La vida es una canción

La vida es una canción

La vida es una canción

Son mellizas y les encanta viajar y hacer canciones. Entre otras composiciones, son las autoras del canto lema del último Camporí Sudamericano de Conquistadores.

“La vida es una canción…”, nos decíamos mientras sonreíamos mirando por la ventana del avión, y tarareábamos probando melodías en uno de los tantos viajes inspiradores que hicimos juntas.

Servir a Dios es un privilegio, y cuando aprendemos a trabajar conforme a lo que él pide, todo va ocurriendo espontáneamente.

Muchos nos preguntan cómo empezamos a componer. Les contamos que siempre que nos sentamos a hacerlo, ya estamos dando el segundo paso, porque una vez que tenemos en mente el lema del evento o el tema específico, el primer paso es la iluminación que Dios nos da. Generalmente esto ocurre cuando estamos fuera del ambiente rutinario, en un momento tranquilo; es decir, cuando Dios decide, ya que desde el primer momento en que sentimos el desafío de componer siempre oramos pidiendo la dirección de Dios para que todo sea conforme a su voluntad, para que sea él quien ponga las palabras y las melodías en nuestra mente y corazón.

Nuestra mamá y nuestro abuelo cantaban en conjuntos y en coros de la iglesia. Ella siempre nos cuenta que ya desde que estaba embarazada de nosotras nos cantaba, nos ponía música y oraba para que Dios nos use y seamos sus instrumentos. Desde pequeñas nos gustó la música. Mamá no tuvo la oportunidad de llevarnos a participar de algún conservatorio musical, pero siempre nos inscribió en los coros infantiles de la escuela, colegio e iglesia.

Cuando empezamos a componer teníamos doce años. En muchas ocasiones nos planificamos horarios y días, con el objetivo de terminar la composición, pero no lográbamos hacerlo. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que, para cada composición, Dios tiene “su tiempo”. Es un trabajo conjunto: él y nosotras.

Una vez que eso ocurre, buscamos plasmar todo en un papel y trabajar sobre una lluvia de ideas basadas en el mensaje central, en el título de la canción, en la rima por verso, en la estrofa y, finalmente, continuamos probando melodías, pues todo debe encajar y combinar.

Recordamos que la mayor aventura que tuvimos viajando fue en Perú, donde nos desafiamos a realizar una travesía de diez días entre caminatas, cuatrimotos, kayaks y montañas de colores hasta llegar, finalmente, a las ruinas del Machu Picchu. Y fue en ese viaje donde Dios nos impresionó para componer la canción lema para el V Camporí Sudamericano de Conquistadores: “La mejor aventura”.

Cuando permitimos que Dios nos guíe, logramos conocer al mejor Compositor de nuestra vida. De allí que siempre recordemos una de las frases que nos representan: “La vida es una canción”. Y tú, ¿ya permitiste que Dios componga la tuya?

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del … trimestre de 2019.

Escrito por Ivana, administradora de empresas y Melissa, psicopedagoga. Desde Asunción, Paraguay.

Las 3C del noviazgo

Las 3C del noviazgo

Las 3C del noviazgo

Naty y Fer, un joven y feliz matrimonio, nos cuentan lo que para ellos es el secreto de la felicidad en el amor.

Con el paso de los años de mi adolescencia y juventud, aunque todavía me considero joven, fui desarrollando mi propia regla para conseguir a la compañera ideal. Algunas de ellas ya pude compartir contigo en los dos números anteriores, pero aquí quiero hacer énfasis en tres puntos esenciales, fáciles de recordar y con mnemotecnia incluida.

Como dije anteriormente, esto no es una regla exacta que garantiza el éxito en tu relación de noviazgo, pero sí puedo asegurarte que te ayudará a crecer muchísimo.

¿Listo? ¡Comenzamos!

Primera C: Confianza

Cuando hablo de confianza, hablo de plena confianza, al 100 %, sin reservas ni secretos extraños.

Parece algo demasiado obvio, pero no puedes comenzar tu viaje a cumplir tus sueños y metas acompañado de alguien en quien no confías. Por supuesto que esto no es algo espontáneo. No despiertas un día a la mañana y dices: “Voy a depositar toda mi confianza en tal persona”. No, no, no. Nada más lejos que eso. La confianza se cultiva todos los días. ¡Pero cuidado! Es muy fácil arruinar esta planta.

No tengas miedo de confiar en alguien que te quiere. Así como hablas con Dios y le cuentas las cosas más íntimas de tu corazón, seguramente podrás encontrar en un muchacho o señorita un compañero que te escuche, entienda y quiera conocer todo de ti.

Segunda C: Comunicación

¿Te imaginas años de matrimonio sin hablar? ¿Qué piensas? Pero voy más allá, ¿te imaginas muchos años de matrimonio con una monotonía y aburrimiento constantes? A que a nadie le gustaría esto.

Para que esto no suceda, hay que dotar a la relación de una excelente comunicación, y esta es otra planta que hay que regar diariamente. Pero aquí viene la pregunta: ¿Cómo hago para que todos los días pueda crecer en este ámbito, ser original, creativo, y tener material de conversación con mi pareja? Te dejo algunos tips que me ayudaron a mí:

Busquen hacer un culto juntos.

Lean un libro juntos.

Hagan preguntas extrañas. Me encanta sorprender a Naty preguntando cosas como: “Si tuvieras que visitar tres ciudades del mundo, pero en carpa, ¿dónde irías?” “Si fueras a hacer un pozo al patio, y encontraras un cofre con lingotes de oro abandonado, ¿qué harías?” Estas cosas no hacen más que fomentar la creatividad, la imaginación y, por supuesto, una buena conversación. Aunque seas tímido o introvertido, ¡no importa! Compartir lo que haces es divertido y ayudará a que ambos crezcan.

Tercera C: Consagración

Es una palabra que quizás hemos escuchado mucho, pero tal vez poco sabemos sobre su significado. En simples palabras, es la relación diaria con Dios.

Ahora bien, sígueme en esta idea: Dios es amor (1 Juan 4:7, 8). Y si el amor es de Dios, le pertenece. Él lo creó. Ahora, el versículo también dice que “todo aquel que ama […] conoce a Dios”. Es decir, ¿puedo amar, con un amor sincero y puro, sin reservas como el de 1 Corintios 13, sin conocer a Dios? O dicho de otra forma, ¿sin consagración?

Creo que ya estás pensando la respuesta y es un claro y rotundo: “No”. No se puede. Nadie puede dar amor sin antes llenarse completamente del verdadero amor que proviene de Dios. Simple, ¿no?

Espero que puedas poner estas “3 C” en práctica a fin de tener un noviazgo lleno de confianza en tu pareja, con una hermosa comunicación diaria y, sobre todo, una consagración a Dios que los haga más fuertes espiritualmente y los una a él, ya que “la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente” (Ecl. 4:12, NVI).

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2019.

Escrito por Fernando Liernur, diseñador gráfico y especialista en Marketing Digital.

¡Déjense llevar!

¡Déjense llevar!

¡Déjense llevar!

De niñas, mis hermanas y yo teníamos un arma secreta para soportar los recalcitrantes veranos de Buenos Aires: una pileta rectangular de lona, marca “Pelopincho”. A las tres nos encantaba un juego que mi hermana mayor, Betina, había inventado. Nadábamos en círculo, con todas nuestras fuerzas, para crear una especie de remolino de agua. Entonces, cuando mi hermana mayor juzgaba que la corriente era lo suficientemente fuerte, ella gritaba: “¡Déjense llevar!” Por unos preciosos segundos, flotábamos sin esfuerzo llevadas por la corriente.

Unas semanas atrás, mientras pedaleaba al trabajo en mi bicicleta nueva, me acordé de este juego. Hay una calle empinada, justo antes de llegar a la oficina. La subida es durísima, pero en la bajada no hace falta pedalear; alcanza con la fuerza de la gravedad. Ese día, sin embargo, soplaba un viento implacable. Llegué a la cima jadeando, con el viento y la lluvia golpeándome la cara. Me detuve un segundo para respirar, y después me lancé cuesta abajo, como escuchando un eco de mi infancia: “¡Déjense llevar!” Pero, nada sucedió. En lugar de deslizarme a toda velocidad, quedé inmóvil. La única solución para contrarrestar la fuerza del viento fue pedalear cuesta abajo.

“Jesús, ¿cuál es la lección que tengo que aprender?”, oré mientras pedaleaba. Entonces, vino a mi mente un versículo de la Biblia: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8).

“¡No quiero ir en contra de tu Espíritu, ni de tus planes para mi vida!”, oré mientras aún hacía fuerza para avanzar. “Enséñame a detectar dónde estás obrando y a sumarme. No quiero perder tiempo creando mis propios planes. Enséñame a ver lo que tú ya estás haciendo y a dejarme llevar”.

Uno de los mitos más peligrosos de la vida es creer que estamos al control de todo lo que nos sucede, o que debiéramos estarlo. ¡Esto no es cierto! El Espíritu Santo debe estar al control. Nuestra parte es dejarnos llevar, como niños. “Son muchos los que, al idear planes para un futuro brillante, fracasan completamente. Dejen que Dios haga planes para ustedes. Como niñitos, confíen en la dirección del Ser que ‘guarda los pies de sus santos’ ” (Elena de White, El ministerio de curación, p. 380).

Si ignoramos al Espíritu Santo, podemos pasarnos la vida entera pedaleando en contra del viento. Aunque todos nos aplaudan y celebren nuestros éxitos, habremos fracasado a nivel eterno. Los planes de Dios no siempre tienen sentido desde nuestro punto de vista. Sin embargo, “Dios no guía jamás a sus hijos de otro modo que el que ellos mismos escogerían para ser guiados si pudieran ver el fin desde el principio y discernir la gloria del propósito que cumplen como colaboradores con Dios” (ibíd.).

El Espíritu puede guiarnos a lugares que no esperábamos. La primera vez que fui a la playa en Gales, Reino Unido, me sorprendí mucho. A lo lejos, y dentro del mar, vi cerca de treinta molinos de viento de alta tecnología. Sus aspas gigantes, de más de ochenta metros, danzaban en el aire. “¿A quién se le ocurre plantar un parque eólico en el medio del mar?”, me pregunté, decepcionada con la vista. Me pareció que los molinos deslucían el paisaje, estorbando la línea del horizonte. Definitivamente, yo no los hubiera puesto allí. Sin embargo, allí producían mejores resultados.

En vez de hacer nuestros planes y esperar que Dios los bendiga, tenemos que ir adonde sopla el viento. Debemos volvernos expertos en notar dónde es que el Espíritu ya está obrando, y allí izar las velas del alma. Aprender a ceder el control es la clave; avanzar por la fe, y no por lo que vemos.

¿Listos? ¡Déjense llevar!

Este artículo es parte de la versión impresa de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2019.

Escrito por Vanesa Pizzuto, Lic. en Comunicación Social.

…dejar la droga

…dejar la droga

…dejar la droga

Dios siempre nos llama. Nunca lo olvides. Lo hizo conmigo. Mi historia es muy larga. Casi desde niño sufrí y la pasé muy mal. Fueron muchos años de tremenda angustia. A los trece años ya tenía muchos vicios. El peor era la droga. Mi vida estaba llena de dificultades.

Pasaba muchas necesidades económicas. En esa época yo iba a pedir limosnas en las cercanías del cementerio de La Recoleta, en la ciudad de Asunción, Paraguay. Pero el dinero que conseguía era para la droga. Empecé a robar. Todo por la droga.

¿Sabes? En un cementerio se ve de todo. Es increíble las miles de facetas que tiene la vida… y la muerte. Pero, entre tantas cosas, algo captó mi atención para siempre. Una vez, los familiares que estaban enterrando a una persona cantaban una canción muy bonita. Años más tarde, sabría que se trataba de un himno que se cantaba en la Iglesia Adventista. El canto decía: “Más allá del sol… yo tengo un hogar”. ¿Imaginas lo que esas palabras significaban para mí? ¿Tener un hogar en el cielo, una esperanza más allá del sol?

A los 16 años pude salir de las drogas, gracias a un matrimonio que me enseñó la Biblia. Conocí a una señorita y tuvimos un hijo. Pero al poco tiempo todo se derrumbó otra vez. Caí de vuelta en la droga, engañé a mi pareja y empecé a correr carreras nocturnas en moto. Otra vez el caos llegó a mi vida.

Luego, mi hijo se enfermó con dengue, pero Dios le salvó la vida. Mi mujer me perdonó y volvimos a estar juntos. Me dijo que, si ella me daba otra oportunidad, seguramente Dios también me la daría. Así que, de rodillas, le pedía a Dios que me ayudara a cambiar. Quería conocer la Biblia y la verdad.

Un día, encontré la Radio Nuevo Tiempo, de la Iglesia Adventista. Me gustó porque enseñaban de la Palabra de Dios. En esa radio escuché a un cantante llamado Danny Pires. Él entonaba una canción titulada: “El Rey te mandó a llamar”. Sentí que ese canto era para mí, que el Rey del universo me estaba llamando. Y que yo, más allá de cómo había sido mi vida, podría estar ante su presencia.

Pedí a la radio los cursos de estudio de la Biblia. Me visitaron. Aprendí mucho. Y, un día, decidí unirme a la Iglesia Adventista de Caacupé. Esto fue una hermosa bendición en mi vida.

Dios también te llama. No importa dónde estás. Hay un lugar para ti. Nunca digas “no puedo”. Para Dios nada es imposible. La mayor y mejor decisión que puedes tomar en la vida es la de ser fiel a Dios. Yo pude gracias a él.

Este artículo es parte de la versión impresa de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2019.

Escrito por Junior Rolón, Iglesia Adventista de Caacupé, Asunción.

Instagram Stories

Instagram Stories

Instagram Stories

“Las puertas que abrimos y cerramos cada día deciden las vidas que vivimos”

(Flora Whittemore).

Cuando Instagram anunció el lanzamiento de una nueva función llamada “Instagram Stories” (historias de Instagram), hubo gran expectativa. Su principal cualidad es la de otorgar a los usuarios la posibilidad de subir fotos y videos cortos, que desaparecen luego de 24 horas.

Estoy seguro de que cada vez que ingresas a esta red social indagas en los círculos que aparecen allí arriba para ver las apasionantes (o no) historias de tus contactos.

Las historias de Instagram aparecen todo el tiempo y a cada instante. Nos sorprenden, nos emocionan y nos actualizan de todas las novedades. Son historias breves. Historias que vienen y se van. Historias que son imprescindiblemente reemplazables.

En la Biblia también hay muchas Instagram stories. Son personajes que aparecen una o muy pocas veces, con participaciones brevísimas pero extraordinarias (en algunos casos) y repudiables (en otros).

Entremos al Instagram de Jahaziel y veamos su story. La publicó en 2 Crónicas 20:14 y 15…

En el Nuevo Testamento encontramos la Instagram story de Demas. Lee 2 Timoteo 4:10…

Dos historias cortas, dos personajes que aparecen y desaparecen, dos decisiones. ¿Qué historias publicarás hoy en tu Instagram? ¿Qué historias estás dispuesto a vivir cada día? ¿Serás fiel a Dios como Jahaziel o dejarás de lado los principios de la Biblia como hizo Demas?

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2019.

Escrito por Pablo Ale, periodista y director de la revista Conexión 2.0.