, tenemos que estar seguros de lo que creemos, como dice Jesús en Mateo 24:14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Jesús dijo esto luego de dar algunos ejemplos de esas señales: guerras, rumores de guerras, pestes, hambres y terremotos (vers. 6, 7). Pero, hasta que no sea predicado el evangelio del Reino, no llegará nunca el esperado fin.
Si leemos el verso 4 de Mateo 24 –la advertencia principal antes de hablar sobre las señales en sí mismas–, Jesús nos dice que “nadie nos engañe”. El engaño es parte de la obra de Satanás, quien quiere dividir a la iglesia, causar discusión, miedo, peleas y dudas. Por esto, es nuestra responsabilidad velar para que las fake news no nos engañen.
Aquí vemos la importancia de pasar tiempo con Dios. “Velar” significa estar al día con Dios, ser luces para las personas que viven en la oscuridad. Hay algunos errores que pueden prevenir únicamente aquellos que “velan y oran, para que no entren en tentación” (Mat. 26:41).
Cuando hablamos de las señales, nos referimos a aquellas “pistas” que Jesús mismo nos dejó para que nos demos cuenta de los tiempos en los que vivimos. Estas deben alertarnos y no sorprendernos, si realmente estamos firmes. Oramos para que sepas y reacciones ante estas señales.
La gran pregunta es: ¿Estamos cumpliendo la misión o nos estamos dejando desviar por las señales? El propósito de las señales es prepararnos para algo mayor y mejor: la segunda venida de Cristo.
Me preocupa ver que muchos tienen temor frente a la pandemia del coronavirus, y creen cuanta información reciben por WhatsApp o Facebook, y no dudan en compartir a sus contactos, pensando que de esta forma estarán alertando a otros sobre la situación del mundo. También tenemos en este momento una guerra entre Rusia y Ucrania, y observamos que el mundo entero está paralizado sin saber qué sucederá mañana.
Déjame decirte una cosa: Solo Dios tiene el control del mundo, solo él sabe qué sucederá mañana; por eso, no debes preocuparte sino, más bien, aferrarte a sus promesas y entregar cada día tu corazón a Jesús. Estoy convencido de que las señales fueron puestas para despertarnos espiritualmente y hacernos el llamado que de otra forma no percibiríamos de parte de Dios. Todos tendríamos que hacer un análisis de Mateo 24 y de toda la Biblia con respecto a la segunda venida de Cristo. Solo de esta manera podremos “perseverar hasta el fin y ser salvos” (Mat. 24:13).
No es hora de estar callados ni de sorprendernos por lo que está pasando y pasará en este mundo de aquí en adelante. El lema de este año para los Jóvenes Adventistas es “Yo voy”. Un lema del todo oportuno.
Yo voy a prepararme cada día para no ser engañado. Yo voy a estar alerta a la situación del mundo confiando en que Dios está en el control. Yo voy a velar por mi salvación y la de mi iglesia cada día. Yo voy a fortalecer mi vida espiritual estudiando la Biblia, orando y compartiendo con otros las verdades de Dios. Yo voy a perseverar hasta el fin, sin importar las consecuencias, ya que el Señor tiene una corona lista para mí. Yo voy a predicar el evangelio, porque sé que es la única forma de aproximar la venida de Jesús.
Si estás de acuerdo con cada una de estas afirmaciones, es porque el Señor quiere usarte para este tiempo. No es casualidad lo que está pasando; todo tiene una razón. El Señor te está llamando, no resistas más al trabajo que Dios empezó en tu vida; es ahora el tiempo para cumplir la misión.
Esta cita de Elena de White me gusta, y me da fuerza y ánimo. La comparto contigo: “Dios espera un servicio personal de cada uno de aquellos a quienes ha confiado el conocimiento de la verdad para este tiempo. No todos pueden salir como misioneros a los países extranjeros, pero todos pueden ser misioneros en su propio ambiente, para sus familias y su vecindario” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 30). Y, así como Jesús lloró al ver la situación de Jerusalén antes de su destrucción, también me duele observar cómo avanzamos hacia la destrucción de nuestro mundo actual, al hallar jóvenes perdidos en las drogas, adictos a las redes y sumergidos en “distracciones”, llevándolos a otro puerto que no es el ideado por Dios. Al ver iglesias vacías, hermanos desinteresados con y por la causa, es urgente el llamado a despertar de nuestro sueño espiritual. Cada señal es un paso más hacia el cumplimiento que tanto estamos esperando como hijos e hijas de Dios.
Quisiera poder ver una iglesia unida y dispuesta, entregada a la misión de todo corazón. No te dejes llevar por este mundo, “porque aún un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará” (Heb. 10:37).
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.
Escrito por Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Morón, Argentina.
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