Yo, yo y yo

Yo, yo y yo

¡Abre los ojos! Tal vez te des cuenta de que el mundo no gira a tu alrededor.

Muchas veces, cuando estamos en un conflicto, podemos llegar a sentir que la otra persona nos está atacando, que sus frases nos hacen mal, que nos ponen a la defensiva, que el otro no comprende realmente lo que nos sucede o aquello que necesitamos. Es más, podemos llegar a creer que lo hace con toda la intención. Lo siguiente que ocurre es una serie de malentendidos, frases que van y vienen, incluso sin escuchar a la otra parte.

Así, se pronuncian frases parecidas a estas: “¿Te estás escuchando?”; “Siempre quieres tener la razón…”; “Me dijiste que…”; “Tú eres quien dijo…”; “Me haces sentir…”; “Lo que me dices me provoca…”; “Lo que estás diciendo…”; “Es tu culpa que yo reaccione así…”; etc.

Todas estas frases muestran una cosa: nos centramos en el otro, en lo que dice, en la forma en que lo dice, en la manera en que lo dice. Por eso, el paso que sigue es “acusarlo” por cómo nos sentimos, cómo reaccionamos.

Pues bien, aunque en un conflicto ambas partes tienen su responsabilidad, en este artículo quiero hablarte de una técnica que puede ayudar a “bajar los decibeles” y ver el panorama de otra manera.

Te doy algunos tips que pueden ayudar:

Antes de hablar y de exponer tu punto de vista, respira. Toma unos segundos para decir la afirmación en tu mente.

Si esa afirmación culpa al otro, no la digas. Si no lo hace, adelante: puedes pronunciarla en voz alta.

Trata de decir la misma afirmación en tu mente, pero añadiendo cómo te sientes, sin necesidad de acusar a la otra parte.

Respira nuevamente.

Di la frase con tranquilidad, tratando de no acusar con los gestos ni con el tono de voz.

Obviamente, nada de esto es natural. Todos estamos aprendiendo a comunicarnos, todos pasamos por situaciones conflictivas. Algunas son más fáciles de sobrellevar que otras. Sin embargo, en toda situación, sea cual fuere, tenemos el poder de decisión, podemos elegir comunicarnos bien, tratar de resolver el conflicto. Y lo más importante es que en cada paso contamos con la ayuda de Dios.

Cuando Jesús estuvo en la Tierra, se enfrentó a diferentes conversaciones que podrían haberlo “sacado de sus casillas”. Sin embargo, nunca se lo escuchó pronunciar palabras descorteses o que lastimaran al otro. Él trató a todos con amor; sus palabras siempre fueron las justas y verdaderas, pero acompañadas de amabilidad.

Mi último consejo en este año es que acudas a Dios cada vez que atravieses una situación difícil. Recuerda que él nos pide que “siempre que dependa de nosotros, debemos estar en paz con todos”, y para ello el Espíritu Santo hace su obra en nuestro ser, refinando nuestro hablar día a día. No estás solo.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2019.

Escrito por Jimena M. S. Valenzuela, Magíster en Resolución de Conflictos.

Adivina, adivinador

Adivina, adivinador

Adivina, adivinador

Alerta: el suponer algo puede causarte conflictos falsos, erróneos o latentes.

…“ME PARECE…” , “NO TENGO POR QUÉ CONTARLE TODO, SE TIENE QUE DAR CUENTA”, “TENÍA LA ESPERANZA…”, “YO ESPERABA…”, “YO LO PUSE EN MI ESTADO DE WHATSAPP”, “QUE LEA MI ESTADO DE INSTAGRAM”…

¿Te resultan conocidas esas frases? Todas tienen algo en común: expectativas sobre el accionar de la otra persona. La esperanza de que el otro actúe, se mueva, piense o diga las cosas tal como nosotros las imaginamos; más aún, que sepa lo que nosotros pensamos o estamos atravesando. Después de todo, lo publicamos en nuestras redes y ¿cómo no va a saberlo?

¿Sabías que existen distintos tipos de conflictos? Para entenderos vamos a analizar la siguiente situación: “Pasas cerca de una casa y escuchas fuertes peleas, te das cuenta de que se trata de un matrimonio que discute por el uso del baño: tanto el esposo como la esposa quieren usar el baño en el mismo momento”.

  • Ambos quieren usar el baño en el mismo momento. Se dan cuenta de que hay una situación real: esto es lo que se llama conflicto auténtico.
  • Supongamos que el esposo piensa que la esposa quiere usar el baño porque él lo está por usar. En ese caso, se trata de un conflicto erróneo, porque una de las partes no estaría siendo objetiva.
  • Compliquemos más la situación. La esposa no ha llegado a la casa y, en el camino, va pensando: “Seguro que al llegar mi esposo querrá ir al baño; tuvo todo este tiempo, pero lo querrá usar solo porque yo estoy exhausta y lo necesito”. Esto se llama conflicto latente, nada ha sucedido aún, pero una de las partes ya se ofusca y genera un sentimiento negativo que provocará el conflicto.
  • Y, por último, un detalle importante: la casa tiene dos baños; sin embargo, la pareja igual está discutiendo. ¿Por qué? Porque ambos quieren usar uno de los baños y no el otro. Esto se llama pseudo-conflicto, es decir, conflicto falso. No existen razones para el conflicto, pero las inventan.

Aunque el ejemplo puede parecer divertido, y hasta extremo, lo cierto es que esto ocurre a diario. Me atrevo a decir que la mayoría de nuestros conflictos no son reales, no son auténticos.

La gran pregunta que surge es: ¿Cómo evitar conflictos erróneos, latentes o falsos? No hay recetas mágicas, pero para esas situaciones que te generan sentimientos negativos, donde sabes que estás ante un posible conflicto, te dejo esta serie de sugerencias para decidir si “la batalla” vale la pena.

En primer lugar, ora. Siempre orar es el primer paso. Pide que el Señor te dé calma, claridad de mente. Y luego, responde estas simples preguntas:

  • La persona con la cual me estoy “enojando” ¿es realmente “responsable” de la situación?
  • El motivo ¿es real?
  • ¿Estoy reaccionando de acuerdo con la situación? (Es decir, no estoy exagerando).
  • ¿Esperaba que la otra persona actuara como yo lo había imaginado? ¿Quería que supiera lo que estaba pensando?

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del … trimestre de 2019.

Escrito por Jimena M. S. Valenzuela, magíster en resolución de conflictos.

El delicado arte de saber comunicar

El delicado arte de saber comunicar

El delicado arte de saber comunicar

Conoce más sobre cómo resolver conflictos interpersonales.

“¿Por qué no me entiendes?”

“¿Acaso estoy hablando en otro idioma?”

“¿Qué parte de lo que digo no estás comprendiendo?”

¡Qué difícil, a veces, resulta comunicarnos! Y, en esos momentos, cuando queremos trasmitir algo y la otra parte no nos entiende, nuestras emociones toman el control y, a veces, hacemos que la conversación resulte desastrosa.

Pero, vamos a complicarla un poco más: ¿Qué sucede cuando el diálogo se trata acerca de puntos de vista distintos? ¿O si estás defendiendo tu postura sobre un tema? ¿O quizá, simplemente, no estás de acuerdo con aquello que están expresando?

Ahora bien, si queremos enredar las cosas de forma total, debemos agregar las redes sociales. Estas herramientas tan útiles a la hora de comunicarnos (y tan necesarias a veces) pueden generar más disputas que acuerdos.

Lo cierto es que la comunicación puede verse afectada por distintos tipos de “ruidos”. Por ejemplo, estar en diferentes habitaciones, sonidos de fondo, mala señal en el caso de que hablemos por teléfono, significados distintos que asignamos a la misma palabra, etc. Todo esto, sumado a nuestro propio estado de ánimo del momento y a nuestro lenguaje no verbal, crea el ambiente perfecto para un conflicto. La mayoría de los conflictos comienzan con un desacuerdo generado a partir de un malentendido.

Bien, ahora tenemos todos los componentes del caos comunicacional. ¿Qué hacer?

A continuación, te doy unos consejos para no morir en el intento de comunicarte efectivamente con los demás:

Trata de dejar de lado el celular o cualquier elemento que pueda distraerte. ¿Sabías que en algunos lugares ponen una bandeja para dejar los celulares durante la cena? De esa manera, se previenen de cualquier distracción. Detalle: el que levanta primero el celular paga la cuenta o lava los platos.

Si no estás entendiendo lo que te dicen, pregunta. Existen términos y palabras que tienen varios significados. Entonces, es mejor preguntar que comprender mal.

Mira a las personas a los ojos. Cuando hables, lo mejor es mirar a la cara; no al piso, al costado o a cualquier otro lugar. Si miras al rostro, vas a demostrar que realmente te interesa hablar con esa persona.

Es importante que digas lo que piensas o si no estás de acuerdo con lo que se está expresando, pero debes decirlo de forma amable, sin alterarte, sin hacer “drama”. No es una guerra, es un diálogo.

Por último, aunque no menos importante, si ves que la conversación no está avanzando porque están entrando en una pelea, mejor es pedir un “tiempo fuera”. Hagan una pausa, tomen agua, hagan otra cosa solos y, luego, cuando ambos estén más tranquilos, retomen el diálogo.

No te olvides de que la base de toda buena relación es una buena comunicación.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2019. Escrito por

Jimena M. S. Valenzuela, Magíster en Resolución de Conflictos.

El win-win

El win-win

El win-win

“Soy más grande, por eso tengo razón”.

“Cuando tengas mi edad, podrás hacer lo que quieras”.

“Mientras vivas bajo este techo, las cosas son así”.

Todos hemos escuchado esas frases de parte de nuestros padres, ¿verdad? Esas y otras. La mayoría de las veces fue luego de una pelea, un desacuerdo o, simplemente, cuando quisimos pedir permiso para hacer algo que ellos no aprobaban.

¿Quién tiene la razón? ¿Los padres o los hijos?

Bueno, en realidad esa pregunta no es la que importa. Es decir, aquí no se trata de ganar o perder, de quién tiene la razón y quién está equivocado. La pregunta realmente importante es ¿por qué no nos entendemos? ¿Por qué simplemente no podemos hablar sin pelear?

La Biblia dice que debemos estar en paz con todos, en cuanto dependa de nosotros (Rom. 12:18). Entonces, nuestra meta debería ser esa. Es interesante, porque ese consejo escrito tantos años atrás por Pablo es muy actual para la resolución de conflictos hoy.

La tendencia o la meta cuando hay un conflicto es lo que llamamos el win-win, es decir, “ganar–ganar”; que ambas partes salgan victoriosas.

Observa los siguientes consejos. Encontrarás más información de cada uno de ellos en la revista impresa.

1. No levantes la voz

2. Respeta el tiempo de habla del otro

3. Trata de comprender a la otra parte

4. Reconoce tus errores y discúlpate

5. Busca acuerdos, no conflictos