El vicio secreto

El vicio secreto

El vicio secreto

El consumo de pornografía nunca es inocente.
¿Cómo podemos superar este mal hábito?

La pornografía es el conjunto de obras audiovisuales o escritas que presentan contenidos sexuales explícitos, con el objetivo de provocar la excitación sexual de quien está recibiendo el contenido. Es un vicio secreto, y muchos cristianos se sienten esclavizados por ella, aunque su primer contacto con este tipo de contenido haya sido accidental y prematuro.

La pregunta inicial es: ¿Por qué alguien se siente motivado a ver pornografía? Te dejo algunos motivos: simple curiosidad; predisposición genética a la impulsividad y a las adicciones; altos niveles de hormonas como la testosterona o el estrógeno; exposición temprana a contenido sexual; infancia y adolescencia sin un adecuado control de los adultos; y ocio o estilo de vida sedentario.

Ahora bien, este consumo no es para nada inocente, sino que tiene consecuencias: el cerebro obtiene una recompensa por medio de la masturbación y placer luego de ver pornografía. Esto requiere una descarga cada vez mayor de dopamina, que a su vez aumenta el apetito por ver estas imágenes y hace que uno se vuelva dependiente de ellas. Este espiral de vicio secreto lleva a una adicción y a una doble vida. Así, se acrecientan los sentimientos de culpa o vergüenza. 

Además, hay una marcada ruptura en las relaciones personales, y eso conduce al aislamiento social, la hostilidad o la irritabilidad ante restricciones o sugerencias relacionadas con no ver pornografía. La pornografía también conduce a la depresión y a la ansiedad.

Es importante visibilizar este problema dentro del ámbito cristiano. The Barna Group hizo un estudio sobre esto que incluye 432 pastores adultos y 338 pastores jóvenes. El informe revela que el 57 % de los pastores adultos admitieron luchar actualmente, o haber luchado en el pasado, contra este mal, en comparación con el 64 % de los pastores jóvenes. El 14 % de los dirigentes de mayor edad dijeron que actualmente están sumergidos en este mal, en comparación con el 21 % de los líderes de menor edad. Más de uno de cada 10 pastores jóvenes describieron su lucha como una adicción, y uno de cada 20 pastores adultos también la considera así. Muchos líderes religiosos que batallan contra la pornografía dicen que esto ha afectado negativamente su ministerio. Como ves, es un problema que afecta a muchas personas. 

¿Cómo vencer la pornografía?

Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Por eso, no debemos exponerlo a tentaciones innecesarias. Haz la oración de Job 31:1 y 2 (NTV): “Hice un pacto con mis ojos, de no mirar con codicia sexual a ninguna joven. Pues, ¿qué ha escogido para nosotros el Dios del cielo? ¿Cuál es nuestra herencia del Todopoderoso en las alturas?”

Para superar este problema, considera lo siguiente:

1- La pornografía es un pecado. Arrepiéntete. Corre a Jesús. La Biblia dice que donde hubo pecado sobreabundó la gracia. Pide perdón por tus pecados y acércate a Dios. Busca fortaleza en él. En Jesús puedes ser más que vencedor.

2- Trabaja la conexión con Dios, contigo mismo, con tu familia y amigos, con tu iglesia y con un mentor, consejero o psicoterapeuta. Todos quieren lo mejor para ti.

3- Mantente ocupado en las actividades de la iglesia, sobre todo en las del Club de Conquistadores y actividades juveniles. Si estás ocupado, Satanás no podrá encontrar una brecha por donde entrar.

4- Ten un guía espiritual: un pastor o dirigente que sea muy discreto y que te apoye y guie con pautas para abandonar esta práctica y con su oración intercesora.

5- Bloquea, elimina, aléjate de manera radical de todo lo que pueda tentarte a volver a caer.

6- Si ves que solo no puedes, busca ayuda. Cuando estas sugerencias no son suficientes, estás luchando contra una adicción. Los profesionales de la conducta están para apoyarte en este proceso difícil, y Dios está contigo. No te sientas solo. Acepta que esto te ha superado y pide ayuda. Aparta los primeros minutos de cada día para orar al Señor por dominio propio. 

7- Evita películas o series que contengan escenas sexuales. Coloca la computadora donde todos la vean y no duermas con el celular cerca.

8- En Jesús puedes ser más que vencedor. Recuerda que eres amado por Dios. Ve a él sin temor. ¡Dios no te ve como un adicto, te ve como su hijo amado!

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2022.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro. @vickyfleck

¿Cuánto contacto físico es demasiado?

¿Cuánto contacto físico es demasiado?

¿Cuánto contacto físico es demasiado?

Mantener la pureza sexual implica mucho más que la penetración genital.  

Si tuvieras que puntuar hasta dónde has llegado a experimentar las relaciones físicas en una escala que va del 1 al 10, donde 1 representa besos ligeros y 10 representa la consumación del acto sexual, ¿qué puntaje tendrías? Esta puede resultar una pregunta incómoda, y aunque no sabré tu respuesta y no tienes que compartirla públicamente, uso esta consigna como disparador para que puedas reflexionar sobre los alcances de la pureza sexual en la vida afectiva de los cristianos.

En medio de sermones, cultos jóvenes, clases de Biblia, folletos de Escuela Sabática o Club de Conquistadores, crecemos dentro de la iglesia escuchando el consejo de esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales. Sin embargo, no siempre se especifica correctamente qué implica relacionarse sexualmente con otra persona, y desde dónde se comienza a transitar caminos que ponen en peligro la integridad.

Repetidas veces se insta a los jóvenes a ser vírgenes hasta el matrimonio, se recalca la importancia de no usar mal la sexualidad fuera de ese contexto, pero en la actualidad este discurso suena anticuado. ¿Por qué esperar para disfrutar del placer sexual, pudiendo experimentarlo en el noviazgo y sin tener que asumir el compromiso de casarse?

Y, si bien es cierto que, en medio de sermones, libros y consejos, nos sentimos conmovidos ante el llamado a ser puros y deseamos de todo corazón hacer lo correcto, no estamos dispuestos a renunciar a aquellos deseos que nos impiden alcanzar el ideal elevado que Dios nos propone.

En algunos casos, conservar la pureza se confunde con mantener la virginidad; y así, sin darse cuenta, uno puede corromperse sin llegar a ser consciente en el momento, hasta que es demasiado tarde para revertir las consecuencias de ir tan lejos.

Técnicamente, mantener la virginidad requiere evitar la penetración genital. Pero, antes de llegar a esto, se van traspasando los límites físicos: un beso apasionado, una caricia sobre la ropa (y luego por debajo), hasta llegar a practicar la estimulación genital mutua. Y el alivio de la conciencia suele ser que todavía mantienen la virginidad… perdiendo de vista que lo que realmente le importa a Dios es nuestra pureza sexual.

Porque puedes conservar tu virginidad técnicamente y aun así estar destruyendo tu pureza sexual. Aquí llegamos al punto importante: a la parte que define tu integridad.

David, aquel rey que se propuso en su corazón un día ser fiel a su Dios, en un momento comenzó a traspasar los límites de la integridad, al alimentar el placer sexual que le producía ver a una mujer desnuda desde su balcón. Conocemos cómo continúa la historia, pero me interesa, mucho más que hablar de su transgresión, observar la transformación que hubo en él luego de arrepentirse y decidir andar en la rectitud otra vez. En el Salmo 51:10 dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

Él deseaba vivir en pureza, y para conservarla debía buscar arduamente ser cada vez más limpio, alejarse de la tentación que ponía en riesgo su integridad. Durante la adolescencia y en la juventud, la vida parece muy larga como para tener que detenerse a medir las consecuencias de las acciones, y esto lleva a muchos a situarse en el terreno de la tentación demasiado a menudo, y caen poco a poco en equivocaciones más frecuentes.

Generalmente nos preguntamos qué tanto acercamiento físico podemos tener sin que eso sea contado como un pecado. Esto refleja una imagen equivocada de las leyes divinas, que no están para decirnos qué tan lejos puedo llegar sin transgredir el límite, sino qué tan lejos puedo huir de aquello que impida tener un corazón íntegro. Amar la obediencia no porque sea fácil ni atractiva, sino porque lo único que nos acerca más a la vida plena y abundante que el Señor nos quiere dar es el principio de la integridad.

Sé que generalmente estimamos la pureza muy poco y demasiado tarde, pero en la pureza es donde hallamos una forma armoniosa y plena de tomar decisiones y hallar una vida digna.

Joshua Harris, en Les dije adiós a las citas amorosas, escribió: “La verdadera pureza implica una determinada y persistente búsqueda de lo que es justo y recto. Esta dirección comienza en el corazón y la expresamos por medio de un estilo de vida que huye de toda oportunidad que pueda ser comprometedora”.

El ideal que Dios nos ha propuesto no es imposible o inalcanzable. Es desafiante, pero satisfactorio. Trae bendición y paz. Puede ser que en el pasado hayas cometido errores y tu integridad sexual haya estado corrompida por actos que te avergüenzan en el presente, pero así como David, el anhelo de tu corazón y tu oración puede ser: “Señor, hazme más parecido a ti, ayúdame a huir de la tentación, a evitar cualquier situación que pueda comprometer mi pureza, para conservarme íntegro sin importar lo que tenga que perder para alcanzarlo”. 

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de Psicología  y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro.

Entendiendo el origen de mi identidad sexual

Entendiendo el origen de mi identidad sexual

Entendiendo el origen de mi identidad sexual

 Fuimos diseñados por el Creador, y su plan siempre es el mejor. 

Actualmente, nuevas corrientes sugieren que el origen de la identidad sexual no tiene que ver con el cuerpo, sino con la mente. Así, insinúan que lo que creemos ¡eso somos! 

No comprender las diferencias entre ambas cuestiones ha puesto en riesgo la identidad de género de muchas personas, que cedieron a pensamientos que ponían en duda lo sabido; es decir, el sexo que les fue asignado a partir de sus características anatómicas.

El movimiento LGBTIQ+ lucha por más derechos para las personas que se autoperciben como sexuadas fuera de la normativa binaria: masculino o femenino. También está en auge la filosofía de la teoría Queer, que propone que en una misma persona el sexo, el género y el deseo sexual pueden no ser uniformes, ni pertenecer a una misma clasificación. Así, una misma persona puede ser físicamente de sexo masculino, pero tener un deseo sexual femenino, y por lo tanto, autodeclararse de género no binario, es decir, ni masculino ni femenino. 

Esta teoría da una explicación alternativa para quienes tiene un cuerpo que biológicamente les asigna un sexo con el que no se sienten identificados, porque su deseo sexual los identifica más con una clasificación diferente de la que su biología natural les asigna. 

Ahora, si bien es cierto que nuestros pensamientos acerca de lo que somos definen en gran parte lo que somos, ¿qué consecuencias pueden haber de dejarnos definir sexualmente por pensamientos que surgen de ideologías erradas y antibíblicas?

Frente a las problemáticas

Los problemas de identidad sexual desencadenan cuadros de depresión, ansiedad, bipolaridad y otros diagnósticos de desorden mental, producto de una desorientación y poca noción del autoconcepto, es decir, de quién soy. Durante la adolescencia, nuestro cuerpo comienza a experimentar cambios biológicos, que anuncian la llegada de la etapa de madurez sexual. Pero, aunque el cuerpo madura sexualmente, la mente y el espíritu deben atravesar un proceso lento de comprensión, dominio propio y responsabilidad para gestionar adecuadamente los impulsos que aparecen en esta edad.

Para los Queer, el deseo sexual es el que determina tu identidad sexual. Para Dios, el cuerpo que él ha diseñado  no fue una equivocación, y es lo que determina quién eres no solo sexualmente, sino integralmente. Para Dios, el hecho de que no haya armonía entre lo que eres verdaderamente y lo que sientes no se resuelve con cambiar la forma de definirte a ti mismo, tampoco comportándote de una manera antinatural, uniéndote en relaciones íntimas y afectivas románticas con una persona de tu mismo sexo. Eso solo va pervirtiendo el diseño original. 

Diseño original = Felicidad

Dios ha pensado en cada detalle al crear a los seres humanos. El Creador pensó en cómo el carácter de un hombre, su fuerza, su virilidad, su determinación y liderazgo serían el complemento ideal para la mujer, que es visionaria, detallista, creativa; posee mayor capacidad de detectar emociones, de poner en palabras lo que sucede y de organizar lo que está desordenado. 

Lo femenino y lo masculino no solo se complementan, también hay diferencias que generan tensiones y roces inevitables. Cada sexo con sus peculiaridades, y cada relación heterosexual con esas tensiones y roces naturales, hacen que ambos tengan que trabajar –individualmente e interiormente– con el objetivo de poder ser más sumisos y humildes, a semejanza de Cristo.

El diseño de hogar cristiano en Edén no admite un modelo homosexual ni homoparental. No se trata de estereotipos normativos, tampoco de normas impuestas; ese modelo no fue hecho para que cada quién opine y decida sobre la base de su propia opinión. Como dice Romanos 1:24 y 25: “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador […]».

Algunos pretenden cambiar la verdad absoluta e inmutable de Dios por mentiras de hombres, de criaturas que pretenden ser más sabias que su Creador, negando su existencia y formulando teorías a partir de pensamientos dirigidos por el príncipe de las tinieblas. Definir tu identidad sexual por lo que piensas, aunque eso vaya contra el diseño de tu cuerpo, es una deshonra al Creador; es decirle a Dios a la cara: “Tú te equivocas”. Eso, para Dios, es una deshonra al cuerpo y desgarra su corazón.

Dios tiene poder para hacer nuevas todas las cosas, pero no puede obligarte a que le entregues tu corazón. El primer paso para que ocurra en ti una renovación del entendimiento, esa transformación que no tiene nada que ver con un cambio externo por miedo o por culpa, sino con una renuncia a lo que te habías aferrado –sean ideologías, pensamientos, ideas, ajenos a la cosmovisión divina de quién eres y lo que vales–, es rendirte a los pies del Señor, y confesarle que necesitas que traiga entendimiento a tu confusión y luz a tu oscuridad, a fin de que te brinde un propósito que defina tu verdadera identidad.

Dios te ha creado para algo mucho más grande que la sola satisfacción de tus deseos. Su plan de redención te incluye; tu identidad, para él, no es un asunto de elección, es un asunto de aceptación. Y recuerda que tu valor está determinado por el Único que se atrevió a tomar tus pecados sobre sí, y morir en una cruz por ti.

ste artículo es una adaptación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2022.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de Psicología y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro, Argentina.

¿Importa la pureza sexual?

¿Importa la pureza sexual?

¿Importa la pureza sexual?

“Crea en mí oh Dios un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).

Hay muchos mitos y prejuicios acerca de lo que significa ser puros sexualmente. Algunos entienden que reprimir la sexualidad es pureza. A otros les enseñaron que pureza es aborrecer el sexo, censurando los impulsos sexuales con severidad. Por otro lado, existen personas que piensan que la pureza y la sexualidad no tienen nada que ver entre sí, y que dar rienda suelta a las pasiones no tiene nada de impuro. Al contrario, que es natural.

La realidad es que todos tenemos un deseo sexual; Dios nos creó así. Si tú piensas que para ser puro es necesario no tener deseos sexuales, no solo estás equivocado, también estás yendo en contra de la naturaleza con la que Dios te creó. Ahora bien, la pureza es todo lo contrario: es tener esos deseos pero requerir un sacrificio a las pasiones, una renuncia al placer momentáneo, y una voluntad santificada.

Tener deseo sexual no es la causa de la impureza. No. La causa de la impureza es la conducta desenfrenada y apasionada, así como la voluntad entregada al servicio del placer sin medir consecuencias. Un principio olvidado en estos tiempos.

Cuando eres joven, preservar la modestia en tu conducta y no caer en un pecado sexual puede parecerte anticuado. Además, en un contexto hipersexualizado como en el que estamos inmersos, puede sonar aburrido conversar sobre el llamado de Dios a ser puros hoy. No obstante, esto no ha dejado de ser relevante para nuestra salvación y felicidad. Debemos abordar este punto. Lejos de ser una moda, es un principio moral esencial.

Durante la adolescencia, no suena convincente, tampoco atrayente, el hecho de reservar el uso de la sexualidad para el tiempo, el espacio y el contexto determinados para el que Dios la creó: el matrimonio. Pero, para Dios es importante. Por nuestro bien, ha marcado límites; y para nuestra bendición, establece principios que determinan lo que está bien y lo que está mal.

Si bien se asocia la pureza sexual con la virginidad, la pureza es mucho más que una condición física. No solamente es posible para quienes no han llegado a tener una relación sexual física. También lo es para aquellos que se proponen en su corazón tener una vida que agrade a Dios. No olvides que, si te arrepientes, Dios perdona y restaura; más alla de tus errores del pasado.

Así, en la etapa de soltería contempla un resguardo de la práctica sexual para el matrimonio, y la etapa de matrimonio implica una búsqueda constante y sincera por glorificar a Dios con esa unión y bendecir la vida del cónyuge con esa manifestación de amor: el sexo.

Resistiendo la tentación sexual

Tal vez te desesperes recordando el día en que procuraste ser puro y fracasaste, cediendo a la tentación sexual.

Es que la pureza no es una virtud que alcanza el ser humano con su propia acción. Para ser puros, antes que nada, debemos reconocer nuestra condición e ir a Jesús, quien es capaz de limpiarnos.

Nadie es puro hasta que puede ver su condición de perdición, y pide ayuda a su Salvador. La pureza sexual es sumamente importante para nuestra comunión con Dios. El enemigo de las almas lo conoce, y por esa razón ataca sobremanera la sexualidad de los jóvenes cristianos. El sentimiento de culpa, o la indiferencia al pecado, son algunas de las consecuencias espirituales de practicar la inmoralidad sexual.

En medio de tantas voces que se levantan para definir la pureza y hablar de lo que sea sexualmente correcto o incorrecto, la Palabra de Dios tiene algo relevante para decir. Es algo absoluto y certero: algo puro es aquello que no está contaminado, manchado ni mezclado. Dice 1 Juan 3:3: “Y todo el que tiene esta esperanza puesta en él, se purifica, así como él es puro”. La pureza no es un estado que perdura a partir de una sola decisión primordial. Es una búsqueda incesante por ser más semejantes a Aquel a quien contemplamos: Cristo, nuestro ideal.

¿imposición o elección?

Puede ser que la norma propuesta por Dios parezca demasiado elevada como para procurar alcanzarla; pero, con su ayuda, hacer el esfuerzo de andar en la rectitud nos eleva a una vida más plena y abundante.

A priori, el llamado a la pureza sexual no suena atractivo, ni siquiera convincente. Pero toda alma desvalida puede hallar fuerza en Cristo y sabiduría para conducirse sexualmente, sin transgredir los principios que ya ha conocido.

La gran pregunta es: ¿Cómo andar en pureza luego de haber manchado mi  vestidura con el pecado? Esto es algo simple y puedes hacerlo ahora: Tienes que ir a Jesús tal como estás, pidiéndole sinceramente que te encamine. Empieza hoy.

La limpieza de corazón comienza con abandonar todo lo que nos mancha, envenena y perjudica. De este modo, Dios puede renovar tu corazón.

Es ahora cuando debes renunciar a la vida que te ha llevado lejos del plan de Dios, por más que la sociedad sumamente sexualizada te quiera hacer notar lo contrario.

Ten determinación, y espera la plenitud de vida que llega cuando andas en obediencia.

Este artículo ha sido adaptado de la edición impresa de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2022.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro, Argentina.

Tuve relaciones sexuales: ¿Y ahora qué?

Tuve relaciones sexuales: ¿Y ahora qué?

Tuve relaciones sexuales: ¿Y ahora qué?

¿Puedo ser puro a pesar de haber desobedecido en el pasado?

En el ámbito de jóvenes cristianos la pureza y la virginidad son ideales a alcanzar. Pero muchas veces uno se cuestiona por qué esto es algo tan importante. Cuando tienes relaciones sexuales al parecer nada cambia. Físicamente no hay modificaciones notables, pero tu mente nunca vuelve a ser la misma. Y allí llegamos al punto importante.

Las cosas como son

En 1 Corintios 6:18 la Palabra de Dios dice que el acto sexual antes del matrimonio o fuera de él es pecado. No es un consejo, es un principio. Y no es algo arbitrario, es por amor.

Para Dios, tu virginidad no es tan importante como tu pureza. Puedes no ser virgen, pero si tomas una decisión a tiempo, nunca es tarde para que Dios te haga puro.

Mientras tanto, no voy a engañarte con el discurso de que tener relaciones sexuales antes del matrimonio no trae problemas. Tampoco debemos olvidar que Dios siempre presenta una solución. Toda transgresión tiene una consecuencia que Dios no puede evitarte, pero sí puede ayudarte a atravesar. ¿Hay una condición? Sí, siempre. Una vez que reconocemos que lo que hacemos no es correcto, comienza el proceso de abandonar aquello que nos aparta de Dios. Tiene que haber una obediencia que manifieste tu fe en la Palabra de Dios y en sus mandatos que prometen bendición.

Es importante tener en cuenta que cuanto más tiempo tardes en arrancar radicalmente todo lo que te asocia con tu vida sexual pasada entonces peores consecuencias tendrás que experimentar.

¿Por qué el sexo prematrimonial te hace daño?

Algunas razones, entre otras, son:

Razones emocionales: Te apegas a esa persona generando codependencia. Una vez que hubo sexo, están tan íntimamente relacionados que, al faltar el compromiso de un matrimonio, temen perderse y eso los lleva a tener pensamientos persecutorios de que les faltará el otro.

Razones psicológicas: Tales como culpa, ansiedad, depresión, irritación, autoreproche y baja autoestima.

Razones vinculares: Tales como celos, desconfianza en el otro, falta de comunicación, incapacidad para resolver conflictos, abuso y maltrato.

Razones espirituales: Dios no se aparta de ti, pero estar practicando lo que le desagrada te aparta de él. Le hablas y no escuchas su voz, no porque no responda sino porque tu pecado levanta una brecha entre ambos. El sexo es una representación de la intimidad que tienes con Dios, si practicas esa intimidad de forma inmoral, tu relación con Dios inevitablemente se ve afectada.

Razones físicas: Tales como enfermedades de transmisión sexual, impotencia sexual, eyaculación precoz, inhibición del deseo, frigidez y embarazos no deseado.

¿Es posible revertir estas? Sí. No todas, no en todos los casos, pero sí. El pensamiento de alguien que tuvo sexo ahora está más sexualizado, y se requiere un mayor esfuerzo para dominar el impulso sexual. Primordialmente debes saber que el mejor momento para cambiar es hoy. No lo olvides: el día de tu salvación es hoy. Sin dudas para esto se requiere una entrega total y absoluta de la vida a Dios, hay que arrancar toda práctica o conducta por inofensiva que parezca que nos desmoralice.

La frustración que da el hecho de querer hacer lo correcto, pero tender a hacer lo que sabemos que está mal llega cuando invertimos todo nuestro esfuerzo en producir los frutos del Espíritu sin la ayuda de Cristo. En realidad, nuestro esmero debe estar depositado en quitar los obstáculos que impiden que el Espíritu Santo haga su obra en cada uno de nosotros. No desesperes, pero no esperes que Dios haga la parte que te toca cambiar.

Un pacto de pureza

Si tal vez ya perdiste tu virginidad, quiero decirte que puedes resolver tener pureza. Esto es algo que va mucho más allá de una mera relación sexual. Abarca todos tus pensamientos y todo tu ser. Renueva ahora tu pacto de pureza sexual con Dios. No desistas porque el plan que Dios tiene para ti es mucho mejor que lo que te imaginas.

Cuando Cristo reine en tu vida, cuando te entregues a él sin medidas, te confieses y le pidas que te restaure, entonces la pureza será una consecuencia que llegará en el mismo momento en que dejes tu voluntad para realizar la voluntad de Dios en ti.
La pureza es una virtud que solo Dios puede darnos, y alcanza todas las áreas de la vida, incluida la sexual. Empieza en la mente, y nos hace incapaces de participar de cualquier cosa que sea inmoral. La persona pura depende de Jesús, no quiere desagradarle, desea cuidar su templo, absteniéndose de cualquier cosa que manche su pensamiento y degrade su conducta.

La sexualidad es un diseño perfecto, fue creada para glorificar a Dios y servir al otro. El plan de Dios es que aprendamos a ser abnegados y dominar la pasión, para ser capaces de cumplir su propósito: sexualmente plenos y espiritualmente consagrados.

Si no eres virgen, ponte a cuentas con Dios, a pesar de haber desobedecido en el pasado, puedes serle fiel en el presente. Si no eres puro, puedes serlo en Cristo. Confiésate en su presencia, y tus pecados serán emblanquecidos.

Si quieres ganar la vida que Dios ha preparado para ti, debes renunciar a todo lo que hoy te gusta pero te está destruyendo. Cristo te dará mejores cosas de las que puedes imaginar. Estás a tiempo de cambiar. Tu historia puede tener final feliz. Dios es poderoso para hacer mucho más de lo que puedes pedir o imaginar (Efe. 3:20).

Este artículo ha sido publicada en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro, Argentina.

Masturbación: ¿Buena, mala o inofensiva?

Masturbación: ¿Buena, mala o inofensiva?

Masturbación: ¿Buena, mala o inofensiva?

Claves para abordar una práctica muy usual de la que solemos no comprender sus peligros.

Hablar sobre masturbación no es sencillo. Hay muchos mitos y tabúes que se han perpetuado, y que impiden abordar el tema sin culpas o vergüenza.

La masturbación es una práctica sexual que consiste en la autoestimulación de las zonas genitales de tu propio cuerpo (pene/vagina), con el fin de alcanzar placer y experimentar la excitación.

La primera experiencia masturbatoria ocurre en la infancia, cuando un niño va descubriendo su cuerpo. Desde luego, es algo que uno hace involuntariamente. Llegados a la preadolescencia, aparece la masturbación voluntaria. En este momento, la mente ya tiene capacidad de formar ideas eróticas y los pensamientos sexuales provocan excitación. Aquí comienza a experimentarse lo complejo y peligroso de este hábito. A esto se suma la presión social de los pares, que lleva a que un adolescente practique la masturbación para demostrar su virilidad.

Hay muchas controversias acerca de cómo nos afecta o no esta práctica. Años atrás, psicólogos y psiquiatras se reunían con dirigentes religiosos para debatir acerca de si la masturbación es buena, mala o inofensiva. Muchos se preguntaban: “Si es pecado, ¿por qué la Biblia no dice nada al respecto?” “Si es perjudicial, ¿por qué la mayoría de los niños de entre diez y doce años comienzan a masturbarse de manera espontánea, sin premeditarlo, como si fuera parte de su desarrollo sexual?” Por eso, muchas veces se ha pensado que la masturbación es algo normal, naturalizándola y promoviéndola.

No obstante, ¿qué tal si en vez de preguntar si es buena o mala seguimos el consejo de Pablo de 1 Corintios 10:23?: “Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo”.

Si bien muchos profesionales de la psicología argumentan que la masturbación es la práctica ideal para el autoconocimiento, si nos guiamos por los principios bíblicos, llegamos a la conclusión de que el conocimiento de nosotros mismos no está a la luz del placer, sino a la luz de la Cruz. Hay un engaño muy sutil en esta idea. Experimentar el placer sexual antes de tiempo, a una edad tan prematura, puede obstaculizar el desarrollo de las facultades intelectuales, de la construcción de relaciones interpersonales y el manejo de impulsos.

Cuando nos basamos en el aspecto meramente físico, la masturbación activa circuitos neuronales de placer, disminuye la tensión y la ansiedad, y se convierte en un mecanismo de salida para situaciones problemáticas. Esto parece positivo pero no lo es, ya que el cerebro genera una dependencia de esta conducta. Luego, para lograr los mismos resultados, tendrá que aumentar la frecuencia de la práctica. Así, la persona tendrá un cuadro de compulsión masturbatoria, con posible adicción a la conducta, y un sinnúmero de disfunciones sexuales.

Como si esto fuese poco, la masturbación aumenta el individualismo y fomenta el egoísmo, porque con ella aprendes a disfrutar las fases del acto sexual en soledad, hasta volverse un vicio secreto. Tampoco es el camino para el autoconocimiento: Cristo es el camino para conocerte verdaderamente.

La pregunta correcta que debes hacerte si todavía dudas sobre practicar o no la masturbación es: ¿Cómo afecta esto a mi comunión con Dios y su plan para mi vida? ¿La ennoblece? ¿Permite que yo aprenda lecciones de temperancia, dominio propio y dependencia de Dios en mis momentos de ansiedad?

El Creador ha pautado tiempos para disfrutar de la sexualidad activamente. Ha diseñado que esposo y esposa gocen en conjunto de la sexualidad. Que no tiene como mero y único fin el placer; es un medio por el cual se llega al real objetivo: glorificar a Dios porque su diseño es perfecto, y aprender a servir a mi prójimo, priorizando sus necesidades y deseos por encima de los míos, si es necesario.

Sé sabio, ocúpate de formar un carácter temperante y espera el tiempo correcto para ser sexualmente activo. No se trata solo de no masturbarse porque es pecado; a veces, debes preguntarte si algo te conviene o no.

La mayor conquista de un joven cristiano es la que logra sobre su propio cuerpo y su carácter. Si aprendes a ser temperante sexualmente, y esperas al tiempo correcto y la persona correcta para practicar activamente la sexualidad, sin duda tu dicha futura será mayor, y tu comunión con Dios en el presente será mejor.

¿Realmente vale la pena practicar la masturbación, cuando nos traerá riesgos emocionales, morales, físicos, sociales y espirituales? Recuerda el consejo de Pablo: “Huye de las pasiones de la juventud” (2 Tim. 2:22)

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2021.

Escrito por Vicky Fleck, estudiante de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y miembro de la Iglesia Adventista de Córdoba Centro, Argentina.
@vickyfleck