Atenas 2004

Atenas 2004

Atenas 2004

El día en el que la llama olímpica volvió a su hogar.

Fueron más de 10 mil atletas en 301 pruebas y 28 deportes los encargados de ponerle vida y color a los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Atenas 2004 (oficialmente denominados Juegos de la XXVIII Olimpiada). Se celebraron en la capital de Grecia entre el 13 y el 29 de agosto de 2004.

De este modo, los Juegos regresaron a casa… ¡en doble sentido! En primer lugar, porque fue en Atenas (en 1896) donde se celebraron los primeros JJ.OO. de la era moderna. En ellos, participaron 241 atletas masculinos de 14 países (en 43 pruebas y 9 deportes). Y, en segundo lugar, porque Grecia fue el lugar de origen de este tipo de competencias. Así, nos remontamos a la ciudad de Olimpia y las fiestas atléticas celebradas desde el año 776 a. C. cada cuatro años. Por eso, el símbolo de Atenas 2004 fue la corona de laurel, premio que se daba a los ganadores en la antigua Grecia.

Más allá de estos aspectos, cabe destacar los siguientes puntos.

La gloria sudamericana

Sin duda, Latinoamérica vibró con dos deportes hermosos que le dieron a la Argentina y a Chile momentos épicos.

Por un lado, la Selección Argentina de Básquet no solo logró el oro olímpico, sino que se dio el lujo de eliminar en las semifinales por 89 a 81 al famoso Dream team, el equipo de Estados Unidos, claramente favorito a terminar en lo más alto del podio. En la final, Argentina venció a Italia 84 a 69. Así el conjunto argentino ganó por primera vez la medalla dorada en este deporte.

En estos JJ.OO. también la Selección Argentina de Fútbol ganó por primera vez la medalla dorada en Fútbol.

Por su parte, los tenistas chilenos Nicolás Massú y Fernando González ganaron la medalla dorada en la competición de dobles, derrotando a los alemanes Rainer Schuettler y Nicolas Kiefer luego de tener cuatro match point en contra. Esta medalla se convirtió en el primer oro en la historia olímpica chilena. Además, y para acrecentar el predomino chileno en el tenis, Massú ganó la medalla de oro y González la de bronce en la competición individual.

Un traspié llegando a la meta

Estos JJ. OO. quedaron en la historia por un desafortunado incidente que alteró el maratón, la prueba olímpica más famosa.

El atleta brasileño Vanderlei Cordeiro de Lima lideraba cómodamente esta gran prueba de 42 km. Sin embargo, en el kilómetro 36 ocurriría algo que cambiaría su vida para siempre. Un exsacerdote irlandés llamado Cornelius Horan salió de entre la multitud y lo empujó de manera inexplicable. Ayudado por el público por este incidente, especialmente por el espectador griego Polyvios Kossivas, Vanderlei retornó a la carrera, pero llegó en tercer lugar. Así, obtuvo la medalla de bronce y fue ovacionado y aplaudido por todo el estadio Panathinaiko.

Como compensación debido a este suceso Vanderlei recibió la medalla Pierre de Coubertin por su valor y espíritu olímpico. ​Además, fue el encargado de encender el pebetero de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Un doblete histórico

El atleta marroquí Hicham El Guerrouj ganó el oro en los 1.500 y 5.000 metros. De esta manera, se convirtió en la primera persona en lograr esta hazaña en los Juegos Olímpicos desde Paavo Nurmi, en París, 1924.

De este modo, superó dos fracasos. Hicham era uno de los favoritos para ganar el oro en los 1.500 metros en los JJ.OO. de Atlanta 1996, pero cuando se estaba disputando la final de los 1.500 metros se cayó y tuvo que abandonar la prueba. También era el gran favorito para llevarse la medalla de oro en los JJ.OO. de Sídney 2000. Sin embargo, en la final olímpica Hicham se vio sorprendido por el atleta keniano Noah Ngeny, que venció sin atenuantes. Como vimos, en 2004 tuvo una excelente revancha.

Otros hitos destacados

Liu Xiang ganó el oro en los 110 metros con vallas, igualando el récord mundial de Colin Jackson de 1993. Esta fue la primera medalla de oro de China en atletismo masculino.

Estos juegos también marcaron el regreso de Afganistán a las olimpiadas desde 1999. Su participación fue prohibida debido a las actitudes extremistas del régimen talibán hacia las mujeres.

A su vez, el atleta Félix Sánchez ganó la primera medalla de oro olímpica para la República Dominicana, venciendo en los 400 metros con vallas. ​

Por último, cabe destacar a la kayakista alemana Birgit Fischer, quien ganó el oro en el K-4 500 metros y plata en el K-2 500 metros. De este modo, se convirtió en la primera mujer en cualquier deporte en ganar medallas doradas en seis Juegos Olímpicos diferentes, la primera mujer en ganar el oro con 24 años de diferencia y la primera persona en la historia olímpica en ganar dos o más medallas en cinco Juegos diferentes.

Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2021.

Escrito por Por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y guardavidas profesional.

Rio

Rio

Rio

Colorido y emoción en los primeros Juegos Olímpicos desarrollados en Sudamérica.

Conocidos como los Juegos de la XXXI Olimpiada, los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Río 2016​ se llevaron a cabo en Río de Janeiro (Brasil) entre el 5 y el 21 de agosto de ese año. En esta edición participaron 11.551 atletas de 207 comités olímpicos nacionales (se destacaron el de Kosovo y el de Sudán del Sur, al participar por primera vez), que compitieron en 306 eventos de 28 deportes, incluyendo el rugby 7 y el golf.

La elección de Río hizo historia, ya que era la primera vez que un evento tal se realizaba en un país sudamericano (y la segunda vez en un país de Latinoamérica, ya que la primera edición fue México 1968).

Otro dato interesante es que Brasil se convirtió en el cuarto país que organiza de forma consecutiva la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos (México en 1968 y 1970; Alemania en 1972 y 1974; y Estados Unidos en 1994 y 1996).

Nadando hacia la gloria

Sin duda, la estrella de estos JJ.OO. fue el estadounidense Michael Phelps, quien obtuvo 5 medallas de oro y una de plata en Natación. Río 2016 fueron los últimos Juegos del llamado “tiburón de Baltimore”, quien se convirtió, en esta notable despedida, en el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, con un total de 28 medallas.

Este inmenso nadador también posee los récords de más medallas olímpicas de oro (23), más medallas de oro en eventos individuales (13) y más medallas olímpicas en eventos masculinos (15).

Más allá de estos logros, en Río 2016 (y en el mismo deporte de Phelps) también brilló Katie Ledecky (Estados Unidos), quien se quedó con 4 oros y una medalla de plata.

Además, merecen una mención especial Simone Biles (Estados Unidos), con 4 oros y un bronce en gimnasia artística; Katinka Hosszú (Hungría), con 3 oros y una plata en natación; Usain Bolt (Jamaica), con 3 oros en atletismo; Jason Kenny (Reino Unido), con 3 oros en ciclismo de pista; Danuta Kozák (Hungría), con 3 oros en piragüismo; y la Selección de Fútbol de Brasil, que obtuvo por primera vez la medalla de oro.

Un tropezón no es caída

Con certeza, podemos afirmar que uno de los momentos más emotivos de estos Juegos, en el que se advirtió –por sobre todo– el espíritu olímpico, ocurrió en la prueba de clasificación de los 5 mil metros femeninos.

La atleta neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D’Agostino protagonizaron un desafortunado, pero (finalmente) emotivo, incidente.

Al iniciar la carrera, Hamblin se precipitó al suelo con el doble infortunio de caerse y hacer caer (de manera involuntaria) a D’Agostino, quien corría detrás de ella y se la llevó por delante. Mientras la atleta de Nueva Zelanda yacía en el suelo retorciéndose por el dolor, la estadounidense la ayudaba a levantarse y la alentaba a seguir. “Continúa, estos son los Juegos Olímpicos, tenemos que terminar”, le dijo, aunque ella estaba lesionada.

Las dos llegaron últimas a la meta, momento en que la estadounidense fue retirada en silla de ruedas. Hamblin fue decimoquinta, con 16:43.61, y D’Agostino decimosexta, con un tiempo de 17:10.02 y retirada en silla de ruedas.

Al final, las dos terminaron fundidas en un abrazo. Podría haber sido un momento de controversia o de ira, pero se convirtió en una manifestación de solidaridad, de ayuda al prójimo y de unidad en la dificultad.

Los aficionados presentes en el estadio las vitorearon y las aplaudieron por la exhibición excepcional de verdadero espíritu deportivo de ambas competidoras.

Nunca faltan las complicaciones

Como todo gran evento, estos juegos no estuvieron exentos de crisis y problemáticas. Una de ellas, y tal vez la más criticada por los organismos internacionales, fue el retraso en la terminación de las instalaciones a fin de contar con la infraestructura adecuada para la magna cita deportiva. En 2014, fuentes del Comité Olímpico Internacional consideraban que la preparación del país era la peor que se hubiese visto hasta entonces y que, a esa altura del cronograma, Atenas 2004 tenía el 40 % de la infraestructura; Londres 2012, el 60 %; y Brasil solo tenía el 10 %.

Más allá de estos lógicos planteos, en Río 2016 emergió una problemática de sanidad preocupante: Debido al brote de virus del Zika en 2015 y 2016 en América, 150 expertos de la salud pidieron posponer los Juegos Olímpicos debido a los problemas de salud que podía ocasionar, así como para evitar que el virus se expandiera por todo el mundo.

Por último, cabe destacar las problemáticas sociales y beligerantes de estos juegos. La construcción de zonas como la Villa Olímpica y el Parque Olímpico implicó el desalojo y la expropiación de asentamientos irregulares adyacentes. Así, múltiples organizaciones populares resistieron los desalojos y se enfrentaron con la policía para evitar perder sus casas. Por otra parte, el 25 de julio de 2016 se detuvo a doce personas sospechosas de planificar un atentado terrorista durante las Olimpiadas.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2021.

Escrito por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y Guardavidas profesional. Es autor del libro Por la corona de la vida. Si deseas obtenerlo, puedes comunicarte con él, escribiendo a: ottinpecchio@hotmail.com

Melbourne 1956

Melbourne 1956

Melbourne 1956

Recordados como los “Juegos de la amistad”, encendieron por primera vez la llama olímpica en el hemisferio sur.

Conocidos como los Juegos de la XVI Olimpiada, los Juegos Olímpicos (JJ.00.) de 1956 se celebraron en Melbourne (Australia) entre el 22 de noviembre y el 8 de diciembre. Esta era la primera vez que dicha competencia deportiva tenía lugar en un país del hemisferio sur. Participaron un total de 3155 atletas (2791 hombres y 364 mujeres) que representaban a 67 naciones.
La Unión Soviética fue la ganadora de más preseas (98), y superó por primera vez en el medallero a Estados Unidos (74). También se destacó el desempeño de Australia, tercera clasificada, que triplicó el número de preseas conseguidas en Helsinki 1952.

Las innovaciones tecnológicas también tuvieron un papel destacado en esta edición, con el florete eléctrico en esgrima y la medición del tiempo con cronómetro digital semiautomático en las pruebas acuáticas.

Una bandera olímpica

A solo un mes de la inauguración, los Juegos se vieron salpicados por tres boicots, todos por razones políticas. Esto redujo el número de participantes. La Guerra de Suez, la represión de la revolución húngara y los problemas en China fueron responsables de que varias naciones no participaran de la competencia.

No obstante, en la clausura se produjo un hecho histórico: unos 500 atletas marcharon juntos en un solo grupo bajo la bandera olímpica. Por esta razón, fueron apodados los “Juegos de la amistad”. El impulsor de esta medida fue un joven australiano de origen chino, John Ian Wing, que escribió una carta anónima al presidente del Comité Organizador, Wilfrid Kent Hughes.​

¡El único en dos continentes!

Estos Juegos fueron los primeros que tuvieron lugar en dos continentes distintos. Las pruebas de equitación no se celebraron en Australia, sino en Estocolmo (Suecia), a más de 15.000 kilómetros de distancia y seis meses antes (entre el 11 y el 17 de junio). La razón fue que en aquella época existía una estricta cuarentena de seis meses sobre los caballos, por temor a un brote de fiebre aftosa que se había producido unos años antes.

El Comité Olímpico Internacional encontró una solución al designar una sede alternativa en otro país. Esto significaba una violación de la Carta Olímpica, que dispone la unidad de un lugar, pero se realizó para no eliminar a la equitación de la lista de deportes olímpicos. En la 50º Sesión del COI, celebrada en Atenas el 13 de mayo de 1954, se designó a Estocolmo como subsede.

Al contrario de lo que se cree, los Juegos de 1956 no fueron los primeros con eventos en dos países distintos. En los JJ.OO. de 1920 en Amberes (Bélgica), algunas pruebas de vela se hicieron en Ámsterdam (Países Bajos).

Una constelación de estrellas

Si nos centramos en deportistas destacados, sin duda la australiana Betty Curhbert acapara la atención. La joven de tan solo 18 años fue la gran heroína de la edición al obtener tres oros en atletismo (en 100 metros, 200 metros y una plusmarca mundial en el relevo de 4×100). Junto a ella también se destacó su compatriota Shirley Strickland, quien revalidó el oro que había obtenido en Helsinki 1952 en los 80 metros vallas.

Vladimir Kuts fue fundamental en el gran papel de la Unión Soviética en estos juegos; venció en los 5.000 y 10.000 metros con récord olímpico en ambos. Además, Lonid Spirn logró la victoria en 20 kilómetros marcha.

El amor también estuvo presente en Melbourne 1956, con la relación iniciada entre la lanzadora de discos checoslovaca Olga Fikotova y el lanzador de martillo norteamericano Halord Connolly. Su historia de amor en plena Guerra Fría ocupó portadas de periódicos y llevó a la boda de ambos en Praga.

Otro atleta digno de mencionar es el norteamericano Bobby Morrow, conocido como la “flecha blanca”. Él obtuvo tres medallas de oro en los 100 metros, 200 metros y relevos de 4×100 metros.

La natación fue el deporte que más alegrías le dio a Australia: 14 medallas (ocho de ellas de oro). El gran medallista en natación fue Murray Rose, con tres oros.

La nota negativa llegó con el incidente protagonizado por la URSS y Hungría en la semifinal de waterpolo. Debido a la ocupación de Budapest, este partido despertaba un fuerte interés mediático y acabó de una manera que empañó la edición.

Los húngaros iban ganando 4-0 cuando pocos minutos antes del final uno de sus jugadores recibió un puñetazo que le abrió la ceja. La sangre que desprendía el deportista húngaro hizo que el agua de la piscina adquiriera un color rojizo. Parte del público se lanzó a la piscina y el encuentro terminó con la intervención de la policía.

Dentro de los hitos deportivos de Melbourne 1956, no podemos olvidar al francés Alain Mimoun, quien obtuvo el oro en la prueba de maratón en una de las ediciones más duras de la historia, por las altas temperaturas. Muchos atletas tuvieron que desistir, y su gran contrincante, Emil Zatopek, llegó en sexto lugar.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2021.

Escrito por Por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y Guardavidas Profesional.

Seúl 1988

Seúl 1988

Seúl 1988

La cita olímpica, que regresó a Asia luego de Tokio 1964, marcó el retorno de la competencia entre atletas de Estados Unidos y de la Unión Soviética, en el marco de la culminación de la Guerra Fría.

Conocidos como los Juegos de la XXIV Olimpiada, Seúl ‘88 fue un evento multideportivo internacional, celebrado en Corea del Sur, entre el 17 de septiembre y el 2 de octubre de 1988. Allí, se dieron cita 8.391 atletas de 159 países y se celebraron 237 eventos en 23 deportes oficiales.

A pesar de que Corea del Sur no tenía experiencia en eventos deportivos internacionales, mostraba un sólido crecimiento económico y esta oportunidad le sirvió como trampolín para posicionarse en el ámbito internacional. Se considera que Seúl ‘88 fue un éxito por la asistencia a los estadios.

Una nueva etapa

En un contexto marcado por el final de la Guerra Fría (el Muro de Berlín caería el 9 de noviembre de 1989), Seúl ‘88 fue la primera Olimpiada desde Múnich 1972 que no vivió un boicot político masivo.​ Aunque Corea del Norte se negó a asistir y fue seguida por media docena de países, la cita deportiva logró que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética (URSS) volvieran a competir entre sí.​ Estos fueron también los últimos Juegos Olímpicos de dos potencias deportivas: la URSS (se convirtió en Rusia) y la República Democrática Alemana (con la unificación alemana, quedó bajo el ala de Alemania).

Así y todo, la URSS se despidió a lo grande: lideró el medallero con 132 preseas: 55 oros, 31 platas y 46 bronces, seguida por Alemania Oriental (102), Estados Unidos (94) y Corea del Sur (33).

El regreso del tenis

Si bien el tenis fue parte en los Juegos Olímpicos desde su primera edición de la era moderna (Atenas 1896), luego de París 1924 fue eliminado del programa olímpico. Así, en Seúl, el tenis volvió a ser protagonista en cinco categorías: dos masculinas (individual y dobles), dos femeninas (individual y dobles) y un mixto (dobles).

Aquí, como en las ediciones olímpicas de 1896, 1900, 1904 y 1992, se les entregaron medallas de bronce a los dos semifinalistas que no llegaron a la final (actualmente se disputa un partido por el tercer lugar para definir al ganador de la medalla de bronce).

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Una triste realidad

Si bien estos Juegos fueron un éxito organizativo, una sombra cae sobre ellos por los múltiples casos de dopaje ocurridos en distintas especialidades. En total, se hicieron más de 1.600 controles y se detectaron una decena de infracciones. La prueba más afectada fue la halterofilia: de los cinco atletas descalificados, tres habían obtenido medalla.

Hubo también positivos en atletismo, equitación y lucha. A raíz de lo sucedido, los controles antidoping se intensificaron en la década de 1990.

Desde luego, el caso más resonante fue el de Ben Johnson, dado que el atleta canadiense se había coronado en una de las pruebas más importantes de un juego olímpico: la carrera de 100 metros llanos. Cuando se conoció el resultado de dopaje positivo de su análisis de orina, el Comité Olímpico Internacional le retiró la medalla de oro con efecto inmediato y se la otorgó al segundo clasificado, Carl Lewis. Además, a Johnson se le prohibió participar en competiciones por dos años.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del primer trimestre de 2021.

Escrito por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y Guardavidas Profesional.

Sidney 2000

Sidney 2000

Sidney 2000

Los llamados “juegos del milenio” se llevaron a cabo en la extensa y lejana isla de Australia y fueron calificados como uno de los mejores de toda la historia.

Los Juegos de la XXVII Olimpiada se celebraron en Sídney, Australia, entre el 15 de septiembre y el 1° de octubre de 2000. Participaron 10.651 atletas (6.582 hombres y 4.069 mujeres) de 199 países que compitieron en 28 deportes y 300 especialidades.

La ciudad australiana también recibió a una gran cantidad de voluntarios y periodistas de todo el mundo que cubrieron estos juegos calificados –por el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch– como “los mejores de la historia”.

¿A qué se debe tal designación? Más que nada se basa en el éxito de organización y en las impecables instalaciones deportivas; pero también se relaciona con la gran popularidad de los deportes en general entre los habitantes del país oceánico.

Un comienzo especial

Durante la Ceremonia de Apertura, la atleta Cathy Freeman se convirtió en la primera nativa en encender la llama olímpica y la segunda mujer en hacerlo, después de la mexicana Enriqueta Basilio. Cathy es especialista en pruebas de velocidad, además, fue campeona olímpica en Sídney: se llevó el oro en los 400 metros llanos. Cabe destacar, por otro lado, que ya había participado en los Juegos Olímpicos (JJ. OO.) de Barcelona 1992, siendo la primera atleta aborigen en participar en un evento así.

En relación con el encendido, vale mencionar que la unión entre el fuego y el agua se convirtió en la estrella de la ceremonia de inauguración. Cuando Cathy encendió el pebetero, estaba rodeada de ambos elementos naturales. Un aro de fuego la rodeó y luego, mediante un moderno sistema tecnológico, el pebetero se elevó por sobre su cabeza para luego desplazarse sobre una rampa cubierta de agua hasta lo alto del estadio. Un inicio impresionante.

Medallas de ida y vuelta

La velocista norteamericana Marion Jones llegó a esta Olimpiada con el objetivo de intentar ganar cinco medallas de oro.

Lamentablemente no lo consiguió, pero tuvo una destacada participación: ganó tres medallas de oro y dos de bronce. Semejantes hazañas la convirtieron en la gran figura del atletismo en estos Juegos.

Sin embargo, Marion confesó en octubre de 2007 que había tomado sustancias no autorizadas en Sídney, las cuales incrementaron su rendimiento. Por esto fue sancionada y declarada culpable. Así, se le retiraron las cinco medallas que había conseguido y sus marcas fueron anuladas.

Más allá de este triste hecho, en el otro extremo, Sídney 2000 nos dejó otros dos hechos destacados.

Uno se trata de la alemana Birgit Fischer, quien ganó dos preseas de oro en piragüismo para convertirse en la primera mujer que contaba en su palmarés con siete medallas de oro conseguidas en cinco ediciones distintas de los Juegos Olímpicos (Moscú 1980, Seúl 1088, Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000). Ella aumentaría su cosecha olímpica al obtener un oro más en Atenas 2004. Es decir, ¡ganó ocho medallas de oro en seis JJ. OO. diferentes!

El otro se trata del británico Steven Redgrave, quien también pasó a la historia olímpica por ser el primer palista que ganaba el oro en las pruebas de remo disputadas en cinco Olimpiadas consecutivas.

Además, es preciso destacar a la atle­ta colombiana María Isabel Urrutia, quien ganó la primera medalla de oro en la historia de Colombia en halterofilia (levantamiento de pesas). Lo mismo pasó con Soraya Jiménez quien ganó la medalla de oro representando a México en la misma disciplina.

Cuando lo importante es llegar

Sin duda, uno de los momentos más recordados (y risueños) de estos JJ. OO. fue ver nadar en soledad a Eric Moussambani, el representante de Guinea Ecuatorial en la prueba de 100 metros libres. Eric había aprendido a nadar solo ocho meses antes de la competencia y practicaba en una pileta de 20 metros de un hotel. En Sídney por primera vez vio una piscina olímpica. Tardó 1 minuto y 52 segundos para completar los 100 metros, más del doble que sus competidores más rápidos e incluso superior a la plusmarca mundial de 200 metros.

Llegó a la meta sin patear y apenas dando brazadas. Incluso parecía que se estaba ahogando. “Los últimos 15 metros fueron muy difíciles”, reconoció al llegar. El público también lo percibió así y comenzó a alentarlo para que terminara el recorrido.
En los meses posteriores, Eric se convirtió en un héroe popular y fue invitado a programas de televisión y otros eventos.

Este artículo fue publicado en la edición impresa de Conexión 2.0 del cuarto trimestre de 2020.

Ámsterdam 1928

Ámsterdam 1928

Ámsterdam 1928

Llenos de hitos históricos, estos juegos son recordados porque las mujeres compitieron por primera vez en atletismo y por el encendido del pebetero con la llama olímpica.

Entre el 17 de mayo y el 12 de agosto de 1928 se celebraron en Ámsterdam, Países Bajos, los IX Juegos Olímpicos (JJ.OO.). Participaron allí 2.883 atletas (2.606 hombres y 277 mujeres) de 46 países, compitiendo en 14 deportes y 109 especialidades.

Una historia de fuego

Sin duda, al mencionar la palabra “Juegos Olímpicos”, nuesta mente enlaza esta idea con dos cosas: las medallas y la antorcha.
Sí, la Llama Olímpica es uno de los símbolos distintivos de las Olimpíadas. El uso del fuego se remonta a la antigua Grecia, donde se mantenía un fuego ardiendo en las sedes de celebración de los Juegos Olímpicos Antiguos. El fuego fue reintroducido en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, y desde entonces ha sido parte fundamental de estos eventos.

Mujeres todo terreno

En los JJ.OO. de París en 1900, la participación femenina se limitó única y exclusivamente al golf y al tenis, pero de manera extraoficial. En 1908, en Londres, participaron 36 mujeres de un total de 2.008 atletas, y ya en competencias de tiro con arco, patinaje, vela, tenis y disciplinas con barcos a motor. En las Olimpíadas de 1912, en Estocolmo, las mujeres fueron admitidas (también extraoficialmente) en competencias de natación.

Después de la Primera Guerra Mundial, en los Juegos Olímpicos de 1920 en Amberes, por primera vez participan mujeres con reconocimiento oficial. Y en 1928, en Ámsterdam, se las incluye en la competencia máxima de los JJ.OO.: el atletismo. Además, aumenta considerablemente el número de atletas femeninas: 290 (el 10 por ciento del total).

Héroes olímpicos

Si hablamos de deportistas destacados en esta competencia, no es posible pasar por alto a dos atletas brillantes.

Uno es el finlandés Paavo Nurmi, quien cosechó tres medallas de oro en pruebas de fondo y medio fondo. Nurmi, conocido como el “finlandés volador”, estableció durante su vida de deportista 22 plusmarcas mundiales oficiales en distancias que van de los 1.500 metros a los 20 kilómetros, y ganó un total de 9 medallas de oro y 3 de plata en los 12 eventos olímpicos en los que participó.

Por otro lado, el estadounidense Johnny Weissmüller ganó 2 medallas de oro en natación libre y cosechó una de bronce en polo acuático. ¡Sí, además de nadar, era jugador de waterpolo! Durante toda su carrera, Weissmüller consiguió 5 medallas de oro olímpicas en natación, ganó 52 campeonatos nacionales de los Estados Unidos y estableció 67 récords mundiales. ¡Nunca perdió una competición en natación y se retiró de su carrera invicto! Si revisas cintas de filmes viejos, descubrirás que este nadador tiene cara conocida. Sí, ya retirado de las piscinas, se dedicó a la actuación y fue él quien personificó en el cine a Tarzán en 6 películas (entre 1932 y 1942).

Medallas para todos

En Ámsterdam 1928, deportistas de 28 naciones en total ganaron alguna medalla de oro, récord que no fue superado hasta 40 años después. El continente asiático obtuvo sus primeras preseas doradas gracias a los japoneses Mikio Oda, en triple salto, y Yoshiyuki Tsuruta, en 200 metros natación estilo pecho. Además, Chile obtuvo su primera medalla: fue en la prueba de maratón, donde Manuel Plaza ganó la presea de plata.

Otro dato curioso es que la realeza se hizo presente en lo más alto de un podio olímpico por primera vez. Esto se debe a que el príncipe Olaf de Noruega ganó el oro en las competencias de vela, en la especialidad de yate.

Por último, más allá del dato de color de la aparición por primera vez de la marca Adidas en un JJ. OO., es digno de destacar a la italiana Luigina Giavotti, quien con 11 años y 301 días se convirtió en la mujer más joven en ganar una medalla olímpica. Este récord no ha sido superado hasta hoy.

Luigina ganó la presea de plata en la competición por equipos de gimnasia artística. Más allá de esto, no podemos dejar de mencionar la juventud de las otras dos integrantes del equipo: Inés Vercesi y Carla Marangoni, ambas de 12 años.

Tu identidad te da vida

“Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación” (1 Pedro 2:2, NVI).

Denominado el nuevo “D’Artagnan”, el húngaro Attila Petschauer fue uno de los mejores esgrimistas de las décadas de 1920 y 1930, tanto que en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 salió victorioso en sable, y se llevó la medalla de oro para su país. Algo similar ocurrió en los JJ.OO. de Los Ángeles, de 1932.

Sin embargo, en 1938 los judíos de Hungría comenzaban a sufrir las denominadas Leyes de Núremberg, dictadas por la Alemania nazi tres años atrás. Como Attila era campeón olímpico, había quedado exento de los trabajos forzados en los campos de concentración. La exención se atribuía por medio de un documento que portaba; documento que un día, infinitamente desafortunado, olvidó en su casa. La policía no lo reconoció, y lo trasladó a un campo de trabajo forzado ubicado, actualmente, en Ucrania.

Otros deportistas secuestrados lo reconocieron, por lo que la policía alemana lo utilizó como objeto de burla. Lo obligaron a trepar un árbol desnudo en pleno invierno y a imitar animales, hasta que lo lanzaron al agua helada para que nadara. Esto terminó causándole la muerte.

Como cristianos, olvidar nuestra identidad también puede ser trágico. Por eso, una buena manera de fortalecer nuestra identidad es alimentarnos de los nutrientes celestiales. El estudio profundo de la Palabra de Dios de manera personal nos brindará los componentes para vincularnos diariamente con Dios.

El apóstol Pablo amplía el concepto de Pedro. La “leche pura” es muy buena, pues representa los primeros pasos en la comunión devocional con Dios; pero llega un momento en el que cada persona debe decidir aumentar este conocimiento sobre su Creador pasando a comer “alimento sólido”, alimento espiritual que involucre nuevos conocimientos.

Salir a enfrentar el día sin haberse llenado de la Palabra viviente, ya sea porque el despertador no sonó o porque no te encuentras acostumbrado a realizar tu culto personal (o por la excusa que quieras), es salir a un campo de batalla sin armas ni chaleco antibalas, y con un letrero luminoso que dice: “Dispárenme, por favor”.

No te olvides de lo más importante: un campeón olímpico no puede ser descuidado; un campeón de Cristo, tampoco.

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2020.

Escrito por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y guardavidas profesional.