El infierno son los otros
Diez consejos para hacer de este mundo un pedacito de cielo.
“No quiero salir más, ni quiero tener contacto con nadie presencialmente”. La alegría que caracterizaba a Juan (es un seudónimo, no el nombre real del protagonista de esta historia) había desaparecido por completo. El aislamiento que tuvo que guardar debido a la pandemia de la COVID-19 lo llenó de temor. Ese ser sociable, al que le gustaba conversar personalmente con sus amigos y hacer miles de actividades, se volvió solitario y hostil, aun cuando (con las adecuadas medidas sanitarias, como el uso del barbijo y el distanciamiento social) se reiniciaron las actividades en la iglesia y en la escuela bajo la llamada “nueva normalidad”.
Para Juan, todo había cambiado. Ya no era el de antes. Por miedo al contagio (aunque estaba vacunado), veía en cada persona alguien que podía contagiarlo. Así, se fue aislando cada vez más, al punto de no querer salir de su habitación.
¿Conoces a alguien como Juan? ¿O tal vez tú eres como él? Hay una realidad innegable: Esta pandemia nos ha vuelto más solitarios y distantes entre nosotros. Por diversas causas, tenemos la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos y de pensar solo en nosotros, olvidándonos de todas las ventajas que implica la vida en comunidad.
Una frase muy famosa
El filósofo francés Jean-Paul Sartre (1905-1980) es el autor de la famosa frase “El infierno son los otros”. Quizá calificar de “infierno” a la gente que nos rodea sea algo exagerado, pero sí es verdad que a veces lo último que queremos es encontrarnos con determinadas personas, y que haríamos lo que fuese por no tener que intercambiar una conversación o compartir una actividad con ellas. Es cierto, también, que a veces necesitamos momentos de soledad para pensar y repensar decisiones. No obstante, si tenemos o sentimos rechazo por la compañía humana, estamos en problemas.
En tiempos de pandemia y encierro por coronavirus, de obligatoriedad de uso de barbijos, de personas que maltratan a los médicos con los que comparten el edificio, ¿se actualiza aquel postulado sartreano de que “El infierno son los otros”? ¿O el infierno es el virus? ¿O somos nosotros mismos, que creemos que los demás valen menos que nosotros y no los consideramos correctamente?
Normalizando lo que no está bien
Las restricciones de reuniones en espacios públicos y el trato libre cara a cara se han alterado durante la pandemia de la COVID-19. Mantener la distancia física para prevenir el contagio modificó la manera de relacionarnos con los demás en todos los ámbitos (familiar, laboral, educativo, afectivo, etc.), y nos llevó a pensar, en algunos casos, que no necesitamos de nadie para ser felices. Grave error.
Por la COVID-19, del espacio público y las interacciones cara a cara se pasó a la comunicación mediante pantallas. Y pensamos que esto es lo adecuado y que siempre será así.
Para no normalizar lo que no está bien, te proponemos los siguientes tips.
- Mantén el equilibro. Que las pantallas o los medios tecnológicos para comunicarte con los demás no sean tu único medio de relacionarte con los otros. Usa las nuevas tecnologías de manera equilibrada.
- ¡Reactívate! En la medida de lo posible (con los pertinentes cuidados y hasta donde las reglamentaciones del lugar donde vives te lo permitan), organiza encuentros con algunos amigos cercanos para pasear, caminar, salir a comer, o –simplemente– conversar. Poco a poco, reinicia tus actividades sociales.
- No tengas temor. Esto te paraliza y te obnubila. No te deja actuar. Sí, ten precaución y cuidado. Pero no pierdas la oportunidad de volver a relacionarte cara a cara y de compartir conversaciones y momentos con tus amigos.
- No te quedes atrás. Seguramente, las prácticas de tu equipo de fútbol (o de algún otro deporte) ya retomaron; algo similar ha sucedido con la práctica de algún instrumento o el ensayo de coro. Involúcrate en estas actividades si ya lo hacías antes.
- No te olvides de la empatía. ¿Qué significa esto? Es ponerse en el lugar del otro y fortalecer el interés por los demás, a fin de construir relaciones duraderas y asegurar un clima afectivo positivo en la iglesia, la escuela o la familia. Esta actitud implica una disciplina que implica comprender a los demás.
- Confía y practica la confianza. Un aspecto esencial para fortalecer y mantener las relaciones con los demás es ser confiable. Para conseguirlo, debemos mantener la integridad en cuanto a nuestras opiniones y acciones, evitando cambiar constantemente de ideas respecto de lo que decimos o hacemos.
- Aprende a escuchar. Para mantener buenas relaciones con los demás, es necesario practicar una escucha activa, que consiste en atender el discurso de las otras personas sin interrumpir y dar señales de atender con interés lo que se dice.
- Si tienes que criticar, critica en privado. Jamás uses las redes sociales para criticar a un amigo. Dicho de otro modo, si tienes algo malo para decir, hazlo de manera personal y privada.
- Ten y mantén el buen humor. Si bien es cierto que hay problemas y tristezas, a nadie le gusta relacionarse (personal o virtualmente) con una persona que está todo el tiempo quejándose. Sé alegre y difunde alegría. Aun en medio de las crisis, aprende a compartir con los demás lo bueno de cada situación y la lección que puedes sacar de ella.
- Mantén el contacto. Algo importante para llevarse bien con el resto de personas consiste en tomarnos el tiempo necesario para ver cómo están los demás. Aunque parezca una cuestión bastante obvia, en ocasiones los días se pasan y no tenemos noticias de alguno de nuestros amigos… Puedes hacerles una llamada, escribirles algunos mensajes o ir a visitarlos, a fin de comprobar que se encuentran bien. Ten un trato cercano.
Un cielo aquí, en la Tierra
Es cierto que estamos en un mundo complicado, lleno de pandemias, guerras, enfermedades y muertes. Más allá de esto, Dios nos creó como seres sociales. Nuestra familia, nuestros amigos y quienes nos rodean están lejos de constituirse en un infierno para nosotros. Al contrario. Si sabemos cultivar las relaciones, la compañía de los demás bien puede volverse un pedacito de cielo en esta Tierra.
Por eso, recordemos y valoremos estos dos consejos bíblicos:
“Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante!” (Ecl. 4:9, 10, DHH).
“Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca” (Heb. 10:24, 25, DHH).
Recuerda que relacionándote de forma adecuada con los demás puedes tener una vida social agradable, y eso es vivir bien.
Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.
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