Un GPS en medio del caos

Un GPS en medio del caos

Un GPS en medio del caos

Por qué solemos pensar que los libros de Daniel y Apocalipsis tratan solo sobre plagas, bestias, miedo y horror, cuando en realidad nos muestran el inmenso amor de Dios hacia nosotros y su maravilloso plan con final feliz.

Había esperado por mucho tiempo el inicio de ese año; seguramente todos teníamos nuestras promesas de año nuevo listas para esos primeros días del cambio. Para mí no era una lista, era un nuevo comienzo. El año 2016 sería un año que cambiaría mi vida. Había terminado mi última práctica de la carrera unas semanas antes, y ahora recibía un llamado para trabajar en cuatro iglesias al sur del Paraguay. El nombre de la ciudad: Pilar. Mi familia siempre había vivido en Asunción, la capital del país, y ahora me mudaba a una ciudad tradicional de Paraguay, pero muy desconocida para mí, y ahí radicaba el primer escollo: llegar a la ciudad.

En la era de Google y el GPS, todo es sencillo; solo que, cuando coloqué el destino, la aplicación me entregó dos resultados: un camino de tres horas y otro camino de nueve horas. Toda la información previa me daba que el camino correcto era aquel largo de las nueve horas, pero un camino de solo tres sonaba muy bien. ¿Qué te parece que hice? ¡Tome ese camino corto! Luego de mucho tiempo de andar, tuve que volver sobre mis pasos (¡o sobre mis ruedas!), ya que era una ruta que no estaba terminada y faltaban puentes sobre algunos ríos. ¡Era imposible continuar! El regreso se hizo extenso, y ¿sabes cómo termina esta historia? Las nueve horas que hubiera llevado el viaje ¡se convirtieron en doce! Mientras iba por la ruta larga, me llamaba la atención también los carteles que iban señalando el camino: la información incompleta de cada cartel iba encontrando respuesta solo unos kilómetros más adelante. Había que tener paciencia… y fe. Finalmente llegue a destino: el GPS y los carteles me habían llevado a mi nueva casa.

Google maps y todos los dispositivos de ubicación cumplen un objetivo de manera parcial: te indican los caminos, pero muchas veces no te dicen cuál es el mejor. En otras oportunidades, les falta información. Más allá de esto, ellos no te obligan a tomar una u otra ruta. Cada uno de nosotros elige qué hacer, acorde con la información que tiene y a cómo evalúa o interpreta esa información.

En contraste con esto, en la Biblia existe un GPS de función completa. Eso quiere decir que no solamente nos indica el camino, sino también el mejor camino. Y lo hace utilizando “carteles” precisos en esa ruta, que es la historia de la humanidad. Este “GPS” y estos “carteles” no son nada más y nada menos que las profecías.

Una guía segura para el presente… y el futuro

Dentro del género profético, en la Biblia existen dos tipos de profecías: aquellas que son de cumplimiento condicional y aquellas que son de cumplimiento total. Las primeras son aquellas que forman parte de la dinámica del pacto entre Dios y su pueblo, y funcionan de la siguiente manera: Dios propone una idea de bendición para su pueblo basado en la decisión que este tome hacia la propuesta. Un ejemplo de esto lo tenemos en el libro de Jonás, donde el profeta predicó que, si no había arrepentimiento en la ciudad de Nínive, habría destrucción, como consecuencia de todas las transgresiones que ocurrían en ese lugar. Resultado: pueblo arrepentido, ¡nadie destruido!

Luego están las profecías de cumplimiento total. Se trata de aquellas que son el resultado del plan de salvación para la humanidad. Sirven de guía de lo que va a suceder y el resultado no está condicionado a ninguna decisión humana. Este segundo tipo tiene tres objetivos:

  1. Mostrar cómo será la victoria final de Dios sobre el pecado. 

  2. Traer tranquilidad a aquellos que creen en Jesús como único medio de salvación.

  3. Proveer identidad al pueblo de Dios.

Cabe destacar que el nombre real de este tipo de comunicación revelada es “profecía apocalíptica” y, como verás, la idea jamás fue dar miedo, sino traer tranquilidad sobre la soberanía de un amoroso Dios. Lo que él más desea es pasar la eternidad con nosotros y con toda persona que acepte a Jesús como su Salvador.

Ajustando el rumbo

A partir de ahora, vamos a centrarnos en este último género profético. ¿Recuerdan mi viaje siguiendo los carteles? Si la respuesta es positiva, entonces vamos por buen camino.

Siempre escuchamos que debemos estudiar las profecías, y realmente es una necesidad, sobre todo en el momento en que vivimos dentro de la historia de la humanidad. Y ¿por qué razón? Para recordar la soberanía de Dios y para echar raíces profundas con respecto a nuestra fe. El problema en esto es por dónde comenzar a estudiar y cómo hacer para que esto sea algo práctico, profundo y vivencial. 

Empecemos. Como dato interesante, te comento que la primera profecía que se encuentra en la Biblia está en Génesis 3:14 y 15 (DHH): “Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente: –Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón”. Aquí vemos que, desde que el ser humano cayó en pecado, Dios no solamente puso en marcha el plan de salvación, sino además se encargaron de comunicarlo de manera perfecta para nuestra comprensión.

Entonces, el estudio de la profecía es un asunto que envuelve toda la Biblia y podemos ir trazando esta línea desde el Jardín del Edén hasta las puertas de la Nueva Jerusalén. Pero, cuando hablamos de profecías para el tiempo del fin (viste cómo se va ampliando el detalle de los sucesos que se comunican en la Biblia), ingresamos en dos libros que son excelentes para advertir esto: Daniel y Apocalipsis. 

Ambos libros son los ideales para entender la línea histórica desde el pueblo de Israel, pasando por el surgimiento de la iglesia primitiva y mostrando el nacimiento del movimiento que proclamaría el último mensaje de salvación hasta el rincón más distante de la Tierra.

Ahora bien, Daniel y Apocalipsis ¿son iguales? La respuesta sería como si usáramos Google maps o Waze. Ambas son aplicaciones que nos llevan hacia el mismo lugar; pero iguales, no son. 

«Las profecías jamás fueron dadas para infundir miedo, sino para traer paz en relación con la soberanía de un amoroso Dios”. 

El libro de Daniel sería como Google maps

Una de las diferencias radica en que uno de los libros, Daniel, tuvo su información velada hasta la culminación de la última profecía de tiempo (2.300 tardes y mañanas, es decir, años, de Daniel 8:14). Este pedido de Dios a Daniel se encuentra en Daniel 12:4. Dentro del ideal de Dios para la palabra profética, no solo estaba la comunicación con el ser humano, sino también la protección contra las distorsiones que podría introducir Satanás en su plan de desvirtuar y destruir la imagen de Dios ante nosotros.

Este sello que fue puesto sobre el libro de Daniel consistía en que ciertos aspectos de lo escrito por el profeta no eran claros en su interpretación hasta que llegó el 22 de octubre de 1844 y la profecía fue entendida en forma cabal al unir las narraciones de ambos libros y crear una visión más amplia y más puntual sobre lo que habría de suceder hasta la segunda venida de Jesús. 

El libro de Apocalipsis sería como Waze

En contraste con Daniel, Apocalipsis es un libro que quedó abierto, y literalmente su nombre significa “Correr el velo”. Es como lo que sucede cuando abrimos la cortina de una ventana y podemos ver con claridad lo que está pasando afuera.

Entonces, Daniel y Apocalipsis son el pack suficiente y necesario para entender el plan que Dios tiene para nosotros con vistas al final del mal y a la eternidad con Jesús.

«Daniel y Apocalipsis son los ideales para entender la línea histórica desde el pueblo de Israel, pasando por el surgimiento de la iglesia primitiva y mostrando el nacimiento del movimiento que proclamaría el último mensaje de salvación”.  

El gran pack de Dios para tu vida

La pregunta del millón –como decían en algún programa latinoamericano de entretenimientos– es: ¿Por dónde comienzo a estudiar las profecías? Ya sabemos que son un conjunto; entonces, comencemos desde el principio.

En cada capítulo del libro de Daniel vemos la presencia de Dios que guía la vida del profeta y, como resultado, guía su mensaje para nosotros hoy. 

En el capítulo 1 vemos la clave del libro. Lee los versículos 8 y 9: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió por tanto que no se le obligase a contaminarse. Y Dios hizo que Daniel hallase gracia y favor ante el jefe de los eunucos”. ¿Por qué estos versículos son la clave del libro? ¡Porque muestran la unión entre el esfuerzo humano y el favor divino! No existe fuerza en este mundo que pueda vencer a la persona que decida por Jesús cada día. 

Entonces, en el capítulo 2 se encuentra la narración para comenzar el estudio de las profecías finales. En este capítulo, Nabucodonosor (rey de Babilonia y emperador de un vasto territorio) tiene una noche bastante movida: tuvo un sueño que lo inquietó de tal manera que, al despertar, sabía que el sueño era importante, pero se había desvanecido de su memoria. ¿Te pasó alguna vez que soñaste algo que pensabas que era importante y lo olvidaste por completo? La historia dice que este rey llamó a los adivinos, los sabios y los chamanes en busca de respuestas. Sin embargo, al no encontrarlas, los mandó matar. Y aquí Daniel ingresa en la historia, porque él estaba entre los sentenciados a morir por no saber decir al rey lo que había soñado y su interpretación.

¡Qué lío! Pero, tranquilos. Nuevamente la clave del éxito se evidencia aquí: esfuerzo humano unido al poder divino. Todo se resolvió porque Daniel reunió a su grupo pequeño de amigos y oraron pidiendo la conducción de Dios. ¿El resultado? Dios mostró a Daniel el sueño y su interpretación. Con la entrega de esta información, Daniel y todos los demás se salvan.

Ahora bien, ¿cuál era el contenido de este sueño? Una línea de tiempo, donde aparecen y desaparecen reinos e imperios de mayor a menor esplendor, hasta el momento de la Segunda Venida. Algo así como un viaje desde Paraguay hasta Buenos Aires por la ruta 11, que pasa por las ciudades de Formosa, Resistencia, Santa Fe, Rosario, y llegas a destino a la capital argentina. Hay etapas y circunstancias históricas que Dios reveló para advertirnos cómo es el camino.

El sueño de Nabucodonosor consistía en una estatua compuesta por cinco materiales: oro, plata, bronce, hierro y barro, que representaban cuatro reinos (el hierro y el barro quedan mezclados), donde al final todo queda destruido por una piedra que no es cortada por mano humana.

Tipo de profecía

Condicional

ApocalÍptica

Revelada por Dios

Comunicada por sus profetas

Tiene que ver con el Pacto 

Necesita de la acción humana

No

Muestra el carácter de Dios

Trae paz y bendición

Esta línea de tiempo es el cimiento de todos los acontecimientos finales. Así, los siguientes capítulos (del 3 al 6) son narraciones de la vida de Daniel en el Imperio Babilónico, que cae y es transformado en el Imperio Medopersa. Ya en tiempos de Daniel, él pudo observar que la profecía se estaba cumpliendo. 

En estos capítulos también encontramos que Dios acompaña a Daniel y a sus amigos en su paso por el exilio del pueblo de Judá, producto de la infidelidad de este a los principios que le habían sido dados.

Comenté en el párrafo anterior que esta línea de tiempo del capítulo 2 es la base para lo que viene después. Así, los capítulos 7 al 9 son como una ampliación de los detalles de la profecía del capítulo 2. Es como cuando el GPS no solamente te dice por cuáles ciudades pasas en el recorrido, sino también te indica dónde cargar combustible, dónde se encuentran los controles policiales y dónde hacer un alto para estirar las piernas y comer. 

Dios siempre tuvo en mente comunicar con claridad y verdad todo lo que sucedería, y aunque el capítulo 7 comienza con cuatro bestias que podrían catalogarse como feroces y terribles, el énfasis de Dios no está en las bestias sino en la restauración total de su pueblo y los nuevos cielos y la nueva Tierra. 

En Apocalipsis sucede lo mismo: hay plagas, bestias, una mujer adúltera y un Armagedón. Sin embargo, el foco no está en estos elementos simbólicos y de cumplimiento profético, sino en el amor total, eterno y profundo de Dios hacia su pueblo y de Cristo, que lo dan todo a fin de que vivamos en la Nueva Jerusalén. ¿Quieres saber qué es lo más interesante de las profecías? Que el final ya tuvo el mayor spoiler de todos: Jesús gana, y los que creamos en su sacrificio viviremos con él para siempre.

«La profecía no tiene el rol de alarmar con el mal que podría venir, sino de darnos un sentido de urgencia sobre lo que debemos hacer a fin de estar preparados para la segunda venida de Jesús”.

Recalculando: cómo elegir bien las lentes

El paralelismo entre las profecías de Daniel y de Apocalipsis es gigantesco, y muy necesario; no obstante, se abren dos grandes formas de estudiar las profecías, dependiendo de las lentes que elijamos para esto.

Una lente puede ser observar la profecía con alarmismo y negatividad. De este modo, todo será una búsqueda constante de traer sucesos del mundo (una sequía larga en Sudamérica, una renuncia presidencial en Europa, una pandemia mundial, etc.) y ponerlos como parte de la profecía, cuando no existe contexto ni texto bíblico que los avalen. Esto, en primera instancia trae pánico, miedo e inseguridad. Es decir, es lo diametralmente opuesto al plan de Dios para nosotros al darnos las profecías, cuya idea es traer paz y tranquilidad. 

Otra consecuencia de una mirada profética de este tipo es vivir de lo inmediato, siempre buscando el último acontecimiento para aplicarlo y seguir alarmando a todos. Así, de manera sutil, se va drenando la fe, hasta ya perder de vista lo que Dios tiene preparado para nosotros.

La otra lente para utilizar en el estudio de las profecías es el de la unidad entre Dios y el hombre. Sí. Dios busca incansablemente salvar al ser humano, y este debe responder siendo un canal de buenas noticias para quienes lo rodean. La profecía no tiene el rol de alarmar con el mal que podría venir, sino de darnos un sentido de urgencia sobre lo que debemos hacer a fin de estar preparados para la segunda venida de Jesús y para que el evangelio sea predicado a toda tribu, lengua y nación.

Llegando a destino

El estudio de las profecías puede parecer enigmático y lleno de fechas y hechos históricos, pero están a nuestro alcance para ayudarnos a comprender el desenlace final del plan de Dios para la humanidad, para salvar a cada uno que acepte la gracia divina y para desenmascarar a Satanás, que cuestionó y cuestiona el carácter de Dios.

Cada día somos protagonistas del Gran Conflicto. Entender hacia dónde vamos a través del estudio de la profecía nos traerá seguridad, paz y visión de futuro.

Escribo esto terminando una pandemia (o al menos, eso es lo que pareciera) y comenzando un conflicto bélico en Europa (entre Ucrania y Rusia). No sé qué pasará en el mundo. Solo tengo una certeza: conozco claramente el resultado… ¡Dios gana!

Por eso, hoy te invito a que consultes a tu profesor de Biblia, tu capellán, tu director de Jóvenes, tu consejero del Club de Conquistadores o algún amigo de confianza de la iglesia que sepa de la Biblia, y que empieces a leer y estudiar los libros de Daniel y de Apocalipsis. Tienes la promesa divina de que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Deidad, te acompañará en el estudio de estos libros. Con total certeza, te aseguro que vas a salir fortalecido. 

¡Disfruta de este viaje! Traza la línea temporal desde Daniel capítulo 2 y agrega detalles que vayas descubriendo en la Biblia. El resultado será claro: aumentará tu fe en relación con lo que Cristo tiene para tu vida. Si bien en Daniel y en Apocalipsis hay bestias y plagas, la centralidad de su mensaje no está en ellos, sino en el amor de Dios hacia ti y en su plan para salvarte. El final ya está dicho: El pecado será erradicado definitivamente del Universo. 

Me gusta repetir esta frase una y otra vez: Dios gana.

Sí, gana, y te marcó el camino. Todos los mapas y los GPS están a tu alcance; pero tú eliges qué hacer.

Si estás listo, empecemos el viaje juntos. Empezamos aquí, terminaremos en la Eternidad. 

«Cada día somos protagonistas del Gran Conflicto. Entender hacia dónde vamos a través del estudio de las profecías nos traerá seguridad, paz y visión de futuro”.  

Este artículo es una condensación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.

Escrito por Mariano Sanz. Pastor de Yguazú, Paraguay. @marianosanz_

 

Spoiler

Spoiler

 “A menos que creas que el futuro puede ser mejor, es poco probable que asumas la responsabilidad de construirlo” (Noam Chomsky).

Aquella reseña que comentaba esa serie estaba muy bien escrita. Realmente, el crítico de espectáculos entendía cómo funcionaba la argumentación y la retórica. Las oraciones y las explicaciones estaban muy bien orientadas. Pero, de repente, apareció un subtítulo movilizador. Decía: ¡Spoiler alert! Con toda honestidad, el autor avisaba a los lectores lo que pasaría: de allí en adelante, se contarían detalles de la trama del film. Detalles que, tal vez, alguien que no vio la serie quisiera no saber.

De eso se trata un spoiler. Es la explicación de algún aspecto importante de una película, libro, programa de televisión, etc., que a una persona que lo desconozca le puede resultar molesto. Evidentemente, la palabra viene del inglés spoil, que significa “estropear”, o “arruinar”. ¿Te “spoliaron” alguna vez el final de tu serie favorita o alguna noticia que aún no se tenía que saber?

A Dios también le gusta hacer spoilers. Pero, a diferencia de algún comentario malintencionado, todo lo que él nos anticipa es para nuestra felicidad. Bien podríamos llamar spoilers a las profecías bíblicas. Ellas nos revelan lo que sucederá. 

A Dios le encanta comunicarse con nosotros, y lo hace por medio de sus profetas: “Nunca hace nada el Señor sin revelarlo a sus siervos los profetas” (Amós 3:7, DHH).

Por otra parte, Dios no anda con vueltas ni te esconde cuál es el plan para tu vida. Sin embargo, hay cosas que deben quedar claras: “Hay cosas que no sabemos: esas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero hay cosas que nos han sido reveladas a nosotros y a nuestros hijos para que las cumplamos siempre: todos los mandamientos de esta ley” (Deut. 29:29, DHH).

En este número hablaremos sobre las profecías. Estas nos muestran cómo será el futuro y qué es lo que sucederá. Satanás es el gran arruinador del Universo. Más allá de lo atractivas que parezcan sus tentaciones, seguir su camino estropeará tu vida. Por el contrario, el mensaje de la Palabra de Dios te dará auténtica dicha, ya que “este mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón. Pero ante todo tengan esto presente: que ninguna profecía de la Escritura es algo que uno pueda interpretar según el propio parecer” (2 Ped. 1:19, 20).

Te desafío a leer y estudiar los spoilers de Dios.

Este artículo es una adaptación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del tercer trimestre de 2022.

Escrito por Pablo Ale, pastor, periodista y director de Conexión 2.0.

Ideas para trabajar Conexión 3T 2022

Ideas para trabajar Conexión 3T 2022

La revista es una buena alternativa que los docentes pueden utilizar para trabajar en clases con sus alumnos. De cada edición impresa se pueden extraer lecciones que impactarán la vida de los adolescentes y jóvenes. Compartimos ideas y proyectos para trabajar con la revista impresa del tercer trimestre de 2022.

Objetivos

  • Reconocer que las profecías entendidas e interpretadas de forma correcta, son una guía segura para nuestra vida.
  • Identificar las características de una profecía condicional de una incondicional.
  • Entender que las profecías, así como el GPS, no fueron dadas para perdernos, sino para salvarnos.
Ideas para trabajar Conexión 2T 2022

Ideas para trabajar Conexión 2T 2022

La revista es una buena alternativa que los docentes pueden utilizar para trabajar en clases con sus alumnos. De cada edición impresa se pueden extraer lecciones que impactarán la vida de los adolescentes y jóvenes. Compartimos ideas y proyectos para trabajar con la revista impresa del segundo trimestre de 2022.

Objetivos del artículo central

  • Que los jóvenes puedan tomar decisiones acertadas en medio de una sociedad que va contracorriente.
  • Identificar soluciones a los problemas de adicción a los videojuegos, las redes sociales, los teléfonos, etc.
  • Eliminar las adicciones y modificar las conductas que destruyen los sueños, los planes y los proyectos de Dios para los jóvenes.

¿Está mal querer ser rico?

¿Está mal querer ser rico?

¿Está mal querer ser rico?

Cuando el dinero (no) hace la felicidad.

Hablar de dinero siempre es un tema complicado. En los tiempos de los apóstoles, se creía que la riqueza era una señal de la bendición de Dios. Así, cuanto más tenías más santo debías de ser. Con el tiempo y el testimonio de los mártires, algunos desarrollaron la idea contraria, haciendo de la pobreza y del sufrimiento una prueba de fe o de santidad.  

Entonces, si el dinero o la pobreza no son determinantes, ¿está mal querer ser rico? Antes de anticipar una respuesta, es necesario repasar algunos conceptos importantes de la Biblia

No podemos vivir para el dinero

Jesús dijo: “Ninguno puede servir a dos señores […] no podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat. 6:24). El problema está en la actitud hacia el dinero, y no en el dinero en sí. Si sirvo a Cristo, mis recursos van a estar dedicados a su obra; si no, solo voy a estar concentrado en conseguir más dinero.

Pablo escribió: “Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:10) ¿Significa esto que el dinero es malo, causante de dolores y que nos hace extraviar de la fe? No, el problema no es el dinero, o la riqueza, en sí mismos: es el “amor al dinero” y la “codicia”; es el lugar y el propósito que se le da en la vida. 

No podemos negar su importancia

Dios no tiene problemas con el dinero; de hecho, desea que prosperemos “en todas las cosas”, siempre que el crecimiento sea también espiritual (3 Juan 1:2). Además, en Deuteronomio 8:18 dice: “Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas”. El Señor no reparte dones que sean malos; todos los dones que da son para la edificación de la iglesia. Entonces, ¿cuándo surgen los problemas? Cuando nos olvidamos de Dios.

Adoramos a Dios con nuestros bienes y recursos. El diezmo y las ofrendas son parte de nuestro culto al Señor (Mal. 4:10-12). Con estos medios se avanza en la obra de predicar el evangelio.

Es obvio, pero comemos, nos vestimos y vivimos con dinero (Ecl. 5:19). Jesús habla de no preocuparnos en exceso ante estas cosas, sino confiar en que nuestro Padre conoce y suple nuestras necesidades. Pero, para esto, Dios bendice nuestros esfuerzos en el trabajo y la administración de los recursos que nos da a nosotros, a nuestros padres o a quienes nos ayuden si pasamos por una necesidad (Mat. 6:25-34). En las manos de Dios, nuestros bienes y riquezas pueden ser empleados en el servicio y la asistencia de quienes más lo necesiten (Hech. 4:34, 35).

Teniendo en cuenta estas consideraciones, ¿podemos afirmar que el dinero es malo y nada más? No, forma parte de la vida y debemos ser sabios en su administración. ¿Podemos lanzarnos a la búsqueda de adquirir bienes y recursos como si fuera lo principal en la vida? Tampoco. Lo primero es Dios y todo nuestro ser debe estar sujeto a su dirección. ¿Cuál es el equilibrio? 

Estudiando los principios de mayordomía

En primer lugar, debemos recordar que todo pertenece a Dios; nosotros solo somos administradores de lo que él nos provee (1 Crón. 29:14). Así haya sido por herencia, esfuerzo o ingenio, todo viene por el Señor y tenemos que usarlo para el Señor. Veamos:

-Todo lo que hacemos debe ser hecho “para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).

-Los recursos obtenidos siempre deben tener un origen en prácticas honestas (Prov. 20:23).

-Seamos “dadores alegres” (2 Cor. 9:7). Adorar a Dios con los diezmos y las ofrendas es un privilegio (Mal. 4:10-12). 

-Asegurémonos de estar haciendo “tesoros en el cielo”, no de buscar acumular bienes en este mundo. Seamos ricos “en Dios” (Luc. 12:13-21). 

-Debemos aprender a tener contentamiento con las bendiciones que el Señor nos da (1 Tim. 6:6-8), estando dispuestos a administrar la abundancia o la escasez (Fil. 4:12, 13). Recordemos siempre que la felicidad no está en las cosas materiales que podamos tener (Luc. 12:15). 

¿Cuál es el lugar que le doy en mi vida al dinero? ¿Es el dinero en sí mismo un objetivo o es solo un medio para ayudar a otros, predicar el evangelio y sostener a mi familia? Podría pensar que si obtengo mucho dinero y soy rico entonces podré dar mucho y hacer mucho para Dios. La Biblia nos demuestra que no necesito ser rico ni tener mucho dinero para poder hacer grandes cosas por el Señor. Pedro dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret […]” (Hech. 3:6-8). 

Si tu deseo es servir a Dios, presta atención a no olvidarte de Dios (Deut. 8:11-18) y a que Jesús forme siempre parte de tu vida. Estudia los principios de mayordomía presentes en la Biblia y en los escritos de Elena de White

Un antiguo canto cristiano decía: Ego sum pauper, nihil habeo, me ipsum dabo (“Yo soy pobre, nada tengo, me doy a mí mismo”). Asegurémonos de que le damos al Señor la totalidad de nuestro ser, y entonces él bendecirá el trabajo de nuestras manos según su voluntad y sabiduría. 

Este artículo es una adaptación de la versión impresa, publicada en la edición de Conexión 2.0 del segundo trimestre de 2022.

Escrito por Santiago Fornés, Lic. en Teología y capellán en el Instituto Adventista de Morón, Argentina.