Vínculos equilibrados

Vínculos equilibrados

Vínculos equilibrados

A veces nos vamos a los extremos a la hora de mostrar cariño. Aprendamos a entendernos y a encontrar el punto justo.

Hace unos dos años llegó a casa un gato con mucha hambre; lloraba fuera de la puerta. Lo hicimos entrar, le dimos leche, lo ayudamos. Durante los días siguientes venía, pedía comida y se iba. Así lo hizo por unas semanas; y como nadie lo reclamaba (aun habiendo publicado su foto en cada grupo que encontramos), decidimos adoptarlo. Y le pusimos nombre: William.
William es muy “gato”, tal como su especie lo determina. Es independiente, te busca cuando quiere comer, duerme muchísimo, casi todo el día. Cuando quiere es cariñoso, pero por lo general es bastante arisco. Pero, aun así lo queremos.

Hace aproximadamente ocho meses, otro gato comenzó a merodear nuestra casa. Al principio venía y robaba la comida de William; luego ya le dejamos la suya y, así como ocurrió con William, nadie reclamó a este gato. Este gatito no era como William: nos mordió y rasguñó muchísimo. Se acercaba, pedía caricias, y luego… ¡zas!, nos dejaba marcas en todos lados.

Finalmente, lo llevamos al veterinario porque estaba bastante maltrecho, e incluso pagamos una cirugía costosa.
Old Blackie, como lo llamamos, no deja de agradecernos por ello. Ya no es agresivo; al contrario, busca estar donde uno esté, busca caricias, atención. No te deja solo en ningún momento. Cuando estás cerca y no lo acaricias, llora para que lo hagas… Es un gato-perro.

A veces, en la vida podemos cruzarnos con personas que son “Williams”: muy poco atentas, quizás incluso ariscas, pero cariñosas a su modo. A veces puede parecernos que solo nos buscan cuando necesitan algo. Otras veces, podemos cruzarnos con “Old Blackies”, esas personas con una coraza tan grande que no te dejan llegar… pero que luego de dejar de defenderse son las más cariñosas que existen, al punto de que pueden llegar a ser “pesadas”.

Quiero dejarte unos tips para relacionarte con estos dos tipos de personas:

  • No juzgues sin conocer toda la historia.
  • Piensa que aquello que la persona te da puede que sea lo máximo que tenga.
  • No intentes que todos sean iguales a ti; no todos tienen la misma manera de demostrar cariño.

Ahora bien, quizá tú en algún momento te comportes como “William”, porque te lastimaron, porque no es fácil volver a confiar en que no te dejarán, porque así “estás bien”. Y, en otras ocasiones, quizá seas “Old Blackie”, dando todo de ti, siendo cariñoso al extremo, mostrando ese afecto de todas las maneras posibles; pero, a la vez, sin dar lugar para que la otra persona tenga su espacio.

Lo cierto es que en la vida necesitamos el equilibrio entre “William” y “Old Blackie”. El sabio Salomón dijo que todo tiene su tiempo y, así es, todo tiene su momento y su lugar.
Por eso, te dejo unos consejos que quizá te ayuden en esto de lograr el equilibrio:

  • Aunque te hayan dañado, no hagas sufrir a otro por eso.
  • A veces el muro lo debes destruir tú mismo.
  • Dar cariño siempre es bueno, aun en esas ocasiones en las que tenemos miedo.
  • Acepta que una relación necesita sus espacios.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Jimena M. S. Valenzuela, Magíster en Resolución de Conflictos y capellana en el Instituto Adventista de Morón, Buenos Aires, Argentina.

Habilidades y debilidades

Habilidades y debilidades

Habilidades y debilidades

¿Qué quieres ser?

¡Ya falta menos para terminar el Secundario! Ahora te toca pensar en una carrera universitaria, y lo primero que debes hacer es orar, pidiendo al Padre celestial que sea tu guía en esta importante decisión.

Luego, debes identificar tus habilidades, tus gustos y tu potencial, como también tus puntos débiles. Es importante reconocer, por ejemplo, si te gusta socializar o si prefieres dedicar tu tiempo a trabajar en una computadora. Estas respuestas pueden darte una idea del grupo de carreras afines que puedes elegir.

Por eso, te dejo cuatro consejos para elegir una formación profesional:

  • Elige una carrera que implique actividades diarias que te apasionen. En ese sentido, pregúntate: Si no necesitaras que te pagaran nada por el resto de tu vida, ¿qué te gustaría hacer?
  • Investiga con profundidad con profesionales cercanos a tu área de interés. Escúchalos, y analiza si realmente es lo que esperas o deseas.
  • Considera carreras innovadoras. Piensa en cinco años más: ¿Qué carreras serán las más importantes? ¿En qué área te ves trabajando?
  • Obtén orientación vocacional antes de ir a la universidad, ya sea con pruebas psicotécnicas o charlas informativas en tu colegio.

Por otro lado, estas son las consecuencias que se identifican en una persona que no estudió lo que realmente hubiera querido:

 

  • No le gusta lo que hace. La probabilidad de ser feliz o tener éxito profesional mayor se reduce, porque no encuentra satisfacción y alegría en el desarrollo de sus funciones.
  • No es productiva. No siente pasión por lo que hace, y es probable que tarde mucho más tiempo en terminar sus funciones, ya que no las encuentra atractivas.
  • Tiene mala salud, provocada por la ansiedad y el estrés propios de una persona que se encuentra en un trabajo en el que no encaja. La presión de tener que hacerlo y satisfacer las responsabilidades asignadas produce un efecto negativo en su salud.
  • Tiene baja autoestima, por no sentirse capaz en la profesión elegida y por verse estancado profesionalmente.
    Dios desea ser tu Guía fiel y hacer de ti un profesional exitoso y feliz para él, por lo que te dice: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir, yo te daré consejos y velaré por ti” (Sal. 32:8).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Junelly Paz Guerrero, Lic. en Psicología de la Universidad Peruana Unión.

San Salvador de Bahía

San Salvador de Bahía

San Salvador de Bahía

No tan popularmente conocida como Río de Janeiro y San Pablo, San Salvador de Bahía es la tercera ciudad más poblada de Brasil y fue la primera capital del país. Por su historia y su arquitectura, es visitada año tras año por miles de turistas.

Debido a su extensión y por la proximidad a la costanera, se recomienda buscar hospedaje en las cercanías de Faro da barra, que cuenta con una buena infraestructura de transporte para desplazarse por toda la ciudad.

Después del culto personal, salía por las mañanas a disfrutar de las brisas del mar en la hermosa costanera. Luego de la rutina diaria con conocidos del hospedaje o en otros casos sola, visité los puntos turísticos. En esas oportunidades, aprovechaba para distribuir algún tipo de material misionero.

El mayor atractivo de la ciudad es el centro histórico llamado Peleourinho. Rodeado por una gran metrópolis, este barrio se encuentra en la parte alta de la ciudad. Sus calles empedradas, sus templos barrocos y sus subidas y bajadas a través de su accidentada geografía hacen de este sitio un lugar único.

Caminando por sus estrechas calles, fuimos sorprendidos varias veces por el sonido de tambores y el espectáculo de danzas callejeras que recuerdan a sus primeros habitantes…

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Analía Giannini, docente de Ciencias Naturales, nutricionista, escritora y viajera incansable.

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Yo me quiero casar, ¿y tú?

Si llegar al altar junto a tu novio/a es tu meta, entonces, lee estos consejos.

En el número anterior de la revista, comenzamos a desarrollar algunos aspectos que debes considerar como preparación para tu matrimonio. Hoy veremos otros puntos importantes en relación con la vida conyugal.

LA ECONOMÍA

“No Fer, todavía no me puedo casar, me faltan cosas”, “¿Casarme? No, no llego a fin de mes”. Siempre, siempre, va a faltar algo. Yo lo pude entender bien antes de casarme. De hecho, la mesa de mi sala de estar casi se partía al medio cada vez que apoyaba dos platos para comer. No te preocupes por lo que te falta, Dios proveerá todo. No te preocupes si no tienes un lavarropas nuevo, o un auto, o las cortinas más bellas que existen. La prioridad para Dios eres tú y tu felicidad. El resto vendrá luego, siempre y cuando tu pareja y tú se organicen y planifiquen adecuadamente.

En este sentido, es importante que puedan ahorrar y tener un fondo en común para los futuros gastos de la casa. Tengan proyectos que involucren a ambos: la luna de miel, la casa, un auto, los primeros seis meses de alquiler del departamento en el que vayan a vivir, los muebles… hay un montón de cosas por las que pueden trabajar, cada uno aportando de su lado y con su trabajo. Esto resultará aún más placentero que lo que puedan alcanzar individualmente: es muy lindo sentirse acompañado y lograr cosas de a dos. Eso sí, quizás haya cosas de tu “vida de soltero/a” que tengas que dejar de lado para poder pensar en tu futura familia. Pero recuerda que todo esfuerzo tiene su recompensa.

AFINANDO LA PUNTERÍA

No pasa siempre, pero tal vez en tu noviazgo haya cosas que no te “cierran” o no te “convencen”. Formas de actuar, la relación con la familia de tu pareja, contestaciones de él o ella u otras actitudes o situaciones que puedan catalogarse como “extrañas”. En este punto, si bien no debes convertirte en un detective para saber qué ocurre, sí es importante que puedas aclarar estas situaciones con tu novio/a. A veces pensamos que el matrimonio solucionará muchas cosas, y nada más equivocado que eso. El matrimonio multiplica todo por diez; o más. Entonces, debes tener todo sumamente claro antes de dar el “sí” ante Dios.

¿Qué más deberías tener en cuenta a la hora de comenzar un noviazgo o transitarlo? En el último ejemplar de Conexión 2.0 de 2020 veremos cómo potenciarte a ti mismo, y como prepararte para una etapa de noviazgo exitosa o mejorar la que ya tienes.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Fernando Liernur, diseñador gráfico y especialista en Marketing Digital.

Fe de pies mojados

Fe de pies mojados

Fe de pies mojados

Existen dos tipos de fe: la de pies secos y la de pies mojados. A veces, Dios nos guía hacia el Mar Rojo, con un ejército enemigo pisándonos los talones. Entonces, frente a nuestros ojos asombrados, Dios abre el mar y cruzamos por tierra seca. Esta es la fe de pies secos: Dios abre un camino, de forma milagrosa, antes de que nos mojemos.

Otras veces, sin embargo, Dios espera de nosotros una fe de pies mojados. Cuando ya hemos caminado con él por un tiempo, Dios nos puede guiar al río Jordán. Él nos dice claramente que avancemos, ¡pero el río está salido de su cauce! En ocasiones como estas, el río no se abre sino hasta que nuestros pies tocan el agua.

Si nos negamos a creer y avanzar hasta que toda incertidumbre desaparezca, nunca experimentaremos este tipo de fe. La fe de pies mojados requiere abandono y coraje emocional. ¡Es una fe intrépida! La autora cristiana Lysa Terkeurst nos pregunta: “¿Soy la clase de líder que necesita ver la tierra seca primero o estoy dispuesta a mojarme y ensuciarme un poco, a avanzar hacia lo desconocido y confiar en él?” ¿Estás dispuesto a arriesgarte?

Estoy convencida que Dios nos da oportunidades para crecer en la fe. Generalmente leemos el relato de Pedro bajándose de la barca y caminando hacia Jesús sobre las aguas, como un fracaso (Mat. 14:22-33). Es cierto que Pedro dudó y comenzó a hundirse. Sin embargo, también es cierto que Pedro se arriesgó y se mojó mucho más que los pies. En el proceso, Pedro aprendió una lección valiosísima: Jesús no nos abandona cuando nuestra fe flaquea.

En su libro Si quieres caminar sobre las aguas tienes que salir de la barca, John Ortberg explica cómo nuestros miedo al fracaso y amor por la comodidad nos impiden desarrollar una fe intrépida. Ortberg escribe: “La decisión de crecer siempre implica elegir entre el riesgo y la comodidad. Esto significa que, para ser un seguidor de Jesús, debes renunciar a la comodidad como el valor central de tu vida”.

Para crecer en la fe, también debes estar dispuesto a fracasar. No solo la comodidad nos detiene, sino también el miedo al fracaso, el terror a quedar como tontos en público. Nuevamente, John Ortberg escribe: “El fracaso no es un evento, sino un juicio de valor sobre el evento… es una manera de pensar acerca de los resultados”. Pedro fue el único de los doce discípulos que tuvo el coraje de bajarse de la barca.

No sé cuál sea tu barca o tu orilla hoy, pero te invito a creer y avanzar hacia Jesús. Te invito a elegir la valentía de la acción sobre la “perfección” de la inacción. Los que no trabajan no se ensucian la ropa; y los que no avanzan por fe tampoco se mojan. Recuerda que la fe de pies mojados no es presunción. Es confiar en la voz del que nos llama. Es bajarse de la barca de la certidumbre y de lo conocido, para conquistar territorios inexplorados en el nombre de Jesús. Es creer que Dios puede abrir caminos en el desierto y aun sobre el mar.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Vanesa Pizzuto, Lic. en Comunicación y escritora. Es argentina, pero vive y trabaja en Londres, Inglaterra.